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El inesperado regreso del síndrome de La Habana: una investigación apunta a la Inteligencia rusa
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El inesperado regreso del síndrome de La Habana: una investigación apunta a la Inteligencia rusa

Según varios medios internacionales, el Servicio de Inteligencia Militar ruso estaría detrás de esta extraña dolencia que lleva afectando a decenas de funcionarios estadounidenses

Foto: Un hombre camina al lado del edificio de la embajada de EEUU en Rusia, en agosto de 2023. (EFE/Maxim Shipenkov)
Un hombre camina al lado del edificio de la embajada de EEUU en Rusia, en agosto de 2023. (EFE/Maxim Shipenkov)
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El llamado síndrome de La Habana sigue siendo uno de los grandes misterios médicos y geopolíticos de nuestro tiempo, aunque, si lo que afirma la investigación conjunta recién publicada por CBS, The Insider y Der Spiegel es cierto, ya lo es un poco menos. De acuerdo con estos medios, el GRU, el Servicio de Inteligencia Militar ruso, y en concreto la conocida Unidad 29155, estaría detrás de esta extraña dolencia que lleva afectando a decenas de funcionarios estadounidenses —y canadienses— desde hace una década, y que se conoce popularmente de este modo porque los primeros casos que se hicieron públicos ocurrieron en la capital de Cuba en 2016.

Según The Insider, la investigación "ha descubierto evidencia documental de que la Unidad 29155 ha estado experimentado exactamente con el tipo de tecnología armamentística que los expertos sugieren que es una causa plausible para la misteriosa condición médica", cuyos síntomas aparecen descritos en detalle aquí.

La publicación se produce 13 meses después de que la Oficina del Director Nacional de Inteligencia de EEUU difundiese un informe que parecía haber dado carpetazo al asunto, en el que se estimaba que "la opinión de la Comunidad de Inteligencia es que los adversarios de EEUU, incluyendo a Rusia, no han estado implicados en una campaña global que ha llevado a los AHI [el acrónimo en inglés de incidentes anómalos de salud, el nombre oficial que se le da a los casos del síndrome de La Habana", y que es "altamente improbable" que "un adversario extranjero sea responsable por los AHI reportados". Es decir, exactamente lo contrario que afirman estos medios.

Entre las novedades más o menos sólidas que presenta esta nueva investigación está el hecho de que el número de víctimas es mayor de lo que se había reportado inicialmente —más de un centenar de personas—, e incluye no solo a miembros de la CIA y el Departamento de Estado, sino también del FBI y las fuerzas armadas, así como a familiares de estos funcionarios. También que el primer caso tuvo lugar mucho antes de lo que se había hecho público hasta ahora, en la ciudad alemana de Fráncfort en 2014, poco después de la invasión rusa de Crimea. El último incidente, reportado ahora por primera vez, ocurrió en fecha tan tardía como la cumbre de la OTAN en Vilna en julio de 2023, en el que un alto cargo del Departamento de Defensa resultó afectado.

Foto: Embajada de Estados Unidos en La Habana. (EFE/Ernesto Mastrascusa)

Pero, sobre todo, uno de los nuevos elementos clave es que, según afirman estos medios, muchas de las víctimas han sido capaces de identificar a posteriori como presentes en el lugar a miembros clave de la Unidad 29155, incluyendo a Albert Averyanov, que fue reconocido por una de las afectadas en Tiblisi, la capital de Georgia. Este individuo es el hijo de Andrey Averyanov, el líder de dicha unidad responsable de múltiples operaciones de sabotaje e intentos de asesinato por toda Europa, incluyendo el del exespía ruso Sergei Skripal en Reino Unido.

La presencia de miembros de la Inteligencia rusa en los lugares donde se habían producido incidentes de este tipo contra operativos estadounidenses ya había sido reportada, si bien algunos miembros de la comunidad de Inteligencia expresaban dudas sobre la existencia de una relación causa-efecto, puesto que estas víctimas —a menudo, parte de la CIA— operaban en entornos altamente vigilados donde el despliegue de la contrainteligencia rusa es una situación normal. Pero esta nueva información apunta directamente a la Unidad 29155. El afectado en Fráncfort, por ejemplo, ha identificado a Egor Gordienko, el mentor de Albert Averyanov, como la persona que llevó a cabo el reconocimiento de la residencia consular estadounidense en esta ciudad alemana antes de que se produjese el presunto ataque.

El nexo ruso

The Insider, un medio gestionado por opositores rusos en el exilio, ha logrado rastrear los movimientos de varios miembros de la Unidad 29155 y situarlos en Fráncfort por esas mismas fechas, no solo Gordienko, sino también Denis Sergeev, alias Denis Fedotov, un viejo conocido del CNI por haber viajado a Cataluña en 2016 y 2017. También han podido rastrear la presencia de Alexander Mishkin, uno de los responsables del envenenamiento de Skripal con Novichok, en China, en la misma época en la que se produjeron una veintena larga de casos en el consulado estadounidense en Guangzú.

Según afirma esta publicación, "The Insider y sus compañeros de investigación han descubierto nuevas evidencias —en forma de documentos de Inteligencia rusos interceptados, registros de viaje y metadata de llamadas, así como testimonios de testigos—, cuya totalidad desafía la estimación hecha por la ODNI [la Oficina del Director Nacional de Inteligencia de EEUU]". En los últimos meses, The Insider parece haberse hecho con un conjunto de documentos filtrados de los servicios de Inteligencia rusos, que le han permitido publicar una exclusiva tras otra sobre el GRU y otras instituciones.

Por su parte, el programa 60 minutes de la cadena CBS, uno de los medios participantes en la investigación conjunta, relata en detalle el caso de una oficial de contrainteligencia del FBI identificada como Carrie, que fue supuestamente atacada dos veces en 2020 tras participar en los interrogatorios de Vitalii Kovalev, un presunto espía ruso detenido tras una espectacular persecución automovilística en Florida, y cuyo perfil técnico como experto en microelectrónica se ajustaría a lo que se requeriría para una operación de las características de un hipotético "ataque invisible".

Foto: Ingo Gerhartz (i), jefe de la Bundeswehr, y el canciller alemán, Olaf Scholz, en junio de 2023. (EFE/Clemens Bilan)

Mark Zaid, el abogado de Carrie, revela en la entrevista con CBS que existen otros casos de miembros del FBI afectados, todos ellos relacionados con investigaciones sobre Rusia. La propia Carrie afirma: "Estamos lidiando con armas de energía. Esto no va a desaparecer. Mira lo efectivo que ha sido. Es el armamento de la próxima generación. Y, desgraciadamente, ha sido refinada en algunos de nosotros, y estamos siendo los sujetos de prueba".

El programa también entrevista a Greg Edgreen, un teniente coronel retirado que dirigió la investigación que la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) llevó a cabo sobre este fenómeno entre 2021 y 2023. Aunque Edgreen señala que no puede revelar muchos detalles al tratarse de información clasificada, sostiene: "Una de las cosas de las que empecé a darme cuenta era el calibre de los oficiales que estaban siendo afectados".

Esto no le estaba pasando a nuestros peores oficiales o a los de medio rango, le estaba pasando al 5 o 10% más eficiente de nuestros oficiales en la Agencia de Inteligencia de la Defensa. Y, de forma consistente, había un nexo ruso. Había algún ángulo donde habían trabajado contra Rusia, se habían enfocado en Rusia, y lo habían hecho extremadamente bien. Edgreen señala que, en su opinión, estos funcionarios están siendo atacados, y el responsable es Rusia.

Aquí-no-hay-nada-que-ver

Uno de los indicios citados por The Insider es la aparición de documentación que prueba la existencia de un antiguo programa soviético clasificado llamado Reduktor, lanzado en 1984 en un instituto tecnológico con el objetivo de estudiar el uso de "la radiación electromagnética para influir en el comportamiento y las reacciones de objetos biológicos, [incluidas] personas".

Pero aún más interesante es el papel del coronel Ivan Terentiev, alias Ivan Lebedev, presente también en China durante los incidentes de Guangzú en 2017. Según un documento hecho público por The Insider, recibió un pago en 2017 por "derechos de propiedad intelectual por su investigación e invenciones en el Ministerio de Defensa", en concreto por "las capacidades potenciales de armas acústicas no letales en actividades de combate en entornos urbanos".

Nada de esto, por supuesto, constituye una prueba irrefutable de que Rusia esté detrás de este fenómeno, pero es un indicador potente de que pueden existir más elementos de los reportados hasta la fecha. Según The Insider, "el Comité Permanente Selecto sobre Inteligencia de la Cámara de Representantes está en estos momentos investigando cómo las agencias de espionaje de EEUU llegaron a su estimación de aquí-no-hay-nada-que-ver en marzo de 2023". Además, apunta que dicho informe señala que diferentes agencias de la comunidad de Inteligencia atribuyen diversos niveles de confianza a esta conclusión, y que la mencionada DIA y la NSA (la agencia de Inteligencia de señales de EEUU) podrían estar en desacuerdo con ese dictamen.

Por su parte, el abogado Zaid asegura en el programa de CBS que, en su opinión, basada en la información clasificada a la que ha tenido acceso, hay evidencias de encubrimiento por parte del Gobierno de Estados Unidos, en el sentido de "líneas de investigación que potencialmente nos llevarían a respuestas con las que no queremos tener que lidiar, así que no vamos a explorar ninguna de esas avenidas". La historia del síndrome de La Habana, parece, todavía no ha terminado de escribirse.

El llamado síndrome de La Habana sigue siendo uno de los grandes misterios médicos y geopolíticos de nuestro tiempo, aunque, si lo que afirma la investigación conjunta recién publicada por CBS, The Insider y Der Spiegel es cierto, ya lo es un poco menos. De acuerdo con estos medios, el GRU, el Servicio de Inteligencia Militar ruso, y en concreto la conocida Unidad 29155, estaría detrás de esta extraña dolencia que lleva afectando a decenas de funcionarios estadounidenses —y canadienses— desde hace una década, y que se conoce popularmente de este modo porque los primeros casos que se hicieron públicos ocurrieron en la capital de Cuba en 2016.

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