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Exiliados de Erdogan: en Bosnia, los nuevos refugiados vienen de Turquía
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Escapan del Autoritarismo

Exiliados de Erdogan: en Bosnia, los nuevos refugiados vienen de Turquía

Las solicitudes de asilo de personas procedentes de Turquía que alegan motivos políticos se han disparado en los últimos años en el país balcánico

Foto: Un refugiado en el campamento de Lipa, Bosnia. (EFE)
Un refugiado en el campamento de Lipa, Bosnia. (EFE)

A las siete de la noche, en el viejo barrio sarajevita de Baščaršija, prácticamente desértico por la pandemia del coronavirus, Yakup todavía se lanza sobre los pocos viandantes que pasan para vender sus pañuelos de papel. Es lo que hace para sobrevivir. Lo que junta lo usa para pagar la habitación de la pensión en la que vive, que le cuesta al día unos quince marcos bosnios, poco más de siete euros. “En los días buenos, acabo el día con unos veinte marcos en el bolsillo. La comida me la dan algunos comerciantes de aquí, gente buena”, dice este turco nacido en Kars, una ciudad con una significativa población kurda. No es de extrañar que Yakup tenga esta percepción. Alrededor, en este rincón de la capital de Bosnia a pocos pasos del sugestivo río Miljacka, hay numerosas tiendas y puestos de comida, muchos regentados por turcos.

En febrero, Turquía fue el primero de una lista de diez países de origen basada en el número de solicitudes de asilo a la espera de una respuesta por parte de las autoridades bosnias. Más de la mitad de estas correspondían a familias, y un tercio a individuos solos. Un dato que, sin embargo, ha pasado prácticamente desapercibido, en medio de la crisis migratoria de personas procedentes de países de Oriente Medio y África que han llegado a Bosnia en los últimos tres años (una cifra total de entre 70.000 y 100.000 personas, según diversas fuentes) con la intención de entrar en la Unión Europea.

Foto: El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (Reuters)

Amra Kradic, abogada de la ONG Vaša Prava, que ofrece servicios legales a migrantes en Sarajevo, ha atendido casos de ciudadanos turcos que han solicitado el asilo en Bosnia. Muchos, dice, lo piden “por motivos políticos”, un fenómeno que ha aumentado drásticamente en los últimos años. Antes no era así. Según una investigación de Balkan Insight, uno de los mejores medios en inglés sobre temas balcánicos, no hubo peticiones de asilo de turcos en Bosnia hasta 2014. “En Bosnia, de cero solicitudes en 2014 y tres en 2015, antes del golpe, el número se disparó a 19 en 2016, luego a 29 en 2017 y 22 en 2018”, escribieron Dimiter Ganev, Eraldin Fazliu y Sofia-Elpida Kartali, autores de la pesquisa.

Después del golpe

El fallido golpe del cual se habla es, por supuesto, el de 2016 en Turquía, a lo que le siguió la ruptura de la relación entre el clérigo conservador Fethullah Gülen y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien ha acusado a su antiguo aliado de estar detrás de la intentona golpista y ha encarcelado a miles de sus supuestos seguidores, así como miembros de grupos izquierdistas o kurdos. Una cacería que ha continuado fuera de Turquía —también en naciones como Kosovo, Macedonia del norte o Bulgaria— con decenas de peticiones de extradición en los países en los que los fugados se han refugiado.

Esa es otra particularidad de Bosnia. A pesar de su buena relación con Turquía —y, a diferencia de otros países vecinos, como Bulgaria—, muchos de sus tribunales se han resistido a las peticiones de extradición procedentes de Ankara. Tanto así que hace dos años Turquía y Bosnia vivieron un momento de tensión diplomática por el caso de Özer Özsaray, un periodista turco acusado de terrorismo por la administración de Erdogan por sus supuestos vínculos con el movimiento de Gülen, que había huido a Bosnia y pedido asilo en este país. Finalmente, en mayo de 2019, el Ministerio de Justicia bosnio informó que Sarajevo había rechazado conceder la extradición de Özsaray.

Foto: Un partidario enarbola una banderola del presidente Recep Tayyip Erdogan en Ankara, el 20 de julio de 2016. (Reuters)

No todos han tenido tanta suerte. En 2018, las rendiciones extraordinarias de seis ciudadanos turcos que se habían fugado a Kosovo provocaron un pequeño terremoto político en el país. Después de que el primer ministro kosovar Ramush Haradinaj afirmara que no había sido informado de la deportación, fueron despedidos el ministro del Interior y el jefe de Seguridad del país.

Dado el carácter sensible de su trabajo, Kradic no quiere dar detalles de los casos que sigue, pero aun así matiza. La alta tasa de peticiones de asilo de ciudadanos turcos en Bosnia “no es un indicador que significa necesariamente que el número de turcos en Bosnia sea superior al de solicitantes de asilo afganos o pakistaníes, sino que las autoridades bosnias posiblemente estén aceptando un mayor número de peticiones procedentes de ciudadanos turcos”. Lograr que tu petición sea registrada en Bosnia no es baladí, de ello depende que tu trámite se encamine y que puedas empezar a buscar un empleo. Algo que mostraría que los turcos son tratados con ciertos buenos ojos en Bosnia.

Además, muchos no piden el asilo, sencillamente emigran. Ese es el caso de Yakup, el kurdo de Kars —sin ninguna relación con Gülen—, quien sencillamente viajó como turista, en avión, a Sarajevo. Cualquier ciudadano turco puede hacerlo por 90 días y, transcurrido este período, los controles no suelen ser férreos.

Mijatovic: "Desde 2013 hasta hoy se han ido del país 500.000 bosnios. Es evidente que necesitamos sangre nueva"

Hay más motivos que hacen de Bosnia un país atractivo si uno se ve forzado a abandonar Turquía. Por ejemplo, en particular entre los bosnios musulmanes, esta emigración se considera también una posible respuesta a la sangría de jóvenes locales que se van del país, como dice Vojin Mijatovic, vicepresidente del Partido Socialista bosnio. “Desde 2013 hasta hoy se han ido del país 500.000 bosnios. Es evidente que necesitamos sangre nueva”, recuerda Mijatovic al explicar, sin embargo, que lo que falta para que esto se cumpla es la creación de un sistema que pueda realmente integrar a estas personas en la sociedad local.

Familias entre los dos países

Otras razones remiten a los vínculos históricos y geopolíticos entre Bosnia y Turquía. “Muchos migrantes turcos cuentan con familiares, o tienen amigos o conocidos en Bosnia”, explica la abogada Kradic, al referirse a las migraciones circulares (ida y vuelta) entre ambos países, que han sido comunes desde la época del imperio otomano y se volvieron a intensificar en el siglo XX, tras la cruenta guerra de Bosnia de 1992-1995.

Como en el caso del resto de los migrantes, Bosnia —un país que aún sufre por las secuelas de la guerra de los noventa— también es vista como una puerta de entrada a la UE, como dice Ademir Veladzic. “En la frontera hay varias familias turcas que han estado intentando sin éxito cruzar a Croacia. Algunos quieren ir a Francia, otros a Alemania”, afirma este periodista y 'fixer' residente en el pueblo bosnio de Velika Vladusha, a pocos kilómetros de la frontera croata. También se ha sabido de migrantes LGBTI turcos, un colectivo que cada vez sufre un mayor acoso.

Tener datos precisos sobre el fenómeno, sin embargo, es una quimera. Este medio solicitó datos sobre el número de turcos en Bosnia en este momento a la Organización Internacional de Migraciones (OIM) pero no tuvo respuesta. Sin embargo, sí confirmó que más de medio centenar de migrantes de esta nacionalidad se encuentran en la actualidad en los campos de acogida en Bosnia, uno de los pasos previos a pedir el asilo político.

A las siete de la noche, en el viejo barrio sarajevita de Baščaršija, prácticamente desértico por la pandemia del coronavirus, Yakup todavía se lanza sobre los pocos viandantes que pasan para vender sus pañuelos de papel. Es lo que hace para sobrevivir. Lo que junta lo usa para pagar la habitación de la pensión en la que vive, que le cuesta al día unos quince marcos bosnios, poco más de siete euros. “En los días buenos, acabo el día con unos veinte marcos en el bolsillo. La comida me la dan algunos comerciantes de aquí, gente buena”, dice este turco nacido en Kars, una ciudad con una significativa población kurda. No es de extrañar que Yakup tenga esta percepción. Alrededor, en este rincón de la capital de Bosnia a pocos pasos del sugestivo río Miljacka, hay numerosas tiendas y puestos de comida, muchos regentados por turcos.

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