Noboa gana las elecciones de Ecuador y se convierte en el presidente más joven de la historia
A sus 35 años, se convertirá en el presidente más joven de la historia. Gobernará un país sumido en una crisis de seguridad sin precedentes, por el enfrentamiento entre bandas
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Daniel Noboa ha ganado las elecciones en Ecuador y se convertirá, a sus 35 años, en el presidente más joven de la historia, en unos comicios que han supuesto también la segunda derrota consecutiva del correísmo. El empresario gobernará un país sumido en una crisis de seguridad sin precedentes, debido al enfrentamiento violento entre bandas del narcotráfico.
"Mañana empezamos a trabajar por este nuevo Ecuador para reconstruir un país que ha sido gravemente golpeado por la corrupción, la violencia, el odio", dijo en su discurso de la victoria, celebrado en su finca en la localidad costera de Olón, el presidente electo, hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, uno de los hombres más ricos de América Latina, y cinco veces candidato fallido a la presidencia.
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No tendrá fácil revertir la situación de violencia que vive el país en apenas 15 meses de gobierno, ya que solo podrá completar el actual periodo presidencial, interrumpido por el todavía mandatario, Guillermo Lasso, cuando disolvió la asamblea, en mayo, evitando un juicio por supuesta corrupción. Serán 12 meses de Gobierno efectivo, porque a finales del próximo año se entrará ya de lleno en campaña electoral.
Las necesidades de Ecuador son urgentes. El país pasó de 5,8 asesinatos por cada 100.000 habitantes, en 2018, a 25 en 2022, y los analistas apuntan a que podría alcanzar los 40 a finales de este año, convirtiéndose en uno de los países más violentos del globo fuera de zona de guerra.
"Para mí el problema es cultural en Ecuador. Hay una aceptación paulatina de la economía y de la cultura criminal. No nos gusta mirarnos al espejo. Vivimos en una economía criminal, con cárceles que están controladas por los criminales, un sistema de Justicia cuyos magistrados pertenecen a estructuras criminales. Todo el mundo lo sabe, pero nadie lo quiere tocar", comenta el periodista de investigación ecuatoriano Juan Carlos Calderón, amigo, colega y compañero de investigaciones de Fernando Villavicencio, el candidato presidencial cuyo asesinato, hace dos meses, ha marcado profundamente estos comicios y mostró al mundo la magnitud de la violencia criminal que asola el país andino.
Calderón es pesimista en la evaluación actual y en las perspectivas futuras de Ecuador, y no cree que los políticos ganadores puedan revertir la situación de violencia que está desangrando el país a no ser que den un giro brusco de timón. “Estamos hablando de dinero, y el narcotráfico es una industria logística. El precio de la droga se eleva porque el costo de transportarla implica sobornos. Tienes que pagar un ejército de jueces, de fiscales, para proteger a tu gente”, comenta el periodista.
"Para mí el problema es cultural en Ecuador. Hay una aceptación paulatina de la economía y de la cultura criminal"
Denuncia, como Villavicencio, la infiltración del narcotráfico en las instituciones del Estado y especialmente en el sistema de Justicia. No cree que esas inercias sean fáciles de cambiar, y menos en 15 meses.
Noboa presentó un plan de seguridad que incluye una masiva compra de equipamiento policial moderno, uno de los mayores reclamos de la fuerza pública, y también de la ciudadanía, a los actuales gobernantes. El candidato también prometió mejorar las condiciones socioeconómicas que espolean la violencia, como la pobreza o el acceso a los servicios básicos.
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El empresario llegó a referirse a encerrar a los criminales más peligrosos del país en barcos prisión en alta mar, pero no ahondó en la idea. Educado en EEUU y parlamentario en la más reciente legislatura, se presentó a las elecciones bajo las siglas de Acción Democrática Nacional (ADN), una amalgama de partidos de centroizquierda y centroderecha que alberga, incluso, a un nutrido grupo de disidentes del correísmo.
El joven político se considera de centroizquierda, aunque la mayoría de los analistas lo ubica en la centroderecha de una formación en la que ya han existido roces entre políticos de ideologías distintas.
“Cuente con nuestro apoyo para construir esa patria digna, esa patria llena de oportunidades”, transmitió la candidata Luisa González a Noboa
Especial controversia ha causado la vicepresidenta electa, Verónica Abad, que admite no estar en sintonía con Noboa y aboga por privatizar la salud y la educación.
Noboa ganó con el 52,1% de los votos frente al 47,9% de su rival, la izquierdista Luisa González. “Cuente con nuestro apoyo para construir esa patria digna, esa patria llena de oportunidades”, transmitió la candidata a Noboa.
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Se trata de la segunda derrota consecutiva del correísmo, el movimiento político liderado por el expresidente Rafael Correa (2007-2017), que reside fuera del país, en Bélgica, tras su salida del poder y no ha vuelto, al haber sido condenado a ocho años de prisión por corrupción, en un proceso que él califica de persecución política.
El correísmo parece tener unos límites electorales claros, que no ha podido remontar ni siquiera después de haber recortado terreno en las elecciones regionales y municipales de febrero.
La izquierda liderada por Correa tiene el rechazo en bloque de la derecha, pero también de parte relevante del centroizquierda y también del indigenismo.
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Ni siquiera el liderazgo del izquierdista Leónidas Iza en la muy influyente Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) ha logrado inclinar la balanza a favor de Correa, después de llamar activamente al voto por González.
Sectores indígenas critican desde hace años las políticas extractivistas llevadas a cabo en los años de Gobierno de Correa y denunciaron represión en aquella época.
El correísmo tendrá una nueva reválida pronto, porque las próximas presidenciales están ya, de nuevo, a la vuelta de la esquina, en un país donde los ciudadanos están hastiados de su clase política y que se encuentra inmerso en una de las peores crisis de su historia.
Daniel Noboa ha ganado las elecciones en Ecuador y se convertirá, a sus 35 años, en el presidente más joven de la historia, en unos comicios que han supuesto también la segunda derrota consecutiva del correísmo. El empresario gobernará un país sumido en una crisis de seguridad sin precedentes, debido al enfrentamiento violento entre bandas del narcotráfico.