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El milagro de Palomares: las cuatro bombas nucleares que no borraron España del mapa
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El milagro de Palomares: las cuatro bombas nucleares que no borraron España del mapa

Movistar+ acaba de estrenar la serie documental 'Palomares. Días de playa y plutonio', que recupera imágenes de archivo inéditas y entrevistas con quienes vivieron el accidente

Foto: Unos guardiaciviles entre los escombros. (Movistar )
Unos guardiaciviles entre los escombros. (Movistar )

Ayer cuando publicaron el nombre de los dos periodistas asesinados en Burkina Faso, este artículo ya estaba a medio escribir. Los españoles David Beriáin y Roberto Fraile -junto a un reportero irlandés y un ciudadano burkinés de los que no han trascendido todavía los nombres-, desaparecieron el lunes cerca de la frontera con Benín mientras rodaban un documental sobre la caza furtiva en África. Los dos españoles habían rodado juntos varios programas documentales en zonas de conflicto, como 'Clandestino' para Discovery Max, pero esta vez les tendieron una emboscada que, lamentablemente, ha terminado mal. Los últimos mensajes que Beráin dejó publicados hace apenas cuatro días celebraban el estreno de la serie sobre la que, en el momento que ha saltado la noticia, yo estaba escribiendo: 'Palomares. Días de playa y plutonio'. Porque Beráin era uno de los productores de este documental que acaba de estrenar Movistar+. Sobrecoge pensar en cómo, a veces, la buena y la mala suerte se entrelazan y sobrecoge concierciarse uno mismo de loa inconsciencia sobre el propio futuro. Ayer, cuando publicaron los nombres, no sabía si insistir en la frivolidad de hablar de la serie o, simplemente, dejar el artículo para otro día. Pero creo que, al fin y al cabo, una manera de recordar a la persona es reconocer su trabajo.

El jueves pasado se emitió el primero de los cuatro capítulos de 'Palomares. Días de playa y putonio', una investigación sobre el accidente nuclear de Palomares (Almería) que ha recuperado metraje y documentos de la época recientemente desclasificados y que cuenta con testimonios de soldados estadounidenses, periodistas internacionales, autoridades y vecinos de la zona que fueron testigos de primera mano del que podría haberse convertido en el mayor desastre atómico desde Hiroshima y Nagasaki. Probablemente, la mayoría de quienes lean esto, recuerden la gran operación de propaganda que diseñó el régimen de Franco junto a las autoridades estadounidenses para restarle importancia a un incidente en el que, si hubiesen estado preparadas para la detonación con una carga explosiva equivalente a 1,5 millones de toneladas de TNT -70 veces más que Hiroshima-, se hubiese llevado por delante gran parte del sureste español.

placeholder Manuel Fraga, ministro del gobierno, se baña en Palomares para demostrar que no suponía ningún riesgo (1966)
Manuel Fraga, ministro del gobierno, se baña en Palomares para demostrar que no suponía ningún riesgo (1966)

Pocas imágenes tan poderosas como la de Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, con el bañador ceñido ombligo arriba, remojándose con el embajador de Estados Unidos, Angier Biddle Duke, y el jefe de la Región Aérea del Estrecho, para quitarle hierro a las informaciones que apuntaban a una contaminación radiactiva miles de veces por encima de los valores permisibles en la zona y, desde luego, saludables para los vecinos. "Como parte del programa previsto y para demostrar con el ejemplo que no existe peligro de radiactividad en esta zona costera [...] se dan un buen baño, pues así lo permite la benignidad del clima a pesar del invierno. El embajador demuestra con los brazos abiertos que se está bien en estas aguas inofensivas. Y hecha esta elocuente demostración el ministro y el embajador nos dicen adiós al salir del agua", locuta la voz del No-Do. Pero más desconocidos son el papel que tuvo la concatenación de tira y afloja políticos en un contexto de "destrucción mutua asegurada" entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la gestión de una dictadura que debía mantener un perfil bajo y amigable para sobrevivir como anomalía dentro de la Europa post-fascista y los avances científicos en el campo del armamento nuclear, que inocularon en la población el miedo a una extinción nuclear.

Una serie de catastróficas desdichas tuvieron que ocurrir para que cuatro bombas de hidrógeno acabasen desperdigadas por territorio español. Y gracias a una serie de benditas precauciones, ese territorio sigue formando parte de la Península. El director de 'Palomares', Álvaro Ron, ha reunido decenas de testimonios que han servido para reconstruir el antes y el después del choque el 17 de enero de 1966 entre un bombardero B-52 y un avión cisterna KC-135 cuando sobrevolaban las costas almerienses. En Estados Unidos, Lyndon B. Johnson había sustituido a J.F.K. en la Presidencia, mientras que Leonid Brézhnev ocupaba el cargo de secretariogeneral del Comité Central del Partido Comunista de la U.R.S.S.

En 1966, el mundo asistía a la carnicería que estaba teniendo lugar en Vietnam entre el bloque comunista y el bloque capitalista con la excusa de la reunificación del país asiático. Seis años antes, Estados Unidos había puesto en marcha el programa Chrome Dome, un sistema de operaciones dirigidas a, en caso de ataque por parte de las fuerzas soviéticas a territorio estadounidense, el ejército americano respondería con bombas nucleares. Por ello, todos los días diferentes bombarderos cargados con cabezas atómicas despegaban desde suelo americano, volaban hasta la U.R.S.S. -pasando por el Círculo Polar Ártico o por España- y regresaban a su punto de partida, siempre preparados para soltar su carga sobre objetivos militares. Y estos aviones, claro, debían repostar en el aire.

Cuentan los vecinos de Palomares que todas las mañanas, en torno a las 10:30, dos aviones solían volar muy cerca a su paso sobre Palomares. "Yo tenía 10 años e iba al Colegio la Salle. Fui a orinar y me puse a mirar por la ventana y vi dos aviones que volaban muy juntos. Me fijé y los aviones seguían acercándose, y me puse nervioso. ¡Llevaban ritmo de colisión!", cuenta José Herrero. Y colisionaron. Un fallo estructural en el bombardero lo lanzó contra el avión cisterna, que explotó y se desintegró en el aire con toda su tripulación dentro. Pero cuatro de los soldados del B-52 consiguieron eyectarse a tiempo y salvar la vida. Y con ellos cayeron cuatro bombas de hidrógeno que se perdieron por la región.

placeholder Otra imagen de 'Palomares'. (Movistar )
Otra imagen de 'Palomares'. (Movistar )

"Broken Arrow" ("Flecha Rota"), era el código para informar de un accidente relacionado con bombas nucleares. A los pocos minutos de que los aviones colisionasen en el cielo, las comunicaciones de las bases estadounidenses españolas (Torrejón, Morón, Zaragoza, Rota) comenzaron a advertir con estas dos palabras. Cientos de soldados salieron en dirección a Palomares. Y, a las tres horas, en el informe matutino habitual a Johnson se le notificó del choque. "¿Hay bombas nucleares? ¿Van a explotar?", dicen que preguntó.

A partir de aquí, 'Palomares' reconstruye la partida de ajedrez que jugaron el Gobierno franquista con el ejército americano, en el que había apostado mucho más de lo que reflejaron las portadas de los periódicos de la época. Primero porque las autoridades -de ambas costas- quisieron esconder la magnitud real del siniestro: al principio ambos quisieron ocultar la naturaleza de los escombros que se encontraron en los alrededores del pueblo almeriense y, una vez descubierto el pastel, optaron por minimizar la gravedad de la radiación por plutonio de la zona y parchear la desinfección de la zona para ahorrarse indemnizaciones y para evitar que cundiese el pánico. Alguna de las bombas no explotó y quedó prácticamente intacta. En otra, el TNT se detonó, pero no comprimió la parte nuclear. Y en otras la desintegración de los materiales provocó que el plutonio se esparciese por el aire, pudiendo entrar en el organismo de quien lo respirase. Si éstas hubiesen estado activadas, el mar hubiese sido mayor y tendría forma de hongo nuclear.

placeholder Otro momento de 'Palomares'. (Movistar )
Otro momento de 'Palomares'. (Movistar )

España encomendó a la Guardia Civil la labor de salvaguardar la calma de la zona. Los tricornios desorientados, sin hablar ni una preposición en inglés, contrastan con el despliegue americano, los miles de soldados y especialistas que se desplazaron hasta Palomares para encontrar la cuarta bomba perdida -la encontraron sumergida ochenta días depués de la colisión- e intentar controlar la contaminación por plutonio. El documental rescata las imágenes de una España gris y famélica: las caras desconcertadas de quienes ni tienen ni entienden nada, frente a unos soldados híper preparados, protegidos por trajes radiactivos y que miraban a los españoles con la condescendencia y la pena del que se sabe, gracias a Dios, de paso. La diferencia entre la retórica del alcalde de Palomares, Manuel González Navarro, y del Dr. Langham, una de las mayores autoridades relacionadas con el plutonio. La España de la boina frente a la potencia nuclear. Imágenes desclasificadas que ayudan a comprender cómo Franco sobrevivió gracias a las tensiones entre bloques y cómo Estados Unidos buscó la simbiosis para utilizar la dictadura como freno del avance del comunismo. Hubo que elegir: ¿amenaza nuclear o amenaza roja?

Ayer cuando publicaron el nombre de los dos periodistas asesinados en Burkina Faso, este artículo ya estaba a medio escribir. Los españoles David Beriáin y Roberto Fraile -junto a un reportero irlandés y un ciudadano burkinés de los que no han trascendido todavía los nombres-, desaparecieron el lunes cerca de la frontera con Benín mientras rodaban un documental sobre la caza furtiva en África. Los dos españoles habían rodado juntos varios programas documentales en zonas de conflicto, como 'Clandestino' para Discovery Max, pero esta vez les tendieron una emboscada que, lamentablemente, ha terminado mal. Los últimos mensajes que Beráin dejó publicados hace apenas cuatro días celebraban el estreno de la serie sobre la que, en el momento que ha saltado la noticia, yo estaba escribiendo: 'Palomares. Días de playa y plutonio'. Porque Beráin era uno de los productores de este documental que acaba de estrenar Movistar+. Sobrecoge pensar en cómo, a veces, la buena y la mala suerte se entrelazan y sobrecoge concierciarse uno mismo de loa inconsciencia sobre el propio futuro. Ayer, cuando publicaron los nombres, no sabía si insistir en la frivolidad de hablar de la serie o, simplemente, dejar el artículo para otro día. Pero creo que, al fin y al cabo, una manera de recordar a la persona es reconocer su trabajo.