Un mitin de 6.000 kilómetros: Sánchez empieza campaña con su visita a Washington

Este viernes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunirá con su homólogo Joe Biden en Washington DC. Se trata de la primera visita de Sánchez a la Casa Blanca desde el inicio de su presidencia, y en la agenda hay temas desde los aranceles a la aceituna a acuerdos de Defensa. La codiciada foto de Sánchez estrechando la mano a Biden, organizada sin duda con todo detalle desde la Moncloa, es también un mitin a 6.000 kilómetros, no pensando en la campaña de las elecciones municipales del 28 de mayo, sino ya en las nacionales del próximo otoño.

Pedro Sánchez juega fuerte la carta del perfil internacional precisamente cuando en los próximos meses ostentará la presidencia rotatoria de la Unión Europea, una estrategia que lo dibuja como estadista que coloca España en determinados escenarios, pero que también tiene sus riesgos.

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Sánchez llega a la Casa Blanca con los deberes hechos. A principios de semana, la ministra de Defensa, Margarita Robles, se reunió con la embajadora estadounidense en Madrid para pulir los últimos detalles de acuerdos de Defensa firmados con EEUU, y este jueves la visita de Sánchez ha sido precedida por un encuentro y rueda de prensa del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, con el secretario de Estado, Antony Blinken. También se ha hecho efectiva la entrega de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica a Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, aprobada hace apenas unos días por el Consejo de Ministros y que "calentaba el ambiente" para la visita.

Durante la reunión, se hablará de acuerdos como la limpieza de tierras contaminadas con plutonio en Palomares, compras de material de Defensa (quizá los posibles F-35B), el asunto migratorio (EEUU construirá centros de gestión de asilo en Colombia y Guatemala y parte de los solicitantes podrán ser enviados a España) o los aranceles sobre la exportación de aceituna.

Una reunión en toda regla que se resarce de la malvendida escena de 2021, del brevísimo encuentro entre pasillos de ambos presidentes. Desde entonces, muchas cosas han cambiado en el perfil internacionalista de Sánchez, quien está cultivando cuidadosamente esa imagen internacional.

"Es una apuesta decidida por parte del presidente que le puede reportar beneficios de cara al electorado", sostiene Roberto Rodríguez, experto en comunicación política y profesor de la Universidad Pontificia Comillas. "Cuando un político se proyecta como un líder respetado internacionalmente, está proyectando dos de los pilares habituales del liderazgo: confianza y fortaleza. Te permite tener una proyección, dar una imagen de estadista respetado en el mundo", añade.

"Cuando un político se proyecta como un líder respetado internacionalmente, está proyectando dos pilares: confianza y fortaleza"

Es habitual en España que, mientras la primera presidencia se centra en política nacional, la segunda o la fase final se centre en la internacional, donde técnicamente hay menos disgustos. Ya sucedió con Felipe González —que visitó la Casa Blanca hasta cuatro veces— y con Jose María Aznar. Sánchez juega la carta del líder internacional y estadista frente a un candidato popular, Núñez Feijóo, con un perfil con menos proyección en esta área.

La agenda de los próximos meses viene de perlas. El próximo 1 de julio y hasta el 31 de diciembre, España ostentará la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, para la que el Gobierno de Sánchez está ya organizando partidas presupuestarias y preparando dosieres que tratar. Sin embargo, el efecto real de la presidencia sobre la influencia en la Unión Europea es más limitado. Sí será importante para el papel de anfitrión, a imagen y semejanza del éxito de la cumbre de la OTAN en Madrid, tanto en la cumbre de la UE-América Latina en julio como en la de la Comunidad Política Europea en Granada en octubre.

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Pero también tiene sus riesgos. En su papel como presidente de la Internacional Socialista (cargo que ocupa desde noviembre de 2022), Sánchez casi desata un rifirrafe diplomático con Israel por un mensaje de ánimo a los manifestantes contra la reforma judicial del primer ministro Benjamin Netanyahu. Una mayor exposición supone también más opciones de cometer un desliz si no se miden los límites.

Además de que, de puertas adentro y de cara a las urnas, es limitado el impacto real que pueda tener esa apuesta internacional en el votante español. "Ahora mismo, España está muy polarizada políticamente, con bloques muy claros a favor y en contra de su imagen. En este ambiente, es muy difícil que la proyección por sí sola sirva para cambiar el voto", apunta Rodríguez. Además de que "si se apuesta por la política internacional, puede provocar que pierdas la cercanía, muy importante para el elector, que piense que estás más interesado por lo que pasa fuera".