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Tras el 'shock' inicial, las líneas de las guerras en Ucrania y Gaza comienzan a entrecruzarse
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Dos conflictos destinados a chocar

Tras el 'shock' inicial, las líneas de las guerras en Ucrania y Gaza comienzan a entrecruzarse

Mientras el mundo procesaba lo que acababa de ocurrir en Israel, Ucrania ha permanecido en un segundo plano. Ahora, las narrativas de ambas guerras están convergiendo y chocando al mismo tiempo

Foto: Manifestación proucraniana en Tel Aviv, el 20 de marzo de 2022. (Reuters/Corinna Kern)
Manifestación proucraniana en Tel Aviv, el 20 de marzo de 2022. (Reuters/Corinna Kern)

Primera escena. Amir Weitmann, una figura destacada del Likud, el partido del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aparece en la cadena estatal rusa RT y lanza una amenaza sin precedentes contra Moscú. "Vamos a terminar esta guerra, vamos a ganar porque somos más fuertes. Después de esto, Rusia pagará el precio, créanme", estalla el parlamentario ante la mirada atónita del entrevistador. Weitmann culpa a Rusia de apoyar a los "terroristas de Hamás" y a los "enemigos de Israel", en referencia a la alianza del país euroasiático con Irán. "No olvidaremos lo que estáis haciendo. No lo olvidaremos. Nos vamos a asegurar de que Ucrania venza", sentencia.

Segunda escena. Tras regresar de su visita exprés a Tel Aviv, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ofrece un discurso televisado a la nación desde el despacho oval. El objetivo: instar a los estadounidenses a considerar el respaldo a Ucrania e Israel como parte de una misma lucha, con las democracias por un lado y los tiranos y terroristas por otro. "Hamás y [Vladímir] Putin representan amenazas diferentes, pero tienen algo en común: ambos quieren aniquilar por completo una democracia vecina", expresa el mandatario. Un llamado con el que pretende que un Congreso en el que los republicanos tienen la voz cantante apruebe partidas presupuestarias para apoyar militarmente a ambos países.

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Ambas escenas, acaecidas el pasado jueves, señalan el inicio de un fenómeno inevitable cuando dos conflictos dominan la atención internacional y cuentan con actores secundarios en común. Durante las dos primeras semanas tras el ataque de Hamás contra Israel y la respuesta drástica del Gobierno israelí contra la Franja de Gaza, las líneas de este conflicto y el de Ucrania apenas se han tocado. Mientras el mundo procesaba lo que acababa de ocurrir en la tierra de Canaán, Kiev ha desaparecido de los titulares de la prensa internacional y de los discursos de los políticos. Sin embargo, una vez superado el shock inicial, estas líneas han comenzado a entrecruzarse.

Las tensiones latentes entre Israel y Rusia que salieron a relucir en la entrevista con Weitmann no suponen ninguna sorpresa. Durante años, Netanyahu ha mantenido un delicado equilibrio en su relación con Vladímir Putin, guardando la cordialidad pese al hecho de que su contraparte no considere a Hamás como un grupo terrorista y mantenga contactos frecuentes con su liderazgo. Incluso llegó a soportar su progresivo acercamiento con el mayor enemigo israelí, Irán, de quien ha adquirido cientos de drones Shahed 129 para su uso en la invasión de Ucrania. La buena relación personal entre ambos mandatarios ayudó a mantener unidas unas costuras cada vez más estiradas.

Sin embargo, el tibio posicionamiento de Rusia tras el ataque de Hamás contra Israel —que no ha condenado en ningún momento— parece haber sido la gota que ha colmado el vaso. Netanyahu tardó más de una semana en mantener una conversación telefónica con su par ruso tras el inicio de la guerra contra el grupo islamista, un retraso que múltiples expertos han visto como una señal clara de que algo se ha roto entre Tel Aviv y Moscú.

Este deterioro en las relaciones ruso-israelíes no ha pasado desapercibido para Ucrania, que ha adoptado una postura diametralmente opuesta a Moscú para intentar seducir a Israel. Las autoridades ucranianas han mostrado su respaldo al Gobierno de Netanyahu desde los primeros compases de la guerra en Gaza, condenando sin paliativos el ataque contra Hamás por todas las vías posibles. El presidente Volodímir Zelenski incluso se ofreció a realizar una visita oficial a Israel para mostrar su solidaridad, una solicitud que fue rechazada por el Ejecutivo israelí por no tratarse "del momento adecuado", según medios locales.

En el pasado, Israel ha expresado su apoyo a Ucrania frente a la invasión de Rusia y ha proporcionado asistencia humanitaria en múltiples ocasiones. Sin embargo, siempre se ha negado a enviar ayuda militar para evitar un posicionamiento activo contra el Gobierno de Putin. Las razones de esta prudencia varían desde la fuerte presencia militar del Kremlin en la vecina Siria hasta el hecho de que cientos de miles de israelíes cuentan con ascendencia rusa y familiares en el país.

Foto: Un herido es atendido después del ataque a un hospital. (Reuters/Mohammed Al-Masri) Opinión

La posibilidad de una ruptura entre Israel y Rusia que empuje al primero más todavía hacia la esfera estadounidense, desbloqueando en un futuro su asistencia militar, es el único rayo de esperanza que Kiev puede extraer del conflicto de la actual guerra contra Hamás. El resto, lamentablemente para el Gobierno de Zelenski, no son buenas noticias.

La competencia de los conflictos

Por primera vez desde febrero de 2022, cuando los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se reúnan formalmente este lunes, Ucrania no será el primer punto de la agenda. Es solo un ejemplo de las decenas que podrían mencionarse sobre una realidad innegable: el foco internacional está ahora mismo centrado en Israel mientras Kiev permanece en un segundo plano.

Tras más de 600 días de guerra, el Gobierno de Zelenski ya estaba empezando a encontrar dificultades con sus aliados, en general, y Estados Unidos, en particular. El conflicto en Gaza ha agravado esta situación al suponer una competencia tanto en la atención global como en los recursos. "Israel se enfrenta a una amenaza existencial. Cualquier financiamiento para Ucrania debe redirigirse a Israel de inmediato", publicó el senador estadounidense Josh Hawley en X (antes Twitter) apenas dos días después de la incursión de Hamás.

La mayoría de los expertos considera que todavía es temprano para temer una competencia por la ayuda militar entre Ucrania e Israel. "Dependerá de cómo evolucione la guerra en Gaza, pero por ahora no debería competir en cuestión de suministros armamentísticos con la de Ucrania", opina Oliver Imhof, analista alemán de estrategia y datos de inteligencia militar abierta, en entrevista con El Confidencial. "Israel tiene una considerable industria de Defensa y está ejecutando operaciones de contrainsurgencia, mientras que Ucrania está librando una guerra convencional mucho menos dependiente de la fuerza aérea", agrega el experto.

Sin embargo, esto podría cambiar en un futuro. "Si Hezbolá entra en la guerra o la situación se descontrola de forma radical en Cisjordania, las circunstancias cambiarían considerablemente y podría producirse algún tipo de competencia por recursos militares entre Israel y Ucrania", explica Imhof. El propio jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, reconoció este temor. "Si la situación [en Israel] se prolonga, está bastante claro que habrá ciertos problemas por el hecho de que será necesario suministrar armas y municiones no solo a Ucrania", declaró al Ukrainska Pravda.

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De acuerdo con un análisis elaborado por The New York Times, el principal armamento que podría suponer un punto de competencia entre Israel y Ucrania es la munición de artillería estándar de la OTAN, de 155 milímetros, que hace tiempo que se ha convertido en uno de los principales cuellos de botella de la resistencia ucraniana contra Rusia.

EEUU ya ha enviado más de 2 millones de proyectiles de este tipo hacia Kiev, pero su limitada capacidad de producción había hecho que Washington comenzara a utilizar sus reservas globales, incluyendo las situadas en Israel, el 50% de las cuales fueron vaciadas en el invierno de 2022. Quizá por ello, durante la visita de Biden a Tel Aviv, el Departamento de Defensa estadounidense prometió proporcionar decenas de miles de municiones de 155 milímetros a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés). En las condiciones actuales de suma cero, eso supone decenas de miles de municiones menos para Ucrania.

La excusa perfecta

Sin embargo, el discurso de Biden llamando a pensar en Ucrania e Israel por igual tiene poco que ver con la capacidad de Estados Unidos de suministrar a ambos. "EEUU tiene un enorme presupuesto militar de más de 800.000 millones de dólares. La ayuda a Ucrania es una parte muy, muy pequeña de ese presupuesto. Y la ayuda a Israel también es una parte muy, muy pequeña de ese presupuesto (...) definitivamente, hay capacidad para apoyar ambas", explicaba Natasha Lindsteadt, profesora de política en la Universidad de Essex, en entrevista con Euronews. Por el contrario, la alocución tiene mucho que ver con el caos sin precedentes que está experimentando la Cámara Baja del Capitolio.

Desde el pasado 4 de octubre, la Cámara de Representantes se encuentra completamente paralizada. Ese día, la revolución de un reducido número de congresistas republicanos lograba, por primera vez en la historia, echar a su portavoz, el también republicano Kevin McCarthy, sumiendo al Poder Legislativo de EEUU en un caos del que todavía no hay salida a la vista. Las votaciones para intentar encontrar un sustituto han fracasado en reiteradas ocasiones debido a la guerra abierta en el seno del Partido Republicano. Y mientras este vacío de poder no se resuelva, no hay manera alguna de sacar adelante una partida presupuestaria, sea para ayudar a Ucrania o Israel.

Uno de los bandos de esta contienda política es el que se dice más cercano a la visión del expresidente Donald Trump. Y esta facción es, precisamente, la que ha puesto en peligro la ayuda estadounidense a Ucrania. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde surgió este rechazo de un grupo de republicanos a continuar respaldando a Kiev. Unos consideran que es fruto del aislacionismo del que hizo gala Trump durante su presidencia; otros señalan al papel central que tuvo —sin buscarlo— el Gobierno de Zelenski en el primer proceso de impeachment contra el expresidente; muchos, simplemente, lo ven como el resultado de la obsesión personal de Tucker Carlson, el ex presentador estrella de Fox News que durante meses convirtió la oposición a la ayuda a Ucrania en el eje central de su programa televisivo.

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Sin importar el origen de esta resistencia, es indudable que su efecto está siendo mayúsculo. Una encuesta realizada en agosto por CNN reveló que la mayoría de los estadounidenses (55%) se oponen a enviar más ayuda a Ucrania con una clara división partidista: el 62% de los demócratas apoya una mayor financiación para Kiev, mientras que el 71% de los republicanos, por el contrario, quiere ponerle fin.

Ahora, esta facción política trumpista que, como el expresidente, cuenta con enormes simpatías por Israel y Netanyahu, tiene la excusa perfecta para dejar de proporcionar ayuda a Ucrania. El plan de Biden para evitarlo ha sido el de proponer un paquete de ayuda que incluye a ambos países, además de otras dos zonas de particular interés para los republicanos (la frontera con México y Taiwán). Sin embargo, de los 105.000 millones de dólares que solicita, más de 60.000 millones irían destinados a Ucrania y tan solo 14.000 a Israel, lo que podría ser una pastilla difícil de tragar para los conservadores. Netanyahu duerme tranquilo, sabiendo que, tarde o temprano, la ayuda llegará. Las noches de Zelenski, por el contrario, cada vez se hacen más largas.

Primera escena. Amir Weitmann, una figura destacada del Likud, el partido del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aparece en la cadena estatal rusa RT y lanza una amenaza sin precedentes contra Moscú. "Vamos a terminar esta guerra, vamos a ganar porque somos más fuertes. Después de esto, Rusia pagará el precio, créanme", estalla el parlamentario ante la mirada atónita del entrevistador. Weitmann culpa a Rusia de apoyar a los "terroristas de Hamás" y a los "enemigos de Israel", en referencia a la alianza del país euroasiático con Irán. "No olvidaremos lo que estáis haciendo. No lo olvidaremos. Nos vamos a asegurar de que Ucrania venza", sentencia.

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