El campo de batalla demográfico: una encrucijada para Europa

¡Hola desde Berlín! La demografía es un tema que ha desempeñado un papel implícito en muchos de los temas que hemos tratado en European Focus. Ahora ha llegado el momento de abordarlo de forma más directa: Demasiada poca gente, demasiado déficit de mano de obra: este es el problema al que nos enfrentamos en toda Europa. Por ejemplo, en Alemania, si no hubiera inmigración, la población disminuiría, lo que causaría graves problemas en el mercado laboral. Al mismo tiempo, el partido de extrema derecha AfD, que ha crecido en popularidad, planea deportaciones masivas de Alemania.

Encontramos conflictos con la demografía como núcleo en toda Europa: ya sea Emmanuel Macron pidiendo un "rearme demográfico" o el gobierno de Macedonia del Norte evitando los recuentos porque los resultados podrían verse distorsionados por los nacionalistas macedonios y albaneses. La demografía parece ser un campo de batalla en todas partes. Aun así, esperamos que pueda disfrutar del European Focus de esta semana.

• Teresa Roelcke - redactora Jefe de esta semana

​En esta edición podrás leer estos temas: "No soy yo quien va a rearmar Francia", 11 millones, Cifras de población erróneas significan políticas erróneas, "No a la solidaridad forzosa", ¿El sueño roto de Ucrania?

La versión original en inglés, cada miércoles:

La versión en español, los jueves:

"No soy yo quien va a rearmar Francia"

Por teléfono, la voz de Léa Marco, de 29 años, suena segura. "No siento la necesidad de tener un hijo. Me siento completa sin ser madre. Quiero tiempo para mí". Casi uno de cada diez franceses, en su mayoría veinteañeros y treintañeros, comparte su opinión.

"Si aún viviéramos en el mundo en el que crecí, podría pensar en tener un hijo sin tener que preocuparme todo el tiempo por el futuro del planeta", dice Zelda Hogrel, una profesora de 27 años, a la que le encantan los niños. "Trabajo en campamentos de verano con niños, pero no siento la necesidad de tener un hijo propio".

Nunca desde la Segunda Guerra Mundial ha habido tan pocos nacimientos en Francia. El presidente Macron ha llamado al "rearme demográfico", haciendo de la baja natalidad una lucha nacional. Este mandato patriarcal de formar una familia ha enfurecido a muchas mujeres.

"Como profesora, ya siento que cumplo con mi deber social. No soy yo quien va a 'rearmar' Francia", dice Léa Marco. "Todos sabemos que tener un hijo hace aflorar las desigualdades en la pareja. Las mujeres tienen que pensar en todo, ocuparse de su bebé y de su pareja. Además, la presión para ser 'buen padre' es mucho más fuerte que hace unas décadas: tienes que volcarte por completo en tu hijo".

Como su amiga Zelda Hogrel, cree que hay formas de formar parte de una familia distintas, de tener hijos en una pareja heterosexual. "Durante los últimos cuatro años, me he llevado de vacaciones a una niña de acogida, e incluso me planteé adoptarla cuando tuvo problemas con su madre", explica Hogrel. "Invertir en la educación de un niño al que quieres también es algo que tiene sentido para nosotros".

• Nelly Didelot - periodista en Libération

​Número de la semana 11

El número de ventajas económicas para las familias en Hungría no tiene precedentes. Los matrimonios en los que la esposa tiene menos de 30 años tienen derecho a un préstamo sin intereses de 11 millones de HUF (30.000 euros) que no tienen que devolver si tienen tres hijos. También pueden pedir un préstamo subvencionado de 50 millones de HUF (130.000 euros) para comprar una casa, por poner algunos ejemplos.

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Nacho Alarcón. Bruselas

¿El problema? El plan no funciona. En 2023 se registró un mínimo histórico de nacimientos en Hungría. Parece que las parejas húngaras prefieren buenas escuelas, una atención sanitaria adecuada y salarios justos a limosnas para los bebés. El gobierno no parece ofrecer ninguna de estas alternativas.

• Viktoria Serdült - periodista en hvg.hu

​Cifras de población erróneas

Soy periodista en Macedonia del Norte desde hace 16 años y, durante dos tercios de ese tiempo, mi trabajo se ha visto obstaculizado por datos oficiales obsoletos y erróneos.

Hasta 2022, cuando el país terminó por fin un censo atrasado, ni siquiera el jefe de la oficina de estadística podía decirme la población exacta. Oficialmente eran 2,1 millones, pero esa cifra era de 2002, ya que el país descartó el recuento de 2011.

En la mayoría de los países, los recuentos son operaciones periódicas que se llevan a cabo por razones prácticas a intervalos de diez años. Aquí, el proceso plantea delicadas cuestiones étnicas sobre el tamaño de la comunidad étnica albanesa frente a la mayoría macedonia.

Los nacionalistas macedonios siempre quisieron un resultado que mostrara que los albaneses del país eran menos del 20% de la población. Es el umbral que otorga a los albaneses ciertos derechos en virtud del acuerdo de 2001. La parte albanesa, como era de esperar, quería lo contrario y ha estado presionando para incluir a los miembros de su diáspora en el censo.

En 2011, el país desechó el censo a mitad del proceso, al darse cuenta de que los nacionalistas de ambos bandos probablemente habían manipulado tanto las cifras que nadie creería los resultados.

¿Cómo nos dejó eso durante más de una década? Con políticas erróneas derivadas de esas cifras erróneas. Así que cuando escribía sobre la tasa de fertilidad o de mortalidad, el producto interior bruto, las políticas económicas o sociales, la migración, yo y todos los demás adivinábamos la imagen real.

Ahora tenemos los nuevos datos. El país ha perdido el 9% de su población en dos décadas y ahora tiene 1,8 millones. Las proyecciones dicen que en 2050 caeremos a 1,4 millones debido a la emigración y a la baja tasa de fertilidad. Como era de esperar, la proporción étnica no ha cambiado mucho, ya que todos por igual parecen querer marcharse.

A fin de cuentas, las disputas étnicas han desacreditado el proceso y muchos no confían plenamente en los nuevos datos. Al politizar las ratios étnicas, hemos olvidado por qué necesitamos un recuento.

• Sinisa-Jakov Marusic - periodista en Balkan Insight

​"No a la solidaridad forzada"

"Me opongo firmemente a la llamada "solidaridad forzosa" desde hace años, y cuando aún era jefe del Consejo Europeo", declaró Donald Tusk a principios de este año.

El Primer Ministro polaco, en el poder desde diciembre pasado, tiene la misma visión restrictiva de la migración que el anterior Gobierno nacional-conservador de Ley y Justicia.

"Solidaridad forzosa" es el nombre que recibe el acuerdo de asilo de la UE, por el que los Estados miembros están obligados a acoger a los solicitantes de asilo en la UE o pagar multas. Los dos principales partidos polacos se oponen al acuerdo migratorio. La mayoría de la población polaca está en contra de la inmigración.

Al mismo tiempo, en los últimos años Polonia ha invitado a trabajar a 100.000 extranjeros de países lejanos, debido a la escasez de mano de obra. Ha estallado un escándalo de visados que está siendo investigado por el Parlamento polaco. Se sospecha que antiguos miembros del gobierno aceptaron sobornos para facilitar el acceso a los visados a inmigrantes de África y Asia.

• Michał Kokot - periodista en Gazeta Wyborcza

44 millones de ucranianos

"¿Qué mola más que una familia de 44 millones?", pregunta una frase en un mural del centro de Kiev. 44 millones era la población ucraniana estimada antes de la invasión a gran escala de Rusia, y el mural, pintado después de que empezara, apela retóricamente a la unidad nacional. A pesar de que los ucranianos respondieron a esta pregunta con un "nada", la cifra dista mucho de ser correcta, y puede que siempre sea inalcanzable.

En casi dos años de guerra total, unos seis millones de ucranianos han abandonado el país. Antes de la invasión, tres millones trabajaban en el extranjero, donde han permanecido en su mayoría desde entonces. Cada nuevo día refuerzan sus lazos con los países de acogida y disminuyen las posibilidades de volver.

El Presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, comprende los efectos negativos de la despoblación. En su discurso de Año Nuevo, tradicionalmente percibido como un acto político, pronunció una frase bastante controvertida: "Deseo a todos los que aún dudan [sobre si volver o no] que el año que viene tomen una decisión audaz [...] que se encuentren aquí, porque es el único lugar de la tierra donde todos podemos decir: estamos en casa".

Muchos probablemente harán lo contrario. Según la destacada demógrafa ucraniana Ella Libanova, la mayoría de los que están en el extranjero nunca volverán. Durante las guerras de los Balcanes de los años noventa, un tercio de los refugiados nunca regresó y la mayoría de esas guerras terminaron en menos de dos años. Cabe destacar que la mayoría de los refugiados ucranianos tienen un buen nivel educativo. "El 70% de las refugiadas han terminado la universidad. ¿Crees que a la envejecida Europa le interesa mantenerlas allí? Desde luego que sí", dijo Libanova en un discurso reciente.

¿Qué se puede hacer? No se espera un baby boom de posguerra: desde los años 60 las mujeres ucranianas no se inclinan por tener muchos hijos. Así que la clave para volver a formar una familia de 44 millones reside en la tolerancia de otros nacionales. Es de esperar que el crecimiento económico atraiga a personas de culturas lejanas, y los ucranianos tendrán que aceptarlas amablemente, dice Libanova.

• Anton Semyzhenko - periodista en babel.ua

​Gracias por leer la 61ª edición de European Focus

Como siempre, ¡nos complace leer su opinión! Sobre todo, ahora que nos acercamos al final provisional de nuestro proyecto de boletín. Todavía quedan dos números y luego habrá una pausa más larga. Con suerte, si ganamos la próxima ronda de fondos de la UE, volveremos en otoño. Pero, de momento, todo sigue igual.