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El país que más está impulsando la intervención militar en Níger no se la puede permitir
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Nigeria, un país en crisis

El país que más está impulsando la intervención militar en Níger no se la puede permitir

El nuevo Gobierno nigeriano tenía como principal objetivo para su primer año reducir la inflación desbocada que vive el país, ahora se le suma la posible intervención militar sobre Níger

Foto: Bola Tinubu, presidente de Nigeria, durante la cumbre para un nuevo pacto financiero mundial. (Reuters/Lewis Joly Pool)
Bola Tinubu, presidente de Nigeria, durante la cumbre para un nuevo pacto financiero mundial. (Reuters/Lewis Joly Pool)

El nuevo presidente de Nigeria, Bola Tinubu, ha tenido unos meses frenéticos. El 29 de mayo fue investido presidente de Nigeria tras vencer las elecciones en febrero. Poco más de un mes después, le tocaba asumir la presidencia rotatoria por un año de la Cedeao, la organización regional de 15 países de África Occidental. En su discurso, se mostró contundente para restaurar la democracia en una zona diezmada por golpes de Estado.

"A nuestros soldados no les dimos recursos, no invertimos en ellos, en sus botas, en su formación para violar la libertad de los pueblos. Apuntar sus armas contra las autoridades civiles es una violación de los principios por los que fueron contratados, que es defender la soberanía de sus naciones. No debemos sentarnos en la Cedeao como bulldogs sin dientes", dijo en Bissau.

Foto: Soldados nigerianos enseñan una bandera incautada a los yihadistas de Boko Haram. (Reuters)

Bien, pues, tan solo dos semanas y dos días después, le tocó vivir un golpe de Estado en su vecino del norte, Níger. Tinubu sabía que no podía dejar pasar la oportunidad. Llamó a filas al resto de presidentes de la Cedeao y los convenció de una medida inédita en los últimos años: amenazar con intervenir militarmente para restaurar el poder. Si en siete días no devuelven el poder a Bazoum, entrarían para restaurar su poder. Su firmeza pilló a todos por sorpresa: no es que la Cedeao no lo hubiese hecho antes, la última vez fue cuando consiguieron quitar del poder a Yahyah Jammeh en Gambia en 2017, pero la organización no se atrevió a hacerlo ni con Mali, ni Burkina Faso ni Guinea Conakry en los últimos años.

Se suele decir que, de las palabras a los hechos, hay un trecho. La junta militar de Níger no ha cedido, y Tinubu se ha tenido que tragar sus palabras tras pasar la fecha límite y ante el rechazo en casa. El Senado nigeriano rechazó su petición de intervenir, algo técnicamente necesario para enviar tropas a otro país, mientras que senadores del norte de Nigeria, frontera con Níger, le advertían contra ello al poder traer la guerra a sus casas.

"Debemos involucrar a todas las partes en discusiones serias para convencerlos de que renuncien al poder y reincorporen a Bazoum"

En la nueva cumbre extraordinaria de la Cedeao, ya cambiaba el tono. "Es crucial que demos prioridad a las negociaciones diplomáticas y el diálogo como base de nuestro enfoque. Debemos involucrar a todas las partes, incluidos los líderes del golpe, en discusiones serias para convencerlos de que renuncien al poder y reincorporen al presidente Bazoum".

La resolución todavía deja abierta la posibilidad de intervención, pero nota un cambio de todo de un presidente que ha pasado de estar envalentonado a intervenir militarmente otro país a que sus propios políticos le hayan recordado que ya sufre suficientes problemas en casa y que, si lo hiciese, estos se agravarían, empeorando todavía la posibilidad que más teme: que la ola de golpes de Estado le llegue también a él en Nigeria.

La guerra o el comer

El principal problema que afrontan los mandatarios de Nigeria es cómo costear una guerra cuando tus propios ciudadanos no tienen con qué comer. El país más poblado de África vive una racha inflacionaria récord y los comerciantes le dicen que no pueden ni respirar, pero, mientras, su dirigente piensa en comenzar una guerra que podría costarle 2.000 millones de dólares anuales a las arcas públicas, según cálculos de una organización económica independiente.

Foto: Un nigeriano votando. (Reuters/Temilade Adelaja)

Si tuviésemos que catalogar sus poco más de 50 días en el Gobierno, serían de desastre. En su discurso de inauguración, el septuagenario anunció que iba a implementar una polémica maniobra que se llevaba intentando 10 años sin éxito ante el rechazo público, pero que las agencias de ratings como Moody’s veían necesario para la salud de las arcas públicas: acabar con el sistema de subsidios a la gasolina.

El nuevo Gobierno se ha intentado defender en que no podía hacer frente a esos 10.000 millones de dólares que suponía para las arcas públicas, una factura mensual de 867 millones de dólares, pero la solución ha sido peor que la enfermedad. Dos días después de su investidura, la petrolera pública NNPC ya había triplicado el precio de unos 26 céntimos a 70 céntimos el litro y este no ha parado de subir, situado a mitad de julio en 78 céntimos el litro.

Divisa en caída libre

Dos semanas después, Tinubu decidió tomar otra decisión para acabar con el mercado negro de la naira y aumentar las reservas de dólares, en caída desde hacía meses. En febrero, la orden del Gobierno anterior de introducir un nuevo billete y retirar el antiguo del mercado con la intención de frenar la compra de votos en campaña produjo una escasez sin precedentes de la que tuvieron que retractarse tras los comicios.

placeholder Colas para recibir alimentos en la capital de Nigeria, Abuya. (Reuters/Afolabi Sotunde)
Colas para recibir alimentos en la capital de Nigeria, Abuya. (Reuters/Afolabi Sotunde)

A su llegada, Tinubu ordenó al Banco Central eliminar el tipo fijo y pasar a un cambio flotante con respecto al dólar, dictaminado por el mercado. De un día para otro, el valor oficial de la moneda nigeriana se desplomó un 36%, pasando de intercambiarse el 14 de junio a 750 dólares la naira en lugar de los 447 del día anterior. La moneda no ha dejado de caer y ha llegado a cambiarse a 853 nairas el dólar el pasado 19 de julio. Ese nuevo cambio era el que se llevaba en el mercado paralelo, pero la caída ha empujado a este todavía más bajo, hasta los 862 dólares a los que cotiza en la actualidad.

Las dos medidas tenían un objetivo claro: atraer inversores contentando a las empresas de rating y aumentar la disponibilidad de dólares en circulación. Ahora, la situación ha sido completamente la contraria: en mes y medio desde sus medidas estrella, el Gobierno nigeriano ha tenido que declarar el estado de emergencia por el efecto rebote en los precios de la comida.

La inflación se disparó en junio hasta el 25,5% anual, subiendo dos puntos respecto al mes anterior ante la subida del precio. En julio, se espera que suba todavía más, afectado paralelamente por el bloqueo ruso a la exportación de grano. Nigeria importa el 23% de su trigo de estos países y está entre su top cinco de países de importación, con un valor cercano a los 1.000 millones de dólares.

Foto: Un keniano prepara varios chapatis en un puesto de Nairobi. (Reuters/Thomas Mukoya)

La constitución de 1999 declara que el Gobierno puede declarar el estado de emergencia cuando el país está amenazado, hay una ruptura del orden público o “existe algún peligro que claramente constituya una amenaza para la existencia de Nigeria”. Esta es la primera vez en décadas que se hace por la falta de comida, tras haberlo hecho en 2020 por la subida de los casos de violaciones a mujeres y en 2013 en estados del norte por inseguridad, así como anteriormente por otros casos de violencia política.

En Nigeria, 25 millones de personas sufren inseguridad alimentaria cada día, según datos de la ONU. La decisión del Gobierno de declarar el estado de emergencia busca mitigar el impacto ofreciendo subsidios a agricultores en fertilizantes y granos de arroz.

Clave en la dieta nigeriana

El arroz jollof es parte de la dieta diaria de millones de nigerianos como un complemento. Lo que para un español es el pan, para un nigeriano es la batata o el arroz. Sin embargo, varios economistas critican que la medida actual no bajará el precio del grano ante la falta de oferta. En 2015, el Gobierno decidió prohibir las importaciones de ciertos productos, entre ellos el arroz, para potenciar la producción local. Aunque en 2021 se llegó a un récord de producción de 5,29 millones de toneladas, ese mismo año el país consumió 7,96 millones de toneladas, habiendo un déficit. Es decir, otra de las medidas del Gobierno que pretendían reducir el gasto público y potenciar la economía local causaban lo contrario: escasez y subida de precios.

Foto: Un vendedor ambulante pasa junto a carteles de campaña de Lago. (Reuters/Temilade Adelaja)

El Gobierno busca parar con una medida más una caída libre económica que hace tambalear a la mayor economía de África. Aun así, será difícil remediar algunos de los problemas estructurales de fondo que causan la inseguridad alimentaria de millones de nigerianos. La violencia yihadista de Boko Haram en el norte del país y los efectos del cambio climático. Las recurrentes sequías en el norte se añaden las lluvias torrenciales. En 2022, Nigeria sufrió sus peores inundaciones en una década, que dejaron más de 600 muertos y 1,4 millones de personas desplazadas en el sureste del país.

Por el momento, la inflación y el estado de emergencia no han traído grandes protestas a lo largo de Nigeria entre unos ciudadanos que simplemente buscan salir adelante día a día. Ahora, la inflación ha demostrado que en contextos frágiles puede traer caos. En Sudán, la subida del precio del pan fue la mecha que prendió las protestas que acabaron con el régimen dictatorial de Omar Al-Bashir y que, cuatro años más tarde, tienen sumido al país en un estado de guerra civil. Nadie vislumbra ni quiere eso para Nigeria, pero las medidas gubernamentales solo hunden la mayor economía del continente y testan la paciencia de los más de 200 millones de nigerianos.

El nuevo presidente de Nigeria, Bola Tinubu, ha tenido unos meses frenéticos. El 29 de mayo fue investido presidente de Nigeria tras vencer las elecciones en febrero. Poco más de un mes después, le tocaba asumir la presidencia rotatoria por un año de la Cedeao, la organización regional de 15 países de África Occidental. En su discurso, se mostró contundente para restaurar la democracia en una zona diezmada por golpes de Estado.

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