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Ampliación de la Unión Europea sobre los cimientos de la cooperación científica
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la 'epidemia silenciosa'

Ampliación de la Unión Europea sobre los cimientos de la cooperación científica

Proyectos de investigación como los que se realizan para erradicar y tratar la tuberculosis asientan el desarrollo de Ucrania, Moldavia o Georgia desde hace años

Foto: Archivo: una bandera de la Unión Europea. (Europa Press / Eduardo Parra)
Archivo: una bandera de la Unión Europea. (Europa Press / Eduardo Parra)

La tuberculosis sigue siendo la 'epidemia silenciosa' de nuestro tiempo. Así lo demuestra el Informe mundial sobre la tuberculosis 2023, publicado el pasado noviembre por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El estudio la confirma como la segunda causa infecciosa de mortalidad —detrás del covid— con 1,3 millones de víctimas en 2022 –casi el doble que el VIH. Además, subraya su diagnóstico en 7,5 millones de personas, la cifra más alta desde que la OMS inició el seguimiento mundial de la enfermedad en 1995.

Pero estos datos ofrecen una realidad más esperanzadora: la recuperación de los servicios de diagnosis y tratamiento tras superar la pandemia por coronavirus. La mayor identificación de casos refleja un aumento del acceso y las prestaciones sanitarias en los países más afectados, generalmente naciones en desarrollo, como India e Indonesia, donde las personas recién diagnosticadas han aumentado hasta superar niveles de 2019.

Los avances científicos han progresado, pero no lo suficiente y no al unísono. La actual vacuna no protege de la tuberculosis pulmonar a adolescentes y adultos, principales transmisores. Mientras que el tratamiento requiere acceso a ciertos fármacos porque, sin ellos, casi la mitad de los pacientes muere. Además, la bacteria muta y resiste a los medicamentos. Factores que la convierten en una 'enfermedad de la pobreza', afectando particularmente a regiones asiáticas, africanas y sudamericanas, pero también a países del este europeo. Estos últimos avanzan en la lucha contra la enfermedad gracias, en buena parte, al esfuerzo comunitario.

"Georgia ha progresado mucho en su lucha contra la tuberculosis debido al plan nacional de su gobierno. Pero también gracias a la ayuda de los proyectos europeos", explica Cristina Vilaplana, jefa de la Unidad de Tuberculosis Experimental en el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP) de Barcelona. La Dra. Vilaplana, que hace una década que visita Georgia, se refiere al proyecto SMA-TB coordinado por ella y financiado a través de 6,3 millones de euros procedentes del programaç Horizon2030.

Foto: Imagen de archivo: iStock.

Desde 2020, esta iniciativa desarrolla actividades para mejorar el tratamiento de pacientes con tuberculosis en coordinación con entidades de Sudáfrica y Georgia; países con más incidencia que España. Entre ellas, destacan la búsqueda de un nuevo algoritmo de medicina para predecir las respuestas al tratamiento dirigido al huésped en enfermos y las terapias para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Georgia, con 60 nuevos pacientes por cada 100.000 habitantes, es uno de los países con mayor incidencia del entorno europeo, donde la media es de 10/100.000. También Moldavia y Ucrania, con tasas de 74 y 90, respectivamente. Aun así, los tres países, que entraron en 2023 por primera vez en el paquete de ampliación de la Unión Europea, han recortado el número de nuevos enfermos en la última década. En concreto, Georgia los ha reducido a la mitad desde entonces.

"Sus equipos, como los nuestros, se han nutrido de proyectos europeos para entrenar a personal, para ayudar en laboratorio, para capacity building, etc.", enumera la Dra. Vilaplana. “También les ha permitido mejorar las instalaciones de Centro de Tiblisi. Regresé allí tras la pandemia y el cambio ha sido brutal”. El National Center for Tuberculosis and Lung Diseases de la capital georgiana, centro de referencia para los cerca de 4 millones de habitantes del país, ha adquirido máquinas para el diagnóstico molecular y de todo tipo.

"Este requería recoger una muestra total de 354 pacientes, de la que solo logramos el 60%"

Desde el centro de Tiblisi, el equipo de investigación de Vilaplana en el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP) ha recibido las muestras para el ensayo clínico, que era uno de los objetivos principales del proyecto SMA-TB. "Este requería recoger una muestra total de 354 pacientes, de la que solo logramos el 60%. Esto es un problema que tuvieron muchos estudios realizados durante la pandemia, cuando se complicó el acceso a los enfermos y el funcionamiento de los centros de salud", explica la coordinadora, subrayando que los datos recogidos servirán para futuras investigaciones, cuando este verano termine su proyecto.

La lucha contra la tuberculosis

La pandemia por coronavirus ha afectado a la tuberculosis en varios aspectos. No solo la relegó a la segunda causa de muerte por enfermedad infecciosa, sino que se estima que su impacto en el control y tratamiento de la tuberculosis producirá 1,4 millones de muertes adicionales en los próximos cuatro años. Además, la rápida coordinación e inversión mundial para la producción de una vacuna eficaz contra el covid demuestra otra vez la escasa prioridad que se le da a la tuberculosis, por su condición de 'enfermedad de la pobreza'.

Los estudios indican que en 2020 se destinaron más de 47.000 millones de euros entre financiación directa al desarrollo de vacunas contra el covid y la compra anticipada de dosis. Cifra abismal si se compara con los fondos destinados a la tuberculosis. De los 844 millones invertidos en 2020 —menos de la mitad de los 1.800 millones prometidos por la OMS — solo el 13% se destinó a vacunas. Así, las investigaciones para crear una vacuna contra la tuberculosis tardarían 500 años en recibir la misma inversión que el covid tuvo en un año.

Foto: De izquierda a derecha, Carlos Martín, Nacho Aguiló, Dessislava Marinova y Jesús Gonzalo. (Cedida)

Con la misión de acabar con esta epidemia para 2030, la ONU celebró su segunda Reunión de Alto Nivel sobre la lucha contra la tuberculosis en septiembre de 2023, coincidiendo con la presidencia española del Consejo de la UE. En ella se acordó ampliar el diagnóstico y el tratamiento, así como el desarrollo de nuevas vacunas, cumpliendo las promesas hechas cinco años antes por la OMS, frustradas en parte por la pandemia.

Una de las vacunas en fase más avanzada de desarrollo es MTBVAC, creada por el equipo de la Universidad de Zaragoza y biotecnológicas de España e India mediante fondos de cooperación europeos (EDCTP2). El Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC) también realiza un estudio genético para crear nuevas estrategias de control dentro del proyecto europeo TB-Reconnect. Estos se unen a las iniciativas del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), algunas orientadas a la creación de redes de especialistas.

Es el caso del proyecto Advance-TB, primera iniciativa de una red de investigación global para control de la tuberculosis financiada por los fondos de Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología (COST). Formada por más de 134 miembros, incluyendo médicos, investigadores, académicos, industria y ONG de 42 países, el grupo empezó a trabajar en 2022 bajo la coordinación del IGTP barcelonés.

Foto: Foto de archivo de una granja de vacas. (EFE/Raquel Manzanares)
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Si Advance-TB permite, entre otras cosas, identificar cuellos de botella y diferencias en la gestión de la tuberculosis en diferentes países del mundo, otro proyecto también coordinado desde el IGTP crea sinergias a nivel multidisciplinar y multisectorial para estudiar la enfermedad, sobre todo, en la Europa del este; de donde son dos de los seis países que forman el consorcio del proyecto Innova4TB, financiado con al más de un millón de euros procedentes de las Acciones Marie Sklodowska-Curie, del fondo Horizonte Europa.

"Es un gran proyecto por la relevancia técnica de sus estudios sobre inmunidad, nuevos fármacos o nuevos métodos diagnósticos. Pero también porque involucra estancias hospitalarias de personal procedente de otros sectores y países, como Moldavia y Ucrania", explica el Dr. José A. Domínguez, que desde 2019 coordina esta iniciativa de cuatro años, alargada hasta verano de 2024 debido a los efectos causados por la pandemia.

"Estamos orgullosos de que el proyecto se haya desarrollado pese a los obstáculos de la pandemia y de la guerra en Ucrania"

El caso de Moldavia es ejemplar. Aunque tiene una incidencia muy alta, ha hecho progresos increíbles para erradicar la tuberculosis, que hace 20 años afectaba a 130 de cada 100.000. Hoy su principal amenaza, sobre todo para los más de 800.000 habitantes que vive por debajo del umbral de pobreza (¼ de la población total), es la tuberculosis multirresistente; que suma un 28% de los nuevos casos anuales. Ucrania, por su parte, vive un repunte de casos por la guerra, pese a haber tenido una evolución similar en las últimas décadas.

"Estamos orgullosos de que el proyecto se haya desarrollado pese a los obstáculos de la pandemia y de la guerra en Ucrania", resume el Dr. Domínguez, subrayando que la iniciativa está logrando los objetivos de aumentar la empleabilidad y mejorar a los profesionales del sector pese a la escasa financiación si se compara con la destinada a luchar contra el covid. "Además, no solo creamos una red científica. También una solidaria muy activa para recogida de medicamentos y la ayuda a los refugiados por la guerra", apunta.

La tuberculosis sigue siendo la 'epidemia silenciosa' de nuestro tiempo. Así lo demuestra el Informe mundial sobre la tuberculosis 2023, publicado el pasado noviembre por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El estudio la confirma como la segunda causa infecciosa de mortalidad —detrás del covid— con 1,3 millones de víctimas en 2022 –casi el doble que el VIH. Además, subraya su diagnóstico en 7,5 millones de personas, la cifra más alta desde que la OMS inició el seguimiento mundial de la enfermedad en 1995.

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