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Von der Leyen encadena errores políticos con Israel entre los espejismos de Ucrania
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DOBLE RASERO

Von der Leyen encadena errores políticos con Israel entre los espejismos de Ucrania

La guerra pone a la UE contra su espejo de divisiones y flaquezas geopolíticas, mientras la presidenta de la Comisión Europea se alinea por completo con el Gobierno de Netanyahu

Foto: Von der Leyen y Netanyahu. (EFE/Gobierno israelí)
Von der Leyen y Netanyahu. (EFE/Gobierno israelí)

"Los ataques dirigidos a estructuras civiles con la clara intención de cortar el suministro de agua, electricidad y calefacción a hombres, mujeres y niños con el invierno acercándose son actos de puro terror", explicaba Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, mientras hablaba abiertamente de "crímenes de guerra" ante el Parlamento Europeo. Corría octubre de 2022. La alemana hacía referencia a los ataques rusos sobre la población ucraniana. Un año después, estas palabras están resonando de nuevo con eco. ¿La razón? Ante el sitio de Israel a la Franja de Gaza, a la que está privando de agua y electricidad, la inquilina del Berlaymont se ha resistido hasta este sábado por la tarde, y en un tono muy bajo, a pedir a Tel Aviv que la respuesta a los ataques terroristas de Hamás se adecúe al respeto del Derecho Internacional. Y la situación ha acabado por convertirse en la peor crisis política de Von der Leyen desde que aterrizó en Bruselas en 2019.

El mensaje de Von der Leyen circula por todas las redes sociales como la pólvora, especialmente entre aquellos que critican que la Unión Europea está teniendo un doble rasero en el polvorín de Oriente Próximo, siendo blanda con las políticas de Israel hacia Gaza durante años, pero volcándose ahora y apoyando sin fisuras una respuesta contundente por parte del Gobierno ultranacionalista que abandera Benjamin Netanyahu. "¿Es también un acto de terror y un crimen de guerra el cerco a Gaza con este castigo colectivo?", preguntaba un periodista en la rueda de prensa diaria de la Comisión. "No podemos juzgar las acciones que debe tomar Israel para luchar contra el terrorismo de Hamás", respondía Eric Mamer, portavoz de la alemana, tras las críticas recibidas sobre la aplicación de dobles estándares, dependiendo de si el derecho internacional humanitario lo vulnera Rusia o Israel. Las leyes internacionales son claras sobre la prohibición de ejercer castigos colectivos, utilizar a civiles como escudos humanos y el secuestro de rehenes.

Foto: Ursula von der Leyen y Roberta Metsola en Tel Aviv. (Reuters/Johanna Geron)

La exministra de Defensa de Angela Merkel se convirtió en uno de los pocos líderes europeos destacados que no advirtieron sobre la necesidad de respetar el derecho internacional, de actuar con precaución y de evitar una escalada. Solamente este sábado por la tarde, ya en una auténtica crisis reputacional, con los Estados miembros cabreados, en una clara ruptura de unidad entre las instituciones, la Comisión Europea ha emitido un comunicado en el que se menciona que la respuesta de Israel debe estar en línea con el derecho internacional, e incluso así, Von der Leyen ha decidido dejar esa cita fuera del mensaje en redes sociales en el que anunciaba el comunicado. Otros líderes, como el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, han asegurado durante días, mientras en Bruselas reinaba la confusión, que Israel "tiene derecho a defenderse, pero no tiene el derecho a violar el Derecho Internacional". En la UE hay consenso en condenar el ataque de Hamás, organización que considera terrorista, y en respaldar el derecho del Estado hebreo a defenderse. Pero entre estas máximas hay muchos matices y claroscuros en los que no todos coinciden.

El último escándalo de la burbuja bruselense que pone contra las cuerdas la gestión de Von der Leyen es el de los fondos a Palestina. Su comisario de Vecindad, Olivier Varlheyi, anunció de forma unilateral la suspensión de los fondos al desarrollo para Palestina. Una medida rectificada por la propia Comisión, que reconoce que el húngaro, un verso suelto del colegio de comisarios, actuó de forma unilateral y sin coordinación con nadie. A pesar de ello y del daño reputacional que infringió a la imagen de la UE —ya que los titulares sobre la supuesta congelación de los fondos europeos al pueblo palestino volaron por todo el mundo—, la alemana no ha tomado ninguna medida. Bien para no tensar las relaciones con el propio Orbán o bien para no trasladar la imagen de que lo penaliza por su postura abiertamente pro-israelí.

Cacofonía y caos en la UE

La guerra en Oriente Próximo ha rasgado las costuras de la que estaba llamada a ser una Comisión geopolítica, que había sacado músculo y ganado poder con la pandemia y la guerra en Ucrania. En un tema tan visceral, sensible y emocional desde el punto de vista social, político e histórico, los europeos no sólo no han sido capaces de hablar con una sola voz fijando una postura clara, sino que han dado la imagen de que todos y nadie a la vez estaban al mando de la política exterior europea. Volvían los fantasmas de aquel famoso "¿cuál es el número de Europa?", de Henry Kissinger.

La reconstrucción de la cascada de mensajes europeos durante los primeros días de guerra en Tierra Santa dan cuenta de ello. El domingo, Von der Leyen izaba la bandera hebrea en todos los costados del Berlaymont avalando el derecho de "Israel a defenderse hoy y en los próximos días". Un movimiento que no sentó demasiado bien en algunas capitales, que son las que fijan la política exterior. Un día después, el comisario Varlheyi anunció de forma unilateral la suspensión de fondos al desarrollo para Palestina. Horas después, la Comisión Europea tuvo que salir al paso con un comunicado de emergencia donde matizaba que no habría tal congelación. Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, no solo repudió esta alternativa, sino que hizo una llamada a incrementar las partidas de ayuda humanitaria.

En un tema tan visceral, los europeos no han sido capaces de hablar con una sola voz

En paralelo, España, Irlanda y Luxemburgo mostraban su malestar y pedían explicaciones a la Comisión Europea por este anuncio. Mientras, Francia, Alemania e Italia suscribían una declaración con Estados Unidos y el Reino Unido que iba mucho más lejos que la postura oficial europea. Con el bloqueo total a Gaza en marcha y los ataques indiscriminados a la población civil por el Ejército israelí, Borrell acusó a Tel Aviv de vulnerar el Derecho Internacional. Pero poco después, Von der Leyen volvió a cerrar filas y redobló su apoyo a Israel con una visita oficial al país a la que también se ha sumado la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola. Mientras tanto, el portavoz de Von der Leyen avaló el ultimátum de Israel para evacuar el norte de Gaza, Borrell advertía de que esas 24 horas eran una propuesta imposible, algo que también había señalado la ONU. Se trata de algunos ejemplos de la cacofonía europea en torno a la llamada a ser una de las peores guerras entre Israel y Palestina desde 1948, año de creación del Estado judío.

placeholder Charles Michel, Roberta Metsola y Von der Leyen, en un acto a favor de Israel organizado por el Parlamento de la UE. (EFE/Olivier Hoslet)
Charles Michel, Roberta Metsola y Von der Leyen, en un acto a favor de Israel organizado por el Parlamento de la UE. (EFE/Olivier Hoslet)

Unas fisuras que se han plasmado dentro de las propias instituciones. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, con el que Von der Leyen tiene una mala relación y que lucha por jugar un papel de liderazgo en la UE, ha seguido otra estrategia. El belga ha condenado los ataques de Hamás, ha mostrado su repulsa, ha participado en los minutos de silencio y se ha reunido con familiares de víctimas y de secuestrados pidiendo su liberación inmediata. Pero también ha enviado mensajes pidiendo que se respeten los "valores universales y la dignidad humana, (...) siempre y en todas partes". "Este es el núcleo de la UE. Deben respetarse el derecho internacional y el derecho internacional humanitario. Los suministros básicos deben llegar a los más vulnerables", escribió en redes sociales.

El final de la semana ha sido una sangría para Von der Leyen. En las capitales se extendía la idea de que la alemana se había extralimitado, que estaba poniendo en riesgo los intereses estratégicos de Europa tomando decisiones y lanzando mensajes para los que ella no tiene competencias. El viaje a Israel empeoró las cosas. Claramente Borrell, que pertenece al colegio de comisarios, rompía líneas y recordaba a la presidenta que la política exterior de la UE no la marca nadie más que los Estados miembros. Las fuentes, dentro incluso de su propia institución, empezaban a hablar sin demasiados tapujos sobre la mala imagen que se estaba transmitiendo, sobre los errores estratégicos que se estaban cometiendo y cómo Europa, que llevaba dos años intentando convencer al mundo de la necesidad de apoyar a Ucrania haciendo mención al derecho internacional, estaba dilapidando todo ese trabajo con cada hora que corría. Michel ha acabado convocando este sábado por la noche una reunión de líderes por videoconferencia para el martes con el objetivo de aclarar la posición de la Unión Europea sobre el conflicto y frenar el descalabro reputacional y estratégico del que muchos culpan a la presidenta de la Comisión Europea. En cuatro años de presidencia, Von der Leyen no ha vivido un momento más delicado.

Eso no significa que los Veintisiete, en su conjunto, se encuentren más preocupados por el derecho internacional y la protección de los civiles gazatíes que por dejar claro que dan un apoyo cerrado a las acciones de represalia de Israel. Pero lo que está claro es que, incluso aunque haya países que no compartan el tono cauto de Michel y Borrell, que crean que no hace falta hacer hincapié en la necesidad de respetar el derecho internacional, están de acuerdo en que no puede ser Von der Leyen por su cuenta la que marque qué manda la Unión Europea en su conjunto, que eso es una competencia que no tiene la presidenta de la Comisión Europea. En este punto se junta una crisis política, una crisis de comunicación y una crisis institucional.

Error de cálculo

La estrategia de Von der Leyen ha pasado claramente por un all in a Israel siguiendo su instinto político y, sobre todo, su experiencia. Pero en un año en el que se está jugando la reelección para el cargo, puede estar cometiendo un error de cálculo importante. Sus mensajes se han limitado a una idea: "Israel tiene derecho a defenderse, hoy y en los días venideros. La Unión Europea apoya a Israel". Es algo que comparte prácticamente todo el mundo en Bruselas, pero que suele venir acompañado de una petición de respeto al derecho internacional y humanitario. Hay malestar en algunos gobiernos sobre las extralimitaciones que en momentos de agitación global como la actual se toma la presidenta del Ejecutivo comunitario, que apenas tiene competencias en política exterior.

Von der Leyen llegó al cargo en 2019, prometiendo una "Comisión geopolítica", y pasó unos primeros meses duros, sin saber encontrar ni su tono, ni su discurso, ni su estrategia. Se la acusó de estar pensando más en los titulares y en los vídeos para redes sociales que en verdaderas políticas europeas. No entendía Bruselas, no comprendía de dónde brotaba la legitimidad política en la capital comunitaria y no convencía a casi nadie. Todo cambió con el coronavirus. Von der Leyen hizo una apuesta arriesgada y se quedó con la gestión de la compra de las vacunas contra la intención inicial de muchos Estados miembros. Lo hizo con el beneplácito de la que había sido su protectora, la canciller Angela Merkel.

Foto: El primer ministro israelí. (Reuters/Abir Sultan) Opinión
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Después, tras la salida de Merkel en diciembre de 2021, con Emmanuel Macron consumido por crisis internas en Francia y con un Olaf Scholz que no demostraba tener el carácter ni la capacidad de liderazgo que había tenido su antecesora como canciller, Europa quedó en cierto modo huérfana de líderes. Y en ese vacío, cuando solamente dos meses después Rusia lanzó una invasión a gran escala contra Ucrania, Von der Leyen se creció, lo convirtió en la gran bandera de su presidencia, lo apostó todo a Kiev e incluso corrió un alto riesgo apoyando la idea de ampliar la UE hacia Ucrania algún día, solamente unas horas después del inicio de la invasión, una medida que para nada contaba con el respaldo mayoritario de los líderes.

Con esa experiencia, Von der Leyen se ha convertido en una especie de "tomadora de riesgos", alguien que hace sus apuestas. Y tras los brutales ataques de Hamás, hizo su apuesta. Forma parte también de una estrategia por parte de la alemana para expandir los poderes de la Comisión. En la UE existe un pulso permanente, una lucha constante en la que cada una de las instituciones intenta conquistar nuevos poderes por la vía de los hechos. En política exterior, la Comisión no tiene casi competencias, pero eso no es óbice para que intente lograrlas. Y en Ucrania, la Comisión ha conseguido marcar el ritmo y ha guiado a los Estados miembros. Ahora, en cierto modo, Von der Leyen pretendía hacer lo mismo. Pero ha pinchado en hueso.

Israel y Palestina no son Ucrania y Rusia. Hay opiniones muy diferentes en la UE

Israel y Palestina no son Ucrania y Rusia. Los Estados miembros tienen opiniones muy diferentes sobre el conflicto en Oriente Medio, alejado de sus fronteras y en el que no están en juego la "seguridad y principios" europeos, como Bruselas sí clama con frecuencia para justificar su apoyo absoluto a Kiev. En el conflicto de Tierra Santa no hay una postura común europea y es mucho más difícil aglutinar a las capitales, que desde el primer minuto condenaron los atentados de Hamás y temieron que Israel pudiera usar su legítima respuesta a esos actos para hundir todavía más la única vía que defiende la UE desde hace décadas: la solución de los dos Estados.

Von der Leyen, que hasta este momento es la favorita para ser la próxima presidenta de la Comisión Europea si finalmente se postula para el cargo, que hay que decidir en verano de 2024, está en estos momentos en una situación extraordinariamente delicada. Vuelve a estar aislada, como al inicio de su presidencia, sin demasiados aliados y sin apoyo interno ni externo. Durante la legislatura, dentro del Parlamento Europeo, la alemana se ha apoyado mucho en los grupos de los socialdemócratas europeos y los verdes, a pesar de ser democristiana, una estrategia que precisamente le ha reforzado como favorita para la reelección, pero que ha hecho que el Partido Popular Europeo (PPE) se aleje de ella, hasta el punto de que la alemana tiene una mala relación con el líder popular, Manfred Weber. Ahora, en plena crisis, Von der Leyen ha tomado una posición que nada tiene que ver con los intereses de socialistas y ecologistas, y ya ni siquiera puede contar con su propia familia política europea, que no siente una especial lealtad hacia ella. De hecho, el PPE lanzó un comunicado hace días que dejaba todavía más aislada a Von der Leyen, haciendo referencia, ellos sí, al respeto al derecho humanitario.

A diferencia de Ucrania, en el conflicto más enquistado del globo, la UE apenas tiene capacidad de influencia. Los europeos quieren medir, pero no pueden por sus divisiones internas y por su irrelevancia estratégica. Durante décadas han jugado al equilibrismo entre dar apoyo comercial y político a Israel y convertirse en el principal donante de ayuda a Palestina. Los estadounidenses, por su parte, quizá pueden, pero no quieren. Están demasiado centrados en cerrar filas con Tel Aviv. Y en medio de todo ello, Von der Leyen capea este temporal entre sus sensibilidades nacionales y políticas: es democristiana alemana, con el peso histórico que eso representa a la hora de abordar cualquier asunto con Israel. Además, el asunto puede influir en algunos de sus planes de futuro. Esta crisis puede afectar negativamente a su reelección al frente del Ejecutivo comunitario, pero puede que no sea un error de cálculo si la alemana está pensando en otro puesto, ya que algunas fuentes la sitúan al frente de la OTAN, un cargo que se decide prácticamente en el Despacho Oval, donde el apoyo a Israel es total y donde el nombre de Von der Leyen ya salió en algún momento en el proceso para encontrar un sustituto al actual secretario general, Jens Stoltenberg.

"Los ataques dirigidos a estructuras civiles con la clara intención de cortar el suministro de agua, electricidad y calefacción a hombres, mujeres y niños con el invierno acercándose son actos de puro terror", explicaba Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, mientras hablaba abiertamente de "crímenes de guerra" ante el Parlamento Europeo. Corría octubre de 2022. La alemana hacía referencia a los ataques rusos sobre la población ucraniana. Un año después, estas palabras están resonando de nuevo con eco. ¿La razón? Ante el sitio de Israel a la Franja de Gaza, a la que está privando de agua y electricidad, la inquilina del Berlaymont se ha resistido hasta este sábado por la tarde, y en un tono muy bajo, a pedir a Tel Aviv que la respuesta a los ataques terroristas de Hamás se adecúe al respeto del Derecho Internacional. Y la situación ha acabado por convertirse en la peor crisis política de Von der Leyen desde que aterrizó en Bruselas en 2019.

Ursula von der Leyen Conflicto árabe-israelí Conflicto de Ucrania
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