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Amigos hasta en el infierno: Rusia se plantea borrar de la etiqueta "terrorista" a los talibanes
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¿Simbolismo o sustancia?

Amigos hasta en el infierno: Rusia se plantea borrar de la etiqueta "terrorista" a los talibanes

Una delegación talibana fue invitada a participar en un foro ruso en mayo, pese a que son considerados "terroristas" en el país. El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso se plantea cambiar el estatus del Gobierno de Afganistán

Foto: Los talibanes montan guardia en la capital afgana, Kabul. (EFE/Samiullah)
Los talibanes montan guardia en la capital afgana, Kabul. (EFE/Samiullah)

Cuando los talibanes se acercaban a Kabul en agosto de 2021 y el país estaba a punto de romperse, todas las embajadas salieron en estampida. Tan solo el cónsul de un país se quedó en la capital, el embajador ruso Dmitry Zhirnov se convirtió en el primer diplomático en reunirse con representantes talibanes. "Son tipos razonables", afirmó tras el encuentro con el recién autoproclamado Gobierno. En un punto en el que Rusia estaba quemando todos los puentes, y pese al rechazo del movimiento islamista, una mano amiga puede surgir de un punto en común: la estridente retórica antioccidental.

Sin embargo, esa mano se tendió sin convicción: el miedo al terrorismo que Rusia había experimentado en sus propias carnes —en 2022, un atacante suicida se inmoló contra la embajada rusa en Afganistán— le hacía dudar de su aliado. Hoy, con una guerra de por medio que empieza su tercer año, Rusia se está planteando retirar el estatus de "organización terrorista" al movimiento talibán (prohibido en la Federación).

"Esta cuestión está siendo estudiada. La decisión final la tomarán los máximos dirigentes políticos del país", indicó el Ministerio de Asuntos Exteriores rusos, citado por la agencia estatal TASS. Esta sentencia se produjo después de que el representante del Kremlin en Afganistán invitara a una delegación talibana a un evento en Moscú que se celebrará en mayo. Un juego diplomático de sombras que solo acaba de empezar.

placeholder Miembros de seguridad talibanes montan guardia durante el Nowruz. (EFE)
Miembros de seguridad talibanes montan guardia durante el Nowruz. (EFE)

Se haga efectiva o no la decisión, surgen tres preguntas: ¿por qué ahora? Dos semanas después del peor atentado de Rusia en los últimos 25 años, ¿qué ganan? Rusia tiene mucho que aportar a Afganistán, pero los talibanes tienen poco que ofrecer a Moscú, ¿está el Kremlin desesperado por encontrar aliados?

Parece que la primera de las cuestiones, sobre la que recaen 144 muertos, haría declinar la decisión a cualquier país. La segunda tampoco aporta nada positivo al Kremlin, pero es, en esta última donde todas las hipótesis confluyen. Desde que la votación no vinculante de la Asamblea General de Naciones Unidas, a principios de la invasión a gran escala, dejó a Rusia con solo siete hipotéticos aliados, Moscú ha estado arañando influencia en todos los consulados de los países que dudan del culpable en la guerra.

"Esta decisión aumentará significativamente la confianza entre ambos países"

Afganistán, pese a que votó a favor de que Rusia retirase sus tropas de Ucrania, guarda vínculos históricos con el Kremlin que son imprescindibles para leer entre líneas la política exterior de estos dos países. "Esta decisión aumentará significativamente la confianza entre ambos países y también facilitará una mayor cooperación en la esfera económica y más allá. Esto envía una señal positiva a otros países para que eliminen obstáculos similares", dijo a un medio afgano Zabihullah Mujahid, representante del Emirato Islámico (nombre que los talibanes dan a su Gobierno). "Aunque no necesitamos cooperación con ningún otro país, nosotros mismos tenemos la fuerza suficiente para contrarrestar cualquier tipo de amenaza", añadió después.

¿Un oso en el desierto?

Incluso si Rusia decide eliminar el estatus de organización terrorista, "esas medidas serían puramente simbólicas", explica en un análisis para el Carnegie Endowment for International Peace el investigador, Ruslan Suleymanov. "Es poco probable que hagan mucho para profundizar los lazos económicos entre los dos países". Nada más lejos de la realidad: designar las cosas con un nombre diferente no las transforma.

Sin embargo, ver a una delegación talibana desfilando por las calles de Moscú en el foro económico internacional Rusia - Mundo Islámico: KazanForum, que se celebrará del 14 al 19 de mayo, es un paso considerable hacia una amistad. Pero no solo eso, Rusia ha hecho una serie de promesas económicas al movimiento islámico que, por lo que dicen los talibanes, no llegan a surtir efecto.

Pero para hablar de relaciones comerciales, primero hay que hablar de voluntad. "Los talibanes claramente quieren una mayor cooperación con Rusia. En cada reunión con funcionarios rusos, buscan un plan para llevar las relaciones bilaterales a un nuevo nivel y flexibilizar las reglas de visados", explica Ruslan. "Después de todo, el Kremlin sigue siendo un socio conveniente".

Por su parte, la relación que proyecta Rusia hacia Afganistán es un poco más compleja en un constante tira y afloja entre Occidente y el movimiento islámico. Con Putin recién nombrado presidente de Rusia, en 2001, apoyó la invasión de Afganistán por parte de Estados Unidos y sus aliados. En ese mismo momento, los talibanes habían reconocido la independencia de Chechenia. La amistad con Rusia era un sueño lejano. Sin embargo, a medida que la relación de Rusia con Occidente se deterioró, la visión del Kremlin sobre los talibanes cambió y, en la toma del poder de hace tres años sobre Kabul, se retomaron los lazos forjados durante la época de la Unión Soviética.

Pese a todo, siempre está presente la sombra del terrorismo. "Los talibanes desestiman las preocupaciones de Rusia sobre la seguridad y sostienen que ya no tienen un problema de terrorismo", dice el analista. En su investigación, Ruslan menciona el que hubo un 75 por ciento menos de ataques terroristas en Afganistán en 2022 que el año anterior, en referencia al Índice de Terrorismo Global elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz de Australia. Sin embargo, "el Índice sigue clasificando a Afganistán como la nación más peligrosa del mundo para el terrorismo".

Foto: Soldados talibanes hacen guardia durante una ceremonia de bienvenida de los dos últimos prisioneros afganos de la Bahía de Guantánamo, en el aeropuerto de Kabul. (EFE/Samiullah Popal)
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Rusia, más que necesitar un apoyo militar por parte de los talibanes, lo que busca es un respaldo a su visión antioccidental. Reafirmar sus ideas frente a un enemigo que lo señala por los cuatro costados, es una victoria para el Kremlin o, de una manera más precisa, es una forma de decir a la OTAN que no están solos.

El dinero hace amigos

Rusia perdió, en el momento en el que traspasó la línea divisoria que le separa de Ucrania, gran parte de sus aliados económicos. Estaba aislada, pero sorteando las sanciones impuestas por Occidente consiguió salvarse de lo que algunos vaticinaron como un desastre. Aunque también abrió la puerta a otros socios que tenía olvidados, entre los que se encuentran los talibanes.

"De una forma u otra, profundizar los vínculos con Kabul es una prioridad del Kremlin", menciona Ruslan. "Simbólicamente, el año pasado Rusia otorgó una acreditación a un funcionario talibán para representar diplomáticamente a Afganistán en Rusia. Solo un puñado de otros estados del mundo han dado ese paso".

Pero hacer amigos es mucho más fácil con la miel en los labios. Moscú ha manifestado interés en toda una serie de proyectos ambiciosos que involucran a Afganistán, entre los que se encuentra la construcción del gasoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India y el ferrocarril Transafgano que une Uzbekistán y Pakistán. "Pero aún falta mucho para que esto se haga realidad, en gran medida debido a los problemas de seguridad en Afganistán", agrega el analista.

Foto: Tom Keatinge. (Cedida)

Sumado al carro, el año pasado, Reuters informó de que Rusia prometió suministrar a Afganistán 1 millón de toneladas de gasolina, 1 millón de toneladas de diésel y 500.000 toneladas de gas natural licuado por año. Además, ahora se supone que Moscú entregará 2 millones de toneladas de trigo a Afganistán cada año. Rusia ha confirmado el acuerdo, pero fuentes talibanas sugieren que las entregas reales están muy por debajo de lo prometido.

Rusia es consciente de que no es un momento oportuno para dar un paso adelante en las relaciones con los talibanes. Con el luto del Crocus aún en el recuerdo más cercano, un paso en falso de la Federación puede remitir en un duro golpe para los dirigentes del Kremlin, pero ya saben... hay que tener enemigos hasta en el infierno. Y, en la balanza de Putin, lo que más pesa está claro.

Cuando los talibanes se acercaban a Kabul en agosto de 2021 y el país estaba a punto de romperse, todas las embajadas salieron en estampida. Tan solo el cónsul de un país se quedó en la capital, el embajador ruso Dmitry Zhirnov se convirtió en el primer diplomático en reunirse con representantes talibanes. "Son tipos razonables", afirmó tras el encuentro con el recién autoproclamado Gobierno. En un punto en el que Rusia estaba quemando todos los puentes, y pese al rechazo del movimiento islamista, una mano amiga puede surgir de un punto en común: la estridente retórica antioccidental.

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