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La ultraderecha se crece en Países Bajos y exige hueco en el Gobierno de Rutte
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el segundo bloque en el parlamento

La ultraderecha se crece en Países Bajos y exige hueco en el Gobierno de Rutte

Rutte tiene ante sí un difícil puzzle que encajar para asegurar la estabilidad de su cuarto mandato, en el que la ultraderecha reclama un espacio por su peso parlamentario

Foto: Thierry Baudet, líder del FvD holandés. (EFE)
Thierry Baudet, líder del FvD holandés. (EFE)

Los liberales de centroderecha que lidera Mark Rutte fueron indiscutiblemente los ganadores de las elecciones de Países Bajos. Pero el conjunto de partidos de ultraderecha le siguieron de cerca, conquistando terreno con discursos que han ido desde el euroescepticismo y la xenofobia, hasta las teorías de la conspiración y el negacionismo sobre la pandemia del coronavirus.

Los de Geert Wilders (PVV), que perdieron espacio desplazados por una inesperada victoria de los liberales de izquierdas (D66), se quedaron con 17 escaños. Le siguió con ocho diputados Foro para la Democracia (FvD), de Thierry Baudet, y su escisión JA21, que entró por primera vez al Parlamento por la puerta grande para convertirse en una de las opciones que Rutte estaría dispuesto a añadir a su futura coalición.

Los tres partidos de ultraderecha suman 28 de los 150 escaños disponibles, conformando el segundo bloque legislativo, tan solo superados por los 34 liberales de derechas. Con estos resultados, el extremo derecho del espectro político neerlandés copa una sexta parte de los escaños en un Parlamento que se ha fragmentado entre 17 partidos de diferentes ideologías e intereses, un récord en Países Bajos desde la Segunda Guerra Mundial.

Foto: Mark Rutte en un Consejo Europeo en octubre de 2020. (Reuters)

Anti-euro, anti-migración

FvD había perdido mucho respaldo en las encuestas que se publicaron en los meses previos a las elecciones del 17 de marzo y pocos apostaban porque el partido pudiera levantar cabeza. Mensajes que evidenciaba el antisemitismo y racismo de algunos jóvenes del partido, pero también del propio Baudet, que se apegó a varias teorías de la conspiración que negaban la pandemia, criticaban el uso de las mascarillas y la utilidad de las vacunas, hicieron temblar la sede de FvD en Ámsterdam.

Parte de los miembros de la ejecutiva del partido exigieron la dimisión de Baudet por negarse a marcar distancia con esos mensajes. El rifirrafe llegó hasta la escena surrealista en el que Baudet cambió las claves de las redes sociales del FvD para seguir comunicándose directamente con sus seguidores en Twitter, mientras sus detractores cambiaron la cerradura de la puerta de la oficina para que Baudet no pudiera acceder. El culebrón duró varios días y al final se decidió someter a votación el futuro del líder de FvD. Baudet ganó el apoyo mayoritario en una votación que llegó a estar rodeada de rumores de fraude e invitó a sus detractores a marcharse a otro partido.

Joost Eerdmans y Annabel Nanninga optaron por irse tras la disputa interna y el pasado 18 de diciembre, a unas semanas de la campaña electoral, fundaron JA21, un partido que se define como de “verdadera derecha”, aunque recoge en su programa electoral la necesidad de sacar a Países Bajos de la eurozona, aplicar una “política de inmigración más estricta" y posicionarse “contra la transferencia de recursos del norte al sur de Europa y contra el eurofederalismo”.

placeholder Joost Eerdmans, líder de JA21. (EFE)
Joost Eerdmans, líder de JA21. (EFE)

Con estas ideas, este nuevo partido se ha hecho con tres escaños, justo los que necesitaría una coalición entre los liberales del VVD, los progresistas D66 y los democristianos CDA. Los tres están dispuestos a seguir gobernando como han hecho en los últimos cuatro años, pero necesitan dos o tres grupos parlamentarios más para poder gobernar en mayoría. “Podremos lograr una mayoría de derechas. D66 tampoco ocupaba el primer lugar en nuestras preferencias, pero podemos acércanos”, dijo Eerdmans, quien puso como prioridad la reducción de la inmigración, retirar las inversiones contra el cambio climático y mantener distancias con la UE. ¿Qué ofrece JA21 a cambio? Mayoría en el Parlamento y en el Senado, donde es difícil encontrar una combinación de partidos con los diputados y senadores necesarios.

¿Ultras o cristianos?

Y por eso Rutte no ha querido descartar esta posibilidad: que JA21 sea su cuarto socio, sustituyendo al actual, Unión Cristiana. Este partido cristiano le exigió renunciar a cualquier debate de ética médica durante los últimos cuatro años —avances en la ley de eutanasia y del aborto, por ejemplo— si quería su respaldo parlamentario. Y así lo firmaron en el acuerdo de coalición que llega ahora a su fin. Pero los progresistas no están dispuestos a ampliar ese mismo acuerdo en el futuro, dejando de lado esos temas sensibles. Prefieren buscar nuevos socios acordes a su proeuropeísmo y progresismo, pero no en la ultraderecha, como haría Rutte. Esta cuestión generó las primeras tensiones en la negociación de la futura coalición.

D66 miraría más a Volt, un partido proeuropeo por excelencia, con filiales en todos los países de la Unión Europea, pero que entró con tres escaños en un parlamento nacional por primera vez desde su fundación fruto de las desavenencias del Brexit. También miran más a los nueve socialdemócratas (PvdA), que siguen arrastrando la debacle electoral sufrida en 2017, cuando recibieron un fuerte castigo en las urnas tras apoyar los planes de recortes anunciados por los liberales de Rutte durante la etapa de la crisis financiera. Salieron escarmentados de esos comicios, así que ahora no quieren gobernar sin otro socio de izquierdas en una coalición, como los verdes GroenLinks, que perdieron la mitad de sus escaños en estos comicios, pasando de 14 a 8 diputados, después de años de popularidad en el país. Esto resultaría en una formación de cinco partidos políticos, ocupando desde el centro derecha a la izquierda del espectro político.

Foto: Mark Rutte junto a Llilian Marijinissen, líder del partido socialista neerlandés. (EFE)

Las cuentas saldrían mucho más fácilmente si alguien quisiera los 17 escaños del tercer partido más grande del Parlamento, el PVV que lidera Wilders desde 2008. Pero nadie ha puesto esta opción sobre la mesa. Todo lo contrario: los partidos con voz y voto han descartado una coalición con la ultraderecha. Hasta ahora, era el líder de la oposición a Rutte, y probablemente lo seguirá siendo durante la próxima legislatura, la cuarta consecutiva del liberal. Pero no será porque Wilders no quiera: se ha ofrecido a formar una coalición de “centroderecha” y ha mostrado su esperanza de que estos partidos “se retracten de lo dicho” porque no cree que tenga sentido excluir un partido como el PVV “así como así”. Pero desde la noche electoral, Wilders lo tiene claro: “No hay lugar para nosotros en la coalición”, sentenció, tras celebrar su victoria, aunque con tres escaños arrebatados por D66.

Los socios más probables: centroderecha y centroizquierda

De momento, todo gira en torno a los liberales de Rutte y los de Sigrid Kaag, ambos se saben ganadores y necesarios para el futuro de Países Bajos, pero también son conscientes de que por sí solos no van a ninguna parte y necesitan el respaldo parlamentario de dos o tres partidos más. Los democristianos, que lidera el ministro de Finanzas Wopke Hoekstra, parecen ser el tercer partido en sumarse a esa coalición, el socio “natural” de Rutte, como él mismo los llamó el día que fue a votar. Pero D66 también necesita aliados “naturales” que le permitan equilibrar la balanza hacia la lucha contra el cambio climático y el euroescepticismo cada vez más evidente del centroderecha cuando se trata de transferir fondos a Bruselas.

Foto: Rutte tras votar en La Haya. (EFE)

Además de esto, los dos partidos hicieron promesas electorales algo incompatibles. D66 prometió guarderías gratuitas cuatro días a la semana para los padres, pero el VVD no está de acuerdo con esta idea. Como mucho, quiere que los cuidados infantiles sean más baratos, pero no gratis. Los progresistas quieren un impuesto sobre la producción de la carne, justificado en sus consecuencias para el clima, el medio ambiente y la calidad del aire. Los liberales creen que hacer que los precios de los alimentos sean más caros sería contraproducente para una dieta más saludable en la sociedad. El VVD defiende la prohibición del burka o cualquier otra prenda que cubra la cara en todo el espacio público, incluido el transporte público, la educación, los centros médicos y las instituciones públicas; en D66 no están dispuestos a ir tan lejos.

Ahora mismo las negociaciones están solo en fase de “exploración” del terreno parlamentario. Aunque el VVD y D66 dan por hecho que jugarán un rol primordial en el futuro Gobierno, aún debe sentarse a la mesa para limar sus diferencias antes de sumar a otros partidos. Se espera que las conversaciones no sean fáciles y lleven bastante tiempo, aunque quizás no superando el récord de 2017, cuando hicieron falta un total de 225 días de reuniones, casi ocho meses desde las elecciones generales hasta la toma de posesión del gabinete de Rutte III. Países Bajos no tiene tanto tiempo en esta ocasión. Construir las bases de Rutte IV se hace más urgente que nunca, en un país sumido ya en la tercera ola del coronavirus y con un ejecutivo en funciones con las manos atadas.

Los liberales de centroderecha que lidera Mark Rutte fueron indiscutiblemente los ganadores de las elecciones de Países Bajos. Pero el conjunto de partidos de ultraderecha le siguieron de cerca, conquistando terreno con discursos que han ido desde el euroescepticismo y la xenofobia, hasta las teorías de la conspiración y el negacionismo sobre la pandemia del coronavirus.

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