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La gran crisis de Biden llama a la puerta sur de EEUU en forma de un alud de miles de migrantes
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Ruta de Venezuela a Nueva York

La gran crisis de Biden llama a la puerta sur de EEUU en forma de un alud de miles de migrantes

El Confidencial acompaña a una familia por todo México en su viaje a Nueva York

Foto: Miedo y esperanza de un trato justo empujan a migrantes a entregarse en el paso. (EFE / Jonathan Fernández)
Miedo y esperanza de un trato justo empujan a migrantes a entregarse en el paso. (EFE / Jonathan Fernández)

"La frontera de EEUU está cerrada a la migración irregular", advierte el Gobierno de Joe Biden. Un brindis al sol que no va a detener a los miles de inmigrantes, la mayoría de Sudamérica y Centroamérica que, a partir de este jueves, tendrán derecho a pedir asilo en EEUU. A partir del miércoles 11 de mayo a las 23.59 hora local, el Título 42, que ha permitido estos últimos tres años la expulsión inmediata de 2,8 millones de inmigrantes que cruzaron el Río Bravo entre México y EEUU, saltaron el muro o cruzaron el desierto, será finalmente historia.

Tanto México como Estados Unidos se están preparando para una crisis migratoria que, especialmente en el vecino del norte, podría tener consecuencias que reverberarán en todo el país, justo cuando empieza la larga campaña electoral hacia los comicios de 2024. La Casa Blanca ha desplazado más de 1.500 militares en activo para reforzar el trabajo de las autoridades fronterizas, que calculan que los cruces ilegales podrían doblarse en un solo día, hasta los 13.000 (de los 7.500 de media). Un asesor de Biden declaró al Financial Times que, si el demócrata perdía la próxima elección, "no será por Ucrania, será por la frontera sur".

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/Shawn Thew)

¿Qué ha cambiado? En marzo de 2020, el gobierno de Donald Trump activó el Título 42, una sección de la Ley de Servicio Público de Salud de 1944 que permitía negar la entrada a EEUU a quienes fueran considerados un peligro para la salud pública. Con el relevo presidencial y en el contexto todavía de la pandemia de coronavirus, la legislación se mantuvo en vigor, incluso por la vía judicial, cuando el Tribunal Supremo decidió ampliar sus efectos hasta al menos febrero de 2023. Y pese al origen trumpista de la medida, el Gobierno de Biden no ha dudado en utilizarla: desde octubre del pasado año decidió ampliar el rango de acción, que hasta el momento había perjudicado a migrantes procedentes de México, Guatemala, Honduras o El Salvador, a los inmigrantes venezolanos.

En los últimos días y ante la inminencia de la suspensión del Título 42, miles de inmigrantes han llegado a las ciudades fronterizas mexicanas de Piedras Negras y Ciudad Juárez, donde apuran las horas durmiendo en albergues o en la calle, a la espera de poder cruzar a EEUU para pedir asilo y evitar así ser devueltos a México. Los albergues de El Paso o Brownsville, en Texas, han colapsado por el influjo de inmigrantes. Para muchos que han sido devueltos una y otra vez, ahora es la oportunidad quizá antes de que EEUU endurezca aún más su política migratoria tras el fin del Titulo 42. "O se cansan ellos o me canso yo", aseguraba una mujer de San Pedro Sula (Honduras) que ha intentado cruzar cinco veces el Río Bravo y que fue devuelta a México por las autoridades migratorias de EEUU nada más pisar ese país.

placeholder La frontera con EEUU en el Río Bravo. (A.V)
La frontera con EEUU en el Río Bravo. (A.V)

El problema migratorio es especialmente peliagudo en la política estadounidense. Además de desplegar 24.000 "oficiales del orden" en la frontera, 400 "voluntarios", y personal extra de 1.000 funcionarios de asilo para entrevistar a los solicitantes y aceptar los que demuestren "miedo creíble" a perder la vida si regresan a sus países de origen (lo que les permitiría permanecer en EEUU sin riesgo a deportación y con un permiso de trabajo), el Gobierno de Joe Biden está tejiendo todos los acuerdos posibles para retener a los inmigrantes lejos de su frontera.

Ha alcanzado un acuerdo con México para que reciba hasta 30.000 migrantes de Venezuela, Haití, Nicaragua y Cuba que se prevé que EEUU deporte al mes. En México, agentes de la Policía Municipal de Piedras Negras patrullan fuertemente armados por un paseo cercano a la orilla del Río Bravo para advertir a los migrantes que “la situación es la siguiente: o se van o nos los tenemos que llevar detenidos”. Tras dispersarse por las calles de Piedras Negras, los migrantes regresan a los pocos minutos para volver a tratar de meterse al río que separa el primer y tercer mundo. Otra de las medidas anunciadas es la apertura de centros en Colombia y Guatemala para preseleccionar a los migrantes que podrán entrar a EEUU de manera regular, al tiempo que ofrecerá 1.000 citas diarias a través de la aplicación CBP One para que los migrantes puedan agendar desde México una hora y lugar para presentarse en un puerto de entrada y solicitar asilo.

La patata caliente es clara, y llega mucho más lejos de la frontera. En Nueva York, la alcaldía ha anunciado que no descarta alojar a los inmigrantes en gimnasios, o en las mismas calles. La previsión es política: el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, ha fletado miles de autobuses con inmigrantes que habían cruzado la frontera hacia los estados demócratas, en una protesta a lo que denominan "política de puertas abiertas" de Biden. Más de 9.000 a Washington DC, 5.700 a Nueva York y 1.600 a Chicago. Abbott ha llegado a decir que, tras el fin del Título 42, necesitarán "15.000 o 150.000 soldados para asegurar la frontera”.

placeholder 'Bienvenidos a México', migrantes tratan de cruzar la frontera con EEUU. (A. V)
'Bienvenidos a México', migrantes tratan de cruzar la frontera con EEUU. (A. V)

Fue el caso de Luis Rojas y su mujer Grizy Oropesa, quienes con sus cuatro hijos de seis, ocho, diez años y una bebé de ocho meses se embarcaron en la peligrosa ruta desde Venezuela a Nueva York. Miles de kilómetros, nueve países, el "infierno" del Tapón del Darién, y varios años para llegar a a la tierra prometida, el "sueño" americano.

Originario de la ciudad de Valencia, en Venezuela, en 2016 emigró solo a Colombia, adonde poco después llegaron su mujer y sus tres hijos. En ese país reconoce que llegaron a pasar hambre. Decidió emigrar a EEUU. "Yo sabía que era un viaje muy peligroso, pero si no arriesgamos, no ganamos", recalca.

"Yo sabía que era un viaje muy peligroso, pero si no arriesgamos, no ganamos"

En Perú, la policía les robó el dinero, la ropa y el teléfono, por lo que se vieron obligados a pedir en las calles y solicitar ‘aventones’ (auto stop) para poder avanzar. Lo más complicado fue el Tapón del Darién, donde llegó a perder durante varias horas a sus tres hijos que se fueron con otra familia de Venezuela, si bien lograron reencontrarse con ellos en uno de los campamentos. "Nos metimos a la selva sin agua ni comida, migrantes haitianos nos regalaban sopas instantáneas, mientras que tomábamos agua de los ríos”, recuerda.

La peor experiencia que vivió en la selva entre Colombia y Panamá fue cuando una mujer haitiana que llevaba a su bebé colgado de ella de un trapo se desprendió por un barranco falleciendo en el acto. Al llegar al campamento, Luis lamenta que esta migrante no soportó el dolor de la pérdida de su hijo y terminó ahorcándose en un árbol. A lo largo del camino vieron cuerpos de migrantes que perecieron del cansancio o de sed y que fueron abandonados en medio de la selva.

placeholder La familia de Luis y Grizy. (A.V)
La familia de Luis y Grizy. (A.V)

Tras cruzar el Río Suchiate, llegaron a México, donde El Confidencial les encontró durmiendo a la intemperie en una cancha de fútbol en Huixtla (Chiapas), y desde allí, les acompañó en su periplo. Durante el día, Grizy, la madre de los cuatro niños, iba con ellos a la carretera a pedir dinero para proseguir el viaje hacia el norte, después de que el Instituto Nacional de Migración les otorgara un salvoconducto de un mes para poder permanecer en México sin el riesgo a ser deportados. Era un tiempo suficiente para llegar a la frontera siempre y cuando pudieran adquirir los billetes de autobús.

Una vez que consiguieron el dinero gracias a la ayuda de un amigo, se trasladaron a Ciudad de México, donde permanecieron durante 15 días en un albergue en el que convivieron con refugiados ucranianos que huían de la guerra y que también se dirigían a EEUU. Después de recuperar fuerzas en la capital de México, viajaron en bus a Monterrey y de ahí a Piedras Negras, donde se halla el Río Bravo.

Extorsión policial en México y Guatemala

No obstante, durante el trayecto, agentes policiales de México de distintos cuerpos armados fueron parando el bus de madrugada hasta en siete ocasiones. El Confidencial fue testigo de cómo estos supuestos policías les extorsionaban una y otra vez exigiéndoles dinero a cambio de dejarles continuar el viaje, a pesar de contar con el salvoconducto de un mes otorgado por el Gobierno de México. Los hombres armados y encapuchados, que decían ser policías, bajaban a los inmigrantes a la calle en plena carretera y allí les exigían dinero bajo amenazas de detenerlos.

En México, las compañías de autobuses niegan la venta de billetes a los inmigrantes para impedir que lleguen a la frontera, así que la familia de Luis y Grizy se vio obligada a caminar durante varios kilómetros bajo un intenso sol que elevaba la temperatura a más de 35 grados cerca de Piedra Negras. En la carretera, hay puestos de atención médica a los inmigrantes a quienes se les ofrece suero para evitar la deshidratación. En uno de estos puestos, un agente de policía se interesó por la familia de Luis, cuyo bebé estaba deshidratado. Así, a diferencia de los otros policías que los habían extorsionado durante el viaje, este agente incluso le dio al migrante venezolano las coordenadas de GPS a través de su teléfono para que pudiera llegar al Río Bravo por un punto en el que no habría personal de migración y cruzar sin problemas hacia EEUU.

placeholder La familia de Luis y Grizy. (A.V)
La familia de Luis y Grizy. (A.V)

Luis y su familia siguieron las indicaciones del policía y lograron llegar sin problemas a la orilla del Río Bravo, donde contrataron los servicios de un balsero para que les cruzara hacia EEUU.

El matrimonio y los niños pudieron llegar a Eagle Pass (Texas), donde tras permanecer unas horas detenidos por la patrulla fronteriza, fueron liberados y trasladados días después en un bus de forma gratuita a la ciudad de Nueva York, donde residen actualmente.

Una vez en Nueva York, la familia venezolana, al igual que hacen muchos migrantes que llegan a esa ciudad, se dirigieron al barrio del Bronx, donde se ubica el Departamento de Servicios para Personas sin Hogar (PATH). Allí los ubicaron en un hotel para la primera noche y, posteriormente, les dieron una vivienda gratuita en Brooklyn en un edificio destinado, en un principio, a familias estadounidenses que han sido desahuciadas de sus casas. Debido a la presión migratoria, ahora estos servicios se dedican también a acoger a migrantes que no cuentan con ningún tipo de apoyo familiar en esa ciudad.

Ahora Luis desea encontrar un trabajo para dejar de depender de las ayudas sociales y poder cumplir su sueño de ver en primera fila al equipo de béisbol de los Yankees. Grizy anhela tener su negocio propio de manicura. La familia pasea ahora por Manhattan deleitándose con los rascacielos mientras la niña de 10 años tiene claro que su periplo mereció la pena para lograr ser una bailarina de ballet y emular así a su personaje favorita: Ballerina. "Ya estamos en Nueva York, donde queríamos estar", concluye Luis.

"La frontera de EEUU está cerrada a la migración irregular", advierte el Gobierno de Joe Biden. Un brindis al sol que no va a detener a los miles de inmigrantes, la mayoría de Sudamérica y Centroamérica que, a partir de este jueves, tendrán derecho a pedir asilo en EEUU. A partir del miércoles 11 de mayo a las 23.59 hora local, el Título 42, que ha permitido estos últimos tres años la expulsión inmediata de 2,8 millones de inmigrantes que cruzaron el Río Bravo entre México y EEUU, saltaron el muro o cruzaron el desierto, será finalmente historia.

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