Dentro del manual escolar para forjar las futuras generaciones de Rusia: "No temas morir por la Patria"

Cada lunes a la mañana, en las escuelas de toda Rusia y antes de que los 18 millones de alumnos matriculados empiecen las clases, se iza la bandera. Justo después, comienza una hora lectiva llamada "conversaciones sobre cosas importantes", una especie de tutoría en la que se incide en los valores del Estado ruso. Se espera que los alumnos de tercer grado (8-9 años) puedan citar proverbios como "la felicidad de la Patria es más valiosa que la vida" y "no da miedo morir por la Patria". Los escolares de quinto grado (10-11 años) deben estar convencidos de que "la ayuda del Occidente colectivo aumenta el número de víctimas de la operación especial", eufemismo de la invasión de Ucrania.

En los últimos años, seguimientos del currículum escolar ruso han constatado un viraje hacia la inculcación de fuertes valores como el patriotismo o el militarismo, todo bajo el paraguas general de la posición antioccidental, exacerbada en todos los estamentos del país tras la invasión rusa de Ucrania y la reacción, en forma de sanciones, de la mayoría de los países occidentales.

"Las palabras y la sabiduría de los maestros inspiraron a los estudiantes a alcanzar triunfos científicos, tecnológicos, récords deportivos. Los soldados y oficiales del ejército ruso, educados por nuestras escuelas, por maestros y mentores, están cumpliendo con su deber con valentía y heroísmo, protegiendo a Rusia y a nuestro pueblo de los neonazis y los terroristas, los mismos que atormentaron y mataron personas en Donbás durante ocho años.

"Las cuestiones de educación y tutoría son siempre una dirección hacia el futuro", afirmó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, durante la presentación del "Año de Maestros y Mentores", 2023. Una apuesta del Ministerio de Educación para reformular las clases y enseñanzas de todos los cursos escolares.

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Argemino Barro. Uzhhorod (Ucrania)

Mucho de este cambio no solo se refleja en el curriculum académico, sino en una campaña contra los pocos versos discordantes de la comunidad educativa. Sergei Chernyshov, fundador de una escuela vocacional privada en Novosibirsk, fue tildado de "agente extranjero". En Perm (centro del país), la directora de una escuela se vio obligada a dimitir tras negarse a acoger reuniones con veteranos de la guerra de Ucrania. Son solo unos ejemplos.

"El Kremlin está utilizando el Año de Maestros y Mentores para introducir medidas que socavan la influencia que los docentes tienen en las aulas y preparan a las generaciones más jóvenes para continuar sus guerras de agresión", argumenta la columnista del Moscow Times, Jade McGlynn.

"Nueva filosofía"

El Año de Maestros y Mentores, en la teoría, es una oportunidad para inculcar patriotismo y reconocer la importancia de los educadores rusos. En la práctica, la estrategia es utilizar las escuelas como vía de dar a las organizaciones estatales un mayor papel en la educación.

La visión de Putin para las futuras generaciones se ha formalizado en la "Nueva Filosofía de la Formación" desarrollada por el Centro Infantil Ruso en conjunto con Znaniye, una organización de la era soviética relanzada en 2015 para brindar orientación y recursos educativos aprobados por el estado. La nueva filosofía apunta a unificar enfoques de educación moral y académica, incorporando escuelas, familias y organizaciones comunitarias en el proceso. Se centra en "mejorar las capacidades de los niños y jóvenes" e inculcar valores espirituales y morales aprobados. En la práctica: los valores que interesen al Kremlin y a sus halcones.

"Es probable que esta nueva filosofía reduzca la libertad de los docentes para criticar al Estado", sostiene McGlynn. Todas las escuelas en Rusia, por orden del ministro de Educación, Sergei Kravtsov, seguirán un plan de estudios idéntico y milimetrado, sin margen para la inventiva particular. Para cerciorarse, asesores estatales trabajarán estrechamente con los profesores para garantizar una "iluminación histórica" adecuada con la nueva filosofía del Kremlin, así como con las organizaciones patrióticas financiadas por el estado.

Borrar la memoria histórica

Una práctica tristemente célebre durante el régimen de Iósif Stalin fue borrar parte de la memoria colectiva de la URSS. En este contexto, era relativamente común que una personalidad disidente del marco soviético desapareciera de fotografías o documentos, ya fuera para transmitir una imagen más presentable del líder o de los logros del régimen o simplemente, desvanecer de la historia a quienes le incomodaban. El ejemplo más conocido es el de León Trotski, rival de Stalin tras la muerte de Lenin. Este modus operandi llegó a ser denunciado por Nikita Jrushchov, líder de la URSS hasta 1964, en su famoso discurso del XX Congreso del Partido Comunista.

Con la ruptura de la unión de repúblicas socialistas, esta práctica se diluyó en el manual soviético. Sin embargo, borrar la memoria histórica del colectivo ruso ha vuelto a asomarse en el actual gobierno de Putin.

"El conocimiento de la historia permite no solo evaluar los acontecimientos pasados, sino también adivinar el futuro", con esta frase tan alegórica termina el libro de texto Historia de Rusia, de 1945 al inicio del siglo XXI, que ha sido incluido en el temario para los alumnos de 10 y 11 años. En él, activistas han encontrado algunos cambios que adaptan la historia al prisma actual del Kremlin.

"Ucrania es un Estado ultranacionalista. Hoy en día, cualquier disidencia en Ucrania está severamente perseguida, la oposición está prohibida y todos los rusos son declarados hostiles", sostiene un fragmento del libro aprobado por el Ministerio de Educación.

"Cuando encuentres cualquier información en Internet sobre lo que está ocurriendo ahora en Ucrania, recuerda: la industria mundial de videomontajes, fotos y vídeos falsos... está trabajando en una cadena de producción continua", se puede leer entre las páginas. "Lo inaudito y de nuevo impensable ha sucedido. Occidente ha robado la totalidad de los activos del Estado ruso depositados en sus bancos, por un total de más de 300.000 millones de dólares".

Estos mensajes no se ocupan de evaluar el pasado ni de capacitar a los estudiantes para que apliquen la historia de manera crítica para comprender los procesos globales. Más bien, buscan imponer una visión de la historia rusa con el objetivo de moldear expectativas para el futuro. Entre los cambios que se han introducido en el nuevo libro de texto, se incide especialmente en dañar lo máximo posible la imagen e historia de Ucrania.

En un profundo análisis, el medio crítico Russia Post desmenuza las consecuencias de la intervención estatal en esta nueva filosofía educativa. "En esencia, el putinismo hoy parece un intento de construir todo un marco ideológico a partir de un simple efecto de unión alrededor de la bandera", explica el investigador. "Cuando se trata de la imagen del futuro deseado, el putinismo tiende en general a ser bastante cauteloso, si no estéril". Tras analizar los intentos del Kremlin por inculcar el patriotismo, el autor del artículo, Ivan Fomin, destaca las limitaciones de la ideología de Putin sobre las mentes sin forjar de los alumnos.

Drones y fusiles en cada escuela

El patriotismo no es la única virtud que se alimentará activamente durante la formación de las futuras generaciones de Rusia. Los niños aprenderán habilidades prácticas que podrán utilizar si tienen que ir a la guerra o, en lengua del Kremlin, a una operación especial.

Otro de los cambios que destaca el profesorado ruso en este Año de Maestros y Mentores es la afinidad de las actividades extraescolares con el Estado. Desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania, se ha demostrado una marcada militarización del plan de estudios desde 2022 y, este año, se ha multiplicado. Por ejemplo, entre las lecciones que los alumnos deben dominar en el curso están: desmontar y ensamblar algunas de las armas del arsenal ruso o aprender a pilotar pequeños drones de combate. Han circulado por redes imágenes de escolares realizando estas prácticas bajo la atenta mirada de los verificadores estatales.

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En las escuelas rusas se ha experimentado un cambio dramático en el enfoque del gobierno hacia las iniciativas patrióticas juveniles. Anteriormente, el Kremlin promovía y animaba encarecidamente a los padres a enviar a sus hijos a clubes sociales patrióticos organizados por el Estado. Ahora exige que los niños participen en estas actividades supuestamente extracurriculares como parte del proceso educativo general.

En Rusia, estas "escuelas de tiempo libre" —como se denominan— desempeñan un papel cada vez más destacado en la educación. Una de las mayores academias de este tipo es el Movimiento de los Primeros. Recibe anualmente 19.0000 millones de rublos (unos 192 millones de euros), que es mayor que todo el presupuesto estatal anual para la fabricación de productos farmacéuticos, a pesar de que el Movimiento no se creó hasta diciembre del año pasado. El monto económico pone en relieve la importancia de esta organización y el papel que el estado le está deparando.

Desde que comenzó la guerra, Rusia se está preparando para una guerra larga. Esta empieza asegurándose de que las futuras generaciones estén dispuestas a combatir. Siempre recordando: "No da miedo morir por la Patria".