El rascacielos más emblemático de Nueva York volverá a ocuparse tras 4 años vacío

Nueva York está llena de rascacielos, a cada cual más grande y extraordinario, como el Empire State, el One World Trade Center, que sustituyó a las Torres Gemelas, o el Steinway Tower, el icónico edificio situado a los pies de Central Park que está considerado como el rascacielos más delgado del mundo. Sin embargo, sigue habiendo un edificio que roba el corazón a los neoyorquinos y a los turistas por igual: el Flatiron.

Cuando terminó de construirse, en 1902, se convirtió en el edificio más alto de Nueva York con 86 metros de altura, lo que le permitía ser visto desde lugares tan lejanos como la Estatua de la Libertad. Pero lo que de verdad llamó su atención fue su forma de plancha, lo que le valió su apodo de Flat Iron (plancha plana, en inglés), que sustituyó rápidamente al nombre que sus constructores le habían dado, el edificio Fuller.

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Los impulsores del Flatiron pagaron en 1898 menos de un millón de dólares por el terreno triangular donde iban a levantar este legendario rascacielos. Ahora, 125 años después, el Flatiron ha cambiado de manos y ha sido vendido por 190 millones de dólares, el equivalente a unos 175 millones de euros, a un gigante inmobiliario estadounidense.

Un edificio único

El Flatiron llevaba vacío los últimos cuatro años por desavenencias entre sus socios y fue lo que hizo que se llevara a subasta. El gran favorito para hacerse con el control del rascacielos era Jeffrey Gural, representante de la empresa inmobiliaria GFP Real Estate y uno de sus antiguos propietarios. Sin embargo, saltó la sorpresa.

El Flatiron llevaba vacío los últimos cuatro años por desavenencias entre sus socios

Jacob Garlick, socio fundador del fondo de inversiones Abraham Trust, plantó cara desde el principio al favorito. Durante 45 minutos, los dos aspirantes a comprar el rascacielos fueron aumentando sus pujas de medio millón en medio millón, hasta que Garlick se lo adjudicó al alcanzar los 190 millones de dólares, una cantidad que su rival ya no superó.

En declaraciones que recoge NY1, Jacob Garlick asegura que hacerse con este edificio "ha sido un sueño que he tenido durante toda mi vida, desde que tenía 14 años. Nuestra misión va a ser respetar para siempre su integridad", aunque aún no ha anunciado si convertirá el Flatiron en un gran hotel, en apartamentos o en las oficinas más lujosas de Manhattan.