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La Rey Juan Carlos no renovará a 200 profesores por falta de presupuesto
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UNA PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD: “ME VEO TRABAJANDO CON MIS ALUMNOS EN EL IKEA”

La Rey Juan Carlos no renovará a 200 profesores por falta de presupuesto

Por los pasillos de las facultades madrileñas lleva meses circulando un rumor, un secreto a voces que mantiene en vilo a cientos de profesores. Bajo el

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La Rey Juan Carlos no renovará a 200 profesores por falta de presupuesto

Por los pasillos de las facultades madrileñas lleva meses circulando un rumor, un secreto a voces que mantiene en vilo a cientos de profesores. Bajo el tapete de medidas antidéficit en el sistema educativo, este año las seis universidades públicas de Madrid deberán asumir un tijeretazo de 175 millones de euros en el presupuesto que reciben de la Comunidad. Y ya han empezado a hacer cálculos.

La primera en actuar ha sido la Universidad Rey Juan Carlos, institución en la que unos 200 profesores dejarán de dar clase a partir del 31 de agosto. El rector, Pedro González-Trevijano, aclara en una carta enviada al equipo docente la disminución del 21% de presupuesto respecto al año pasado al que tendrán que hacer frente, un total de 16.500.000 euros, de los que tres millones y medio saldrán del ajuste de plantilla.

Según un miembro del personal administrativo los primeros afectados serán los contratos temporales, en su mayor parte de profesores asociados, una figura destinada a que profesionales del sector puedan ofrecer su experiencia y visión del mundo laboral al alumnado. La medida también se cobrará la continuidad de otros docentes no titulares, de menor a mayor rango, becarios, visitantes y contratados doctores.

“Me enviaron una carta de no renovación hace apenas un mes”, explica Eduardo García, un profesor de Informática en el campus de Móstoles. El ingeniero ha impartido clase durante cuatro años como becario de formación docente y otro como profesor visitante. No verá su sexto año. “Estaba comenzando una etapa muy productiva de investigación y justo ahora se me trunca.”

A Federico Utrera, profesor de Comunicación Audiovisual y Periodismo en la misma universidad, le han comunicado “el despido” prácticamente al tiempo que recibía el premio de doctorado. Lleva cuatro años ejerciendo como profesor asociado, pero desde hace una semana sabe que no continuará en septiembre.

 “Estos años me he esforzado mucho, pensando en que se mediría a las personas por sus méritos, pero muchos de los contratos titulares se producen por relaciones de favor. Me voy contento por la formación que he recibido, pero con una imagen de falta de transparencia y corruptela que no me esperaba cuando llegué”, lamenta.

Esta sensación de que no se les trata a todos del mismo modo, la comparte también Eduardo. “¿Por qué tú no y ellos sí?”, se pregunta. "Están echando a la gente a dedo”. 

Utrera asegura que, para colmo, la universidad llegó a ofrecerles a los asociados de su departamento cobrar 150 euros a partir de septiembre, en vez de los 500 al mes habituales. “Me negué”. Pero cree que algunos de sus compañeros no lo hicieron. “Visto lo visto, parece que están pensando en la figura del trabajador gratuito”.

Un futuro incierto

Durante su tiempo como docente asociado, Federico no ha perdido su relación con el periodismo y podrá continuar su carrera fuera de la universidad. Pero no todos corren la misma suerte. A algunos de los profesores visitantes o becarios no les será tan fácil encontrar trabajo más allá de las aulas.

Es el caso de Ana Isabel Íñigo, profesora visitante en la URJC que aspiraba a ser contratada doctora, una vez acabada su tesis. A principios de año ya le anunciaron una reducción de su jornada, que pasaría a ser parcial en septiembre. Pero hace apenas una semana le comunicaron que directamente no renovaría. “¿Qué hago ahora?”, se pregunta. “No puedo optar a entrar en ninguna universidad privada porque no he finalizado mi tesis. Lo intentaré en una pública, pero visto lo visto...”. Los becarios han llegado a impartir 400 horas por 1.300 euros

La profesora de 27 años aún no sabe si tendrá derecho a cobrar paro, ya que de los cinco años que lleva en el centro, cuatro los ha pasado como becaria -una figura que no cotiza- y otros once meses como profesora visitante. “Mientras tenga paro podré buscar algo que realmente me interese, pero después de eso trabajaré de lo que sea. Me veo en el IKEA o en el Mercadona con los alumnos a los que he dado clase”, titubea. Ana asegura que “no se le caerían los anillos”, pero lamentaría tener que hacerlo después de diez años estudiando y apostando por una carrera como docente.

Sobrecarga lectiva y merma en la investigación

En el caso de los becarios o visitantes, la universidad mantiene un contrato anual o bianual que se prorroga a medida que se reconoce su labor docente e investigadora. Son contratos más precarios pensados para profesores que aún no tienen la tesis doctoral, de forma que puedan proyectar su carrera investigadora mientras restan carga lectiva a los docentes titulares y catedráticos.

Sin embargo, con el tiempo han asumido una sobrecarga de horas y alumnado. Utrera asegura haber dado clase a 300 alumnos solo este año. Ana Isabel afirma que cuando era becaria cobraba 1.300 euros por impartir 120 horas (12 créditos), que luego dobló a 240 horas (24 créditos) a cambio de unos cien euros más. En ambos casos, sostiene que en la práctica  llegaba a impartir hasta casi 400 horas sin variación en la nómina.

Los docentes creen que esto también supondrá una merma importante en la investigación, ya que buena parte de las publicaciones procede de los becarios, visitantes y asociados. Y en última instancia, los profesores titulados tendrán que hacer frente a la mayor carga lectiva que supondrá el recorte de plantilla.

¿Más despidos? Los docentes proponen otras fórmulas, desde suprimir subvenciones, aminorar gastos de representación, cursos de verano, o reducir sueldos

Aunque la rumorología marca la pauta, los docentes no descartan que en diciembre haya otra criba, esta vez para cargos más altos. Ante este incierto panorama, desde uno de los vicedecanatos explican que la Universidad no ha contado con la financiación que debería establecer la Comunidad de Madrid por número de alumnos. En contraste con el resto de centros que han mantenido su media de alumnado, la URJC ha crecido progresivamente desde que nació hace década y media. Además, es la más rápida de Madrid en colocar a sus titulados en el mercado laboral, ya que el 53% firma su primer contrato antes de que se cumplan seis meses desde que acabaron la carrera.

Sin embargo, el presupuesto que el gobierno regional ha destinado a la universidad no ha ido en consonancia a su crecimiento, pasando de percibir 130,6 millones de euros en 2007 a disponer de 119 millones en 2011, tal y como publica su memoria académica.

Además se han abierto nuevas titulaciones, una demanda educativa que ha precisado incorporar más profesores.  “De haber contado con esa financiación, probablemente el centro no se hubiera visto obligado a acudir a esta medida”, explica el vicedecano de Ordenación Académica y Ordenación de la Facultad de C.C de la Comunicación, Ricardo Vizcaíno. A lo que añade el nuevo recorte de 175 millones en las universidades madrileñas.

Pese a la falta de financiación, los profesores opinan que la universidad no ha sabido mantener “un modelo insostenible”, y que podría haber negociado un acuerdo mejor.  Así, los docentes proponen otras fórmulas, desde suprimir subvenciones, aminorar gastos de representación, cursos de verano, o reducir sueldos, una medida a la que muchos de ellos ya se han ofrecido.

Mientras el resto de universidades no ha hecho públicas sus medidas de ahorro, la Universidad Complutense, -que de momento no recurrirá al ajuste de plantilla-, ha anunciado que retirará la ayuda a la acción social y la suspensión de la paga de jubilación, entre otras reformas.

La reducción de profesorado supone la concentración de más alumnos por aula, quienes además deberán afrontar la subida de las tasas de matrícula y el endurecimiento para la concesión de becas.

Por los pasillos de las facultades madrileñas lleva meses circulando un rumor, un secreto a voces que mantiene en vilo a cientos de profesores. Bajo el tapete de medidas antidéficit en el sistema educativo, este año las seis universidades públicas de Madrid deberán asumir un tijeretazo de 175 millones de euros en el presupuesto que reciben de la Comunidad. Y ya han empezado a hacer cálculos.