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El gran sueño de humo de Reino Unido frente a la cruda realidad del Brexit
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El gran sueño de humo de Reino Unido frente a la cruda realidad del Brexit

El documento de nueva estrategia exterior de Reino Unido se aferra a viejas ilusiones e ignora la situación actual sobre el terreno

Foto: Boris Johnson (Reuters)
Boris Johnson (Reuters)

El Brexit no ha tenido un buen comienzo. Las exportaciones de bienes del Reino Unido a la Unión Europea cayeron más del 40% en enero; ha estallado una nueva disputa sobre la propensión de los ministros del Reino Unido a violar unilateralmente los términos del Protocolo de Irlanda del Norte; y los preparativos incompletos del gobierno han obligado a retrasar la introducción de controles en los productos entrantes de la UE, para evitar que los estantes de los supermercados estén vacíos. Pero el estado de ánimo del país y los sondeos de percepción del gobierno han revivido por el exitoso esfuerzo nacional de vacunación. La tan esperada publicación del 16 de marzo del 'Global Britain in a Competitive Age', el nuevo documento 'maestro' de la estrategia de política exterior y de seguridad del Gobierno británico, tenía la intención de ofrecer una mayor tranquilidad sobre la sabiduría del Brexit.

Gran parte de los elementos más llamativos del documento ya venían de hace tiempo: el aumento de 16 mil millones de libras en el presupuesto de Defensa durante los próximos cuatro años (y la reducción asociada de la ayuda exterior); la "inclinación hacia el Indo-Pacífico", donde mercados sin explotar aguardan a los exportadores británicos y los aliados democráticos se sentirán alentados por la reaparición de las fuerzas británicas al este de Suez; y un nuevo Concepto Operativo Integrado para las fuerzas armadas británicas (“el cambio más significativo en el pensamiento militar británico en varias generaciones”), cuyos detalles se desarrollan en una publicación del Ministerio de Defensa del 22 de marzo. Pero el documento de 100 páginas tenía mucho más que ofrecer, en nuevas inversiones y organizaciones prometidas, muchas de las cuales tenían como objetivo convencer con miel a los recalcitrantes escoceses y a las inquietas regiones del norte de Inglaterra, junto con latigazos de optimismo 'johnsoniano'. Para 2030, el Reino Unido se convertirá en una superpotencia de ciencia y tecnología; el país (según el documento), "seguirá siendo reconocido por el liderazgo británico en seguridad, diplomacia y desarrollo, resolución de conflictos y reducción de la pobreza"; será un campeón de esto de aquí y un modelo de aquello de más allá.

Foto: La ministra española de Asuntos Exteriors, Arancha González Laya. (EFE)

De hecho, hay muchas cosas que están bien en ese documento. El análisis amplio del entorno internacional es generalmente convincente. El mayor énfasis en la ciencia y la tecnología refleja una ventaja comparativa británica y, sabiamente, aunque no sea de extrañar, destaca la cibernética, la inteligencia artificial, lo digital y el espacio como los campos clave de la competencia y puja internacional. Nadie debería discutir la máxima prioridad otorgada al cambio climático. La franca hostilidad hacia la Rusia de Vladímir Putin es un reflejo de la realidad (aunque sería más persuasivo si los miles de millones de oligarcas rusos no siguieran haciendo buen dinero en la City de Londres). Hay una negativa (bienvenida) a sucumbir a la sinofobia que se apodera del Partido Conservador: "continuaremos buscando una relación comercial y de inversión positiva con China", incluso mientras se responde al "desafío sistémico que representa para la seguridad, prosperidad y valores [de Reino Unido]". Hay un simple reconocimiento de la realidad económica, pero no será un acto de equilibrio fácil, ya que el gobierno de Reino Unido se está enfrentando a los chinos en temas como Huawei, los uigures, Hong Kong y el Mar de China Meridional.

Pero también hay errores fundamentales en este documento. No se trata solo de cosas tipo "yo no lo hubiera escrito así": apenas un par de comentarios hacia la UE en 100 páginas confirman que el Reino Unido (en estado de Brexit) apenas está preparado para reconocer la existencia continuada, y mucho menos la importancia para la mayoría de las agendas internacionales, de la UE. Pero ese es el estado en el que nos encontramos y no mejorará rápidamente. El problema son las otras formas en que este documento se aferra a viejas ilusiones e ignora la realidad actual.

Foto: Barcos chinos en el Mar del Sur. (Reuters)

Porque, a pesar de todo el 'blabla' sobre tecnología, hay más de un simple soplo del siglo XIX en el Reino Unido que contempla este documento. Reino Unido puede ser una “superpotencia de poder blando”, pero el enorme impulso al gasto en Defensa muestra que todavía estamos obsesionados con mantener los atributos de una Gran Potencia. Johnson se regocija ante la perspectiva de que recuperemos nuestro estatus como propietario de la mayor armada europea; y la inclinación hacia el Indo-Pacífico aparentemente justifica el próximo despliegue de un nuevo gigantesco portaaviones (con aviones estadounidenses embarcados) para mostrar a los chinos quién gobierna las olas. Y no solo seguiremos siendo una potencia nuclear, aumentaremos nuestras existencias de ojivas nucleares, sin siquiera ofrecer una explicación de por qué lo estamos haciendo (este arrogante anuncio ya está haciendo daño a los esfuerzos internacionales de no proliferación nuclear, como ya se vio con la reacción del ministro de Exteriores Iraní a esta parte del documento 'maestro' británico).

Foto: La reina Isabel II saluda a los marineros del HMS Bulwark. (Reuters)

En cuanto al poder blando, el documento describe un mundo de competencia continua en varios niveles en el que los instrumentos no militares son de hecho de creciente importancia. Los acontecimientos de los últimos años pueden haber hecho mucho daño a la reputación de Gran Bretaña como un país pragmático, respetuoso de la ley y estable. Pero la administración pública británica, el servicio exterior, la radiotelevisión nacional y el poder judicial todavía son ampliamente admirados. El documento puede identificar a la BBC como "la emisora ​​que genera más credibilidad en todo el mundo" pero en realidad el gobierno de Johnson está precisamente librando la guerra contra todas estas instituciones. La ayuda exterior se ha reducido drásticamente para pagar armamento. Y el documento no muestra ningún reconocimiento de que, si desdeña comprometerse con sus vecinos europeos colectivamente a través de la UE, necesitará muchos más diplomáticos para hacerlo de manera efectiva en 27 capitales nacionales.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE)

Hay un desapego similar de la realidad en la agenda del Indo-Pacífico. Por supuesto, se prevé que el sudeste asiático sea el epicentro del crecimiento mundial en los próximos años. Pero toda la charla emocionada sobre las maravillosas nuevas oportunidades comerciales que aguardan a los exportadores británicos, especialmente si nos unimos al acuerdo comercial multinacional 'Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership' (CPTPP), ignora el hecho de que la mayoría de estas oportunidades estuvieron abiertas para nosotros durante años como miembro de la UE, que ha negociado o está negociando acuerdos comerciales bilaterales con nueve de los 11 países que forman el CPTPP. Por lo tanto, hay muchas posibilidades de que los bucaneros comerciantes-aventureros británicos, que se adentran en estas costas bordeadas de palmeras, encuentren un exportador alemán que ya esté instalado allí.

Foto: Líderes de 15 naciones de Asia-Pacíficio firman el pacto RCEP. (EFE)

Esta inclinación también delata la resistencia de ese otro espejismo británico aparentemente inquebrantable: que lo mejor que puede hacer Reino Unido es congraciarse con los estadounidenses y presentarse como su leal primer teniente, hombro con hombro con ellos en la arena de su mayor preocupación estratégica. Es cierto que la estrategia no funcionó tan bien en Irak y Afganistán, pero ¿quizás a la tercera vendrá la vencida en el Indo-Pacífico? De ahí la disposición del gobierno a presentar nuestra incapacidad para montar un grupo de ataque en portaaviones sin la ayuda estadounidense como una virtud más que como una vergüenza nacional. La ironía, por supuesto, es que si, como parece, incluso esto se logra recortando el ejército y desnudando la región central de la OTAN, podemos encontrar a los estadounidenses menos satisfechos de lo que esperamos.

Aquí, el público británico parece estar por delante del gobierno. Una investigación reciente de ECFR ha revelado el profundo impacto de los años de Trump en las actitudes europeas hacia Estados Unidos. La confianza en la garantía de seguridad de EEUU se ha evaporado, también en Reino Unido, donde un sorprendente 74% piensa que “Europa no siempre puede confiar en EEUU, tenemos que cuidar nuestra propia capacidad de defensa". Una encuesta de opinión pública de 2021 del British Foreign Policy Group reflejó de manera similar que “los británicos se están más dispuestos con los EEUU de Biden, pero Estados Unidos sigue siendo menos confiable que otros socios clave de seguridad, como Canadá, Australia, Alemania y Japón, y se considera una relación menos importante que nuestra asociación con la Unión Europea".

La irrealidad final que se cierne sobre este documento 'maestro' es el dinero. Las finanzas nacionales de Gran Bretaña están en caída libre, con el mayor impacto económico del covid-19 entre el G7, agravado por el duro golpe del Brexit. La deuda nacional ha superado los 2 billones de libras esterlinas (alrededor del 100% del PIB, la peor situación fiscal en 70 años) y sigue aumentando. La dura verdad es que nadie sabe actualmente lo que Reino Unido podrá permitirse en los próximos años, y todas las promesas de gasto dispersas a lo largo del documento pueden resultar no más duraderas que la promesa del manifiesto del gobierno de mantener la ayuda exterior en el 0,7% de la Renta Nacional Bruta (RNB).

Por lo tanto, a riesgo de recordarles a los chinos cómo los tratamos en las Guerras del Opio del siglo XIX, mucho de lo que este documento nos dice sobre Reino Unido es un sueño de humo. Con la fría luz del día, Reino Unido tendrá que adaptarse mejor a la nueva realidad de dónde se sienta en el mundo. Necesita aprender a aprovechar sus verdaderas fortalezas, incluso si estas carecen del atractivo nostálgico del 'hardware' militar y, aceptando las realidades de la geografía, reconstruir la cooperación con nuestros socios más cercanos.

* Análisis publicado originalmente en inglés por el European Council of Foreign Relations bajo el título Britains Global Pipe Dream

El Brexit no ha tenido un buen comienzo. Las exportaciones de bienes del Reino Unido a la Unión Europea cayeron más del 40% en enero; ha estallado una nueva disputa sobre la propensión de los ministros del Reino Unido a violar unilateralmente los términos del Protocolo de Irlanda del Norte; y los preparativos incompletos del gobierno han obligado a retrasar la introducción de controles en los productos entrantes de la UE, para evitar que los estantes de los supermercados estén vacíos. Pero el estado de ánimo del país y los sondeos de percepción del gobierno han revivido por el exitoso esfuerzo nacional de vacunación. La tan esperada publicación del 16 de marzo del 'Global Britain in a Competitive Age', el nuevo documento 'maestro' de la estrategia de política exterior y de seguridad del Gobierno británico, tenía la intención de ofrecer una mayor tranquilidad sobre la sabiduría del Brexit.

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