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Material crítico: la nueva relación de la UE y Chile en el mundo multipolar
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Material crítico: la nueva relación de la UE y Chile en el mundo multipolar

El acuerdo de asociación reforzada entre la UE y Chile consolidará el lugar de los europeos en un mundo 'a la carta'

Foto: Nadia Calviño, Valdis Dombrovskis y Alberto van Klaveren Stork. (EFE)
Nadia Calviño, Valdis Dombrovskis y Alberto van Klaveren Stork. (EFE)

A medida que el mundo se aleja a duras penas de la economía basada en los combustibles fósiles, el modelo al que sustituya generará sus propias nuevas formas de relaciones internacionales, dinámicas de alianzas y conflictos. La Unión Europea aspira a formas de crecimiento y desarrollo ecológicas, digitales y sociales. Pero para sostener esta transformación y mantener la influencia global de la UE, la diplomacia europea debe escudriñar el entorno global para localizar aliados y amigos que impulsen este proyecto de transformación.

Su relación con Chile es una prueba de la capacidad de la UE para navegar en el emergente orden multipolar a la carta, en el que los países eligen pragmáticamente a sus socios en función de la cuestión de que se trate. Chile es el primer productor mundial de cobre y el segundo de litio, un dominio que está llamado a durar dadas sus reservas probadas de ambos metales. Desde el punto de vista de Europa, Chile podría proporcionar una ayuda inmensa para impulsar la transición verde, literalmente, suministrando los materiales para alimentar las baterías en las que confían los europeos para digitalizar y electrificar su economía.

La UE ya importa de Chile el 80% del litio que consume, una dependencia crucial en una economía mundial en rápida evolución. En parte para solucionar este problema, la UE y Chile acaban de acordar un Acuerdo de Asociación modernizado: el ministro de Asuntos Exteriores chileno visitó Bruselas esta semana para firmar el acuerdo. Sus disposiciones incluyen el fortalecimiento de las relaciones comerciales y, lo que es más importante, normas muy estrictas de protección del medio ambiente y el trabajo, haciendo hincapié en el desarrollo sostenible y la inversión de la UE en energías renovables. Paralelamente, la UE y Chile firmaron en julio un memorándum de acuerdo pionero sobre materiales críticos y cadenas de suministro que pretende profundizar en dicha cooperación. También han creado un comité directivo del hidrógeno verde para canalizar conocimientos técnicos e inversiones.

El éxito de este acuerdo es importante para los esfuerzos de la UE por reforzar su seguridad económica y su "autonomía estratégica" en un mundo cada vez más inestable. La UE adoptó este año una ley de materias primas críticas para garantizar sus suministros estratégicos, y trabaja activamente para identificar los sectores y productos en los que las dependencias externas y las concentraciones geográficas hacen vulnerable a la UE. Para hacer frente a esto, puede diversificar el suministro (como ha hecho con el gas tras la invasión total de Ucrania por Rusia) y establecer acuerdos de facilitación de inversiones a largo plazo con países productores de materias primas estratégicas, baterías e hidrógeno renovable, como está haciendo con Chile y otros países, como Kazajistán.

Foto: Militares participan en la parada militar en honor de las glorias del Ejército de Chile. (EFE/Elvis González)

Chile es un socio atractivo en este sentido. Es una democracia liberal con un fuerte compromiso con el derecho internacional, el multilateralismo y los derechos humanos. En 2002, Chile se convirtió en el primer país de América Latina en firmar un país de asociación con la UE; y más recientemente también ha mostrado un amplio grado de alineamiento con la UE en relación con la guerra de Rusia contra Ucrania. El país posee un enorme potencial de energías renovables, con abundante sol en el norte y viento en el sur, lo que lo convierte en un excelente candidato para lograr la neutralidad de emisiones y desarrollar una economía verde. Chile también busca activamente convertirse en un lugar de inversión atractivo para las empresas europeas, algunas de las cuales ya han mostrado gran interés en el sector de las energías renovables del país. Además, la UE lanzó recientemente una iniciativa de 225 millones de euros para el hidrógeno verde, con el respaldo del Banco Europeo de Inversiones, con el fin de apoyar la transición energética del país. Así pues, Chile es un aliado potencial en las negociaciones multilaterales sobre el clima y la reducción de las emisiones mundiales de carbono.

Sin embargo, Chile no se alinea necesariamente con la UE en todo. La doctrina de política exterior del presidente Gabriel Boric se basa en el concepto de "autonomía política", que prevé mantener intereses políticos y comerciales con Europa, Estados Unidos y China. De hecho, el comercio con China es una pieza clave del modelo de desarrollo chileno, y Pekín, a su vez, planea utilizar los recursos chilenos para apoyar su proceso de crecimiento económico, el desarrollo tecnológico y las cadenas de suministro locales. Desde el punto de vista de Chile, el reciente interés de China por aumentar sus inversiones en litio chileno y energía para el país representa una oportunidad más que una amenaza. También demuestra que el acercamiento de China a la región está subiendo de marcha; los responsables de la UE no deberían dar por sentado que podrán dominar las inversiones en el sector de las energías renovables. De hecho, si no se mueven con rapidez, China superará a la UE en inversiones verdes y en materias primas estratégicas.

El nuevo acuerdo de la UE con Chile refleja perfectamente el tenso contexto geopolítico. El propio bloque lo dice, cuando describe el acuerdo como una ayuda para hacer frente a las "repercusiones de la invasión rusa de Ucrania, incluida la inflación mundial, las interrupciones de la cadena de suministro y la crisis energética". La UE está trabajando para conectar más sistemáticamente con los Estados del sur global y hacer frente a la influencia rusa y china. América Latina es una región en la que busca revitalizar las relaciones, que llevan tiempo descuidadas: la última cumbre que la UE celebró con la región fue en 2015. La cumbre reactivada en Bruselas este mes de julio bajo la presidencia española de la UE apenas avanzó en términos de acuerdos comerciales; y las negociaciones del acuerdo comercial UE-Mercosur, que comenzaron en 2000 y concluyeron en 2019, siguen sin ratificarse debido a diferencias sobre agricultura y protección del medio ambiente. Aun así, aunque el acuerdo UE-Chile es de menor envergadura, permitirá a la UE cerrar 2023 con una nota positiva, e incluso crear impulso para conseguir la firma del acuerdo con Mercosur; el nuevo presidente argentino, Javier Milei, está ansioso por ratificar el acuerdo.

Los responsables políticos europeos deberían animarse a presentar una oferta más atractiva que la de China, capaz de responder a las preocupaciones internas de Chile. La economía chilena ha estado marcada durante mucho tiempo por el extractivismo y la exportación de materias primas, lo que ha socavado el carácter inclusivo y la sostenibilidad de su modelo de desarrollo económico. El país sufre importantes desigualdades y una profunda polarización y división. Los últimos gobiernos han reconocido estos inconvenientes y han intentado utilizar recursos como el cobre y el litio para dar un salto industrial y convertirse en una economía verde, especialmente en el campo del hidrógeno verde. Como se desprende de las recientes estrategias del Gobierno chileno en materia de litio, energías renovables e hidrógeno verde, no solo se quiere atraer inversiones a su sector productivo-extractivo, sino que también se quiere importar conocimiento, para que esa inversión deje un legado de know-how, ecosistemas de innovación y empleos de calidad. El objetivo es escapar de experiencias históricas basadas en la exportación de recursos naturales sin desarrollar una capacidad industrial propia. En este sentido, aunque Chile sea pragmático y acoja con satisfacción el comercio y las inversiones chinas en su sector energético, su política está en última instancia más alineada con la de la UE cuando se trata de gestionar el impacto medioambiental y social de estas inversiones, reducir la desigualdad y hacer que la democracia funcione para todos.

El nuevo acuerdo con Chile demuestra que la UE avanza en su navegación por el emergente mundo multipolar a la carta. Es capaz de poner en marcha las estrategias y los acuerdos necesarios para crear un beneficio mutuo para los socios de todo el mundo y reforzar así las relaciones bilaterales. Esto incluye a países como Chile, que persigue estrategias de no alineamiento y diversificación para reforzar la seguridad económica y la soberanía. La UE podrá mostrar esta contribución positiva a las estrategias de crecimiento y transformación económica de un país, y podrá posicionarse bien en el competitivo mercado mundial de los recursos, y de la influencia.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por José Ignacio Torreblanca titulado "Critical material: The EU’s and Chile’s new relationship in the multipolar world".

A medida que el mundo se aleja a duras penas de la economía basada en los combustibles fósiles, el modelo al que sustituya generará sus propias nuevas formas de relaciones internacionales, dinámicas de alianzas y conflictos. La Unión Europea aspira a formas de crecimiento y desarrollo ecológicas, digitales y sociales. Pero para sostener esta transformación y mantener la influencia global de la UE, la diplomacia europea debe escudriñar el entorno global para localizar aliados y amigos que impulsen este proyecto de transformación.

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