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A un paso del autoritarismo: cómo Hungría dejó de ser una democracia en 10 años
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A un paso del autoritarismo: cómo Hungría dejó de ser una democracia en 10 años

Freedom House ha publicado un informe en el que evalúa la calidad democrática de 29 países que en el pasado formaron parte de la URSS o estuvieron bajo influencia soviética

Foto: Manifestación en Hungría en 2016. (EFE)
Manifestación en Hungría en 2016. (EFE)

Hace poco más de diez años que comenzaba la 'era Orbán' en Hungría: las elecciones de abril de 2010, las sextas que vivía el país tras la caída de la URSS, abrieron la puerta del Parlamento húngaro al Fidesz-Unión Cívica Húngara, tras obtener una aplastante mayoría absoluta, la mayor registrada desde el restablecimiento de la democracia en el país. Esa democracia, sin embargo, se ha ido disipando desde la llegada de Viktor Orbán, no sin múltiples advertencias, hasta este momento, en el que la ONG Freedom House, que al inicio de su mandato consideraba Hungría una democracia consolidada, ha rebajado su puntuación para situarlo en la lista de países con regímenes híbridos, categoría intermedia entre las democracias y los autoritarismos.

"El declive [democrático] de Hungría ha sido el más precipitado registrado en la historia de 'Nations in Transit'", un informe que la ONG publica cada año desde 1995 (y con la misma metodología desde 2003) analizando las reformas acometidas en los países de Europa y la zona euroasiática que, o bien formaron parte de la URSS, o que estuvieron bajo influencia soviética en el pasado. Según la clasificación que utiliza la organización, Hungría ha pasado de ser una de las democracias líderes en la región en 2005 a convertirse en un régimen híbrido, convirtiéndose en el primer país de los 29 que se incluyen en el estudio en descender dos clasificaciones hasta abandonar completamente el grupo de las democracias.

El informe prevé tres tipos de regímenes, democracias, regímenes híbridos y autocracias; en el primero y el último las divide entre consolidadas y semiconsolidadas, mientras que el segundo es el ecuador de las demás. De los 29 países que evalúa, se ha pasado de las 15 democracias (consolidadas o en vías) que había en 2010 a considerar únicamente 10 en 2020; también ha decrecido el espectro de los autoritarismos, pasando de once a nueve; sin embargo, de los tres países considerados regímenes híbridos en 2010 se ha pasado a diez en la actualidad. Todo esto, en función de la puntuación obtenida en una serie de métricas desde el 1 al 7, siendo esta última el mayor nivel de democracia posible. Así pues:

  • Régimen autoritario consolidado: puntuación del 1 al 2
  • Régimen autoritario semiconsolidado: puntuación del 2,01 al 3
  • Régimen híbrido o transicional: puntuación de 3,01 a 4
  • Régimen democrático semiconsolidado: puntuación del 4,01 al 5
  • Democracia consolidada: puntuación del 5,01 al 7

"Mandatarios de toda índole han tratado de manipular el escenario electoral, cumpliendo con los procedimientos más superficiales de un proceso electoral libre mientras, por debajo, se diseña otro para obtener un resultado concreto. Si bien menos ofensivas que otras, estas tácticas corroen la integridad del proceso electoral y suponen la preparación de un escenario para la absoluta dominación: Hungría es el más obvio ejemplo de todas estas tácticas", señala la ONG. Ni siquiera los resultados de las elecciones municipales del año pasado, que arrebataron al ultraderechista Orbán la capital, Budapest, fueron un freno: "la masiva red de propaganda gubernamental y la aplicación politizada de recursos administrativos han seguido abrumando a los partidos de la oposición", señala Freedom House.

Hacia el control absoluto, pandemia mediante

En su informe, Freedom House acusa al Gobierno húngaro de haber abandonado toda "pretensión de respeto a las instituciones democráticas". "Después de centralizar el poder, de inclinar el campo de juego electoral, de apoderarse de gran parte de los medios de comunicación y de hostigar a las organizaciones de la sociedad civil críticas [hacia su Gobierno] desde 2010, en 2019 se ha movido para tratar de consolidar su poder incluso sobre nuevas áreas de la vida pública, como la educación —impulsó un nuevo plan de estudios en el que la Historia debe fomentar el orgullo nacional y la Literatura tiene que readmitir a autores antisemitas— o las artes", señala la ONG.

Foto: Un activista del partido opositor húngaro Egyutt ('Juntos') elimina un póster del Gobierno atacando al multimillonario George Soros, en Budapest. (Reuters)

Y en ningún caso, los estados miembros de la UE parecen haber hecho nada por evitarlo: "Han fracasado a la hora de abordar las violaciones del Estado de derecho dentro del bloque se ha sumado a una lenta erosión de los derechos de los migrantes y solicitantes de asilo. Hungría [ni Polonia] ha tenido repercusiones por dañar el estado de derecho en el país, y el partido gobernante, el Fidesz de Orbán, incluso sigue siendo miembro del grupo más grande del Parlamento Europeo, el PPE". Ahora bien, la llegada de una enfermedad como es el covid-19 al país incluso ha facilitado ese refuerzo del más absoluto control por parte de Orbán.

Con prácticamente toda la oposición en contra, el Parlamento húngaro aprobó a finales de marzo una enmienda legal autorizando al Ejecutivo a gobernar a golpe de decreto (sin debate ni modificaciones). Y no solo eso: una ley especial que confirma el estado de emergencia hasta 2021, la suspensión de la temporada parlamentaria 'sine die', el retraso hasta nueva orden de cualquier votación, elecciones o referéndum y el castigo con cinco años de cárcel para quien difunda noticias falsas o rumores sobre la actual crisis. Por ahora la Comisión Europea solo ha afirmado que monitoreará de cerca la norma húngara, y recordó, tiempo atrás, que los cambios legales para lidiar contra el coronavirus deben ser "temporales". Didier Reynders, comisario de Justicia, se ha limitado a señalar en Twitter que el Ejecutivo comunitario evalúa la nueva norma húngara.

Hace poco más de diez años que comenzaba la 'era Orbán' en Hungría: las elecciones de abril de 2010, las sextas que vivía el país tras la caída de la URSS, abrieron la puerta del Parlamento húngaro al Fidesz-Unión Cívica Húngara, tras obtener una aplastante mayoría absoluta, la mayor registrada desde el restablecimiento de la democracia en el país. Esa democracia, sin embargo, se ha ido disipando desde la llegada de Viktor Orbán, no sin múltiples advertencias, hasta este momento, en el que la ONG Freedom House, que al inicio de su mandato consideraba Hungría una democracia consolidada, ha rebajado su puntuación para situarlo en la lista de países con regímenes híbridos, categoría intermedia entre las democracias y los autoritarismos.

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