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¿Hay dinosaurios en estas cuevas en el centro de Manhattan?
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¿Hay dinosaurios en estas cuevas en el centro de Manhattan?

El Museo de Ciencias Naturales de Nueva York inaugura el próximo 4 de mayo su nuevo e impresionante anexo, realizado por la arquitecta Jeanne Gang

Foto: Vista del interior del nuevo Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación. IWAN BAAN.
Vista del interior del nuevo Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación. IWAN BAAN.

En pleno corazón de Nueva York, en el cruce de la calle 79 con la Avenida Columbus, ha surgido una gigantesca estructura de aspecto sinuoso y orgánico. Su interior está lleno de oquedades que recuerdan a cuevas naturales, a grutas erosionadas por el paso del tiempo, con aberturas a través de las cuales se filtran los rayos del sol. Parece un paisaje geológico de la prehistoria, de la era de los dinosaurios

Se trata del Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación, la espectacular ampliación del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. El nuevo edificio, que abrirá sus puertas al público el próximo 4 de mayo, tiene unos 23.000 metros cuadrados de superficie, ha tardado nueve años en levantarse, ha costado 465 millones de dólares, se ha financiado gracias a las donaciones realizadas por el ya fallecido filántropo Richard Gilder… y es absolutamente alucinante. Tanto que está llamado a convertirse en una de las grandes atracciones turísticas de Nueva York.

placeholder Vista del hall central del nuevo edificio del Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York. IWAN BAAN.
Vista del hall central del nuevo edificio del Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York. IWAN BAAN.

“Quería crear un edificio que avivara la curiosidad de los visitantes, que les invitara a querer saber más, y que tuviera un aspecto natural pero que al mismo tiempo fuera sostenible e incorporara las más sofisticadas tecnologías”, nos cuenta la arquitecta Jeanne Gang, al frente de este proyecto.. “El cemento pulverizado me ofrecía eso, y me permitía además combinar las modernas tecnologías con la artesanía, porque su acabado se realiza a mano”.

El resultado es un edificio tan elegante como misterioso, con el exterior de granito rosa (a juego con la fachada color arcilla del edificio original del Museo Americano de Historia Natural) y un interior repleto de grandes espacios abiertos. Su esqueleto está formado por estructuras de metal sobre las que se ha rociado cemento a alta presión hasta crear unas formas curvilíneas que parecen cavernas. Se trata de una técnica inventada por el naturalista y taxidermista Carl Akeley que, años atrás, se empleaba para recrear en interiores hábitats naturales (muchos de los del Museo Americano de Historia Natural están realizados con ese procedimiento). Ahora se ha usado a gran escala para crear el Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación.

Paisajes geológicos

Jeanne Gang reconoce que, para este proyecto, se ha inspirado en paisajes geológicos: en cañones, en cuevas, en plegamientos, en curvaturas… “Todos esos espacios naturales impresionan, desatan la curiosidad”, explica.

El nuevo edificio, adyacente al Museo Americano de Historia Natural y conectado con él, lleva a una nueva era a una institución que tiene más de 150 años de historia, una fabulosa colección formada por más de 34 millones de especímenes -incluido un fósil de hace 147 millones de años de un Archaeopteryx, una especie ya extinguida a medio camino entre los dinosaurios emplumados y las aves modernas-, una plantilla que incluye 175 investigadores y que cada año patrocina unas 120 expediciones científicas. Por tener, el Museo de Americano de Historia natural tiene hasta una película de éxito, Una noche en el museo, protagonizada por Ben Stiller y rodada en sus instalaciones.

placeholder Un visitante, en el nuevo edificio del Museo Americano de Ciencias Naturales. IWAN BAAN
Un visitante, en el nuevo edificio del Museo Americano de Ciencias Naturales. IWAN BAAN

El Centro Richard Gilder para la Ciencia, la Educación y la Innovación permite que el museo de Nueva York, uno de los más grandes y famosos del mundo en historia natural, disponga a partir de ahora de abundante espacio adicional para cumplir con su objetivo de "descubrir, interpretar y difundir, a través de la investigación científica y la educación, el conocimiento sobre las culturas humanas, el mundo natural y el universo”.

El nuevo anexo del museo muestra por ejemplo al público 4 millones de especímenes que antes se guardaban en almacenes, con la particularidad de que los visitantes podrán vislumbrar a los investigadores trabajando al fondo con esos ejemplares y entender cómo las colecciones tienen un uso práctico. Pero el edificio que se inaugura el próximo día 4 de Mayo también acoge un insectarium en el que, entre otras cosas, se puede contemplar una colonia de hormigas y comprobar cómo, a pesar de estar formada por miles de ellas, funciona como un único organismo. Y tiene además un impresionante vivarium de mariposas (de 250 metros cuadrados, el doble de grande que el existente anteriormente en el museo) en el que revolotean en libertad mariposas de unas 80 especies distintas. ”Algunas viven solo dos semanas, otras varios meses. La más longeva vive unos dos años”, nos cuenta Hazel Davies, la encargada de resolver las dudas de los visitantes al vivarium. “Las mariposas comen néctar de las flores y también les ponemos fruta. Aunque a veces con el jugo fermentado de la fruta se emborrachan”.

Una mariposa enorme de color azul sobrevuela nuestra cabezas. “Es una mariposa morpho, procede del Amazonas”, nos ilustra.

placeholder La exposición interactiva 'Mundos Invisibles'. IWAN BAAN
La exposición interactiva 'Mundos Invisibles'. IWAN BAAN

Un piso más arriba hay laboratorios que permitirán a los estudiantes de colegios, institutos y universidades de Nueva York hacer prácticas de química, de genética, trabajar tanto con proteínas como con big data. Además, hay una gran exposición que explica cómo todas las formas de vida están conectadas y una biblioteca.

"La inauguración del Centro Richard Gilder representa un momento histórico para el museo y un hito en sus esfuerzos por mejorar el conocimiento científico", asegura Sean Decatur, presidente del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.

Que así sea.

En pleno corazón de Nueva York, en el cruce de la calle 79 con la Avenida Columbus, ha surgido una gigantesca estructura de aspecto sinuoso y orgánico. Su interior está lleno de oquedades que recuerdan a cuevas naturales, a grutas erosionadas por el paso del tiempo, con aberturas a través de las cuales se filtran los rayos del sol. Parece un paisaje geológico de la prehistoria, de la era de los dinosaurios

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