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Muerte en Bielorrusia: las claves del próximo ministro de Exteriores de Lukashenko
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Muerte en Bielorrusia: las claves del próximo ministro de Exteriores de Lukashenko

Lukashenko nombrará a un nuevo ministro de Asuntos Exteriores después de conocerse la muerte de Uladzimir Makei. Estos son los tres posibles candidatos para sustituirle

Foto: Uladzimir Makei, exministro de Asuntos Exteriores en Bielorrusia, junto a su homólogo ruso, Sergey Lavrov. (EFE)
Uladzimir Makei, exministro de Asuntos Exteriores en Bielorrusia, junto a su homólogo ruso, Sergey Lavrov. (EFE)

El ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, Uladzimir Makei, murió el 26 de noviembre a los 64 años. Era uno de los políticos más próximos al presidente Aleksandr Lukashenko y trabajó en el Estado Mayor durante más de 15 años. Makei se convirtió en ministro en 2012, una época en la que las relaciones entre Bielorrusia y la Unión Europea estaban en una profunda crisis, tras las irregularidades en las elecciones presidenciales de 2010 y las consecuentes sanciones impuestas a Bielorrusia por la violación de derechos humanos, unas multas que también llegaron al propio exministro. Sin embargo, tan solo dos años y medio después, Lukashenko estaba siendo recibido por los exlíderes europeos Angela Merkel y François Hollande en Minsk. Un año después de ese encuentro, la Unión Europea levantó la mayoría de sanciones. Este fue, sin duda, el mayor éxito del difunto.

Makei fue el político más prooccidental en toda la cúpula del Gobierno bielorruso y muchos ciudadanos consideran que su muerte supone el fin del ala liberal de la política en Minsk. Es precisamente esta imagen de "occidental" y "liberal" la que ha dado lugar a las especulaciones de que su muerte podría no haber sido por accidente. Al parecer, su fallecimiento es una buena noticia para Moscú, quién teme otro acercamiento en las relaciones entre Bielorrusia y Europa. Su muerte ocurrió bajo el telón de la siguiente cumbre de la OSCE en Varsovia, en la que supuestamente Makei iba a acudir como representante oficial de la nación. Antes tenía previsto reunirse con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, quién está vetado y no puede acudir a la cumbre.

Foto: Putin y Lukashenko, el mes pasado en Sochi. (Reuters)

Algunos de los antiguos colegas europeos de Makei han incitado, con sus reacciones, especulaciones sobre la muerte del antiguo representante bielorruso en el extranjero. Nigel Gould Davis, exembajador británico en Minsk, cree que "debe de haber algo muy siniestro detrás de su repentina e inexplicable muerte". El vicepresidente del bloque demócrata-cristiano en el Bundestag alemán, Johann Wadephul, se pregunta: "¿Qué habrá dicho sobre la próxima conferencia de la OSCE a la que quería asistir?". Indagando más en la cuestión, el consejero del ministro de Asuntos Interiores ucraniano ha llegado casi a sugerir que Makei podría haber sido envenenado. Respecto a esto, un día antes de su muerte, el Instituto Robert Lansing informó de que Rusia estaba preparando un intento de asesinato contra Lukashenko para poner en su lugar a Stanislav Zas, actualmente secretario general de la Alianza de Seguridad Colectiva (OSCE), que incluye seis estados postsoviéticos, entre ellos Rusia y Bielorrusia.

El foco de las sospechas se alimenta del hecho de que la propaganda estatal bielorrusa restó mucha importancia a la muerte de Makei, cuya noticia se desplazó deliberadamente hacia la parte más baja de sus portadas. La información compartía espacio con una previsión meteorológica.

Foto: Los servicios de emergencia acuden a uno de los edificios afectados por los ataques. (Oleg Petrasyuk/EFE)

Sin embargo, el verdadero problema entre Bielorrusia y Occidente es mucho más profundo que la simple muerte del ministro. En este momento, no existe una agenda para las negociaciones. Por ejemplo, la Unión Europea está interesada sobre todo en cuestiones de seguridad militar y Lukashenko no tiene nada que ofrecer a los políticos occidentales en este ámbito. No controla el movimiento de las tropas de Putin en Bielorrusia, no puede impedir que Moscú bombardee ciudades ucranianas desde su país, no puede garantizar que el Kremlin no vuelva a invadir Ucrania desde territorio bielorruso. Mientras tanto, es muy poco probable que Lukashenko suavice su posición. Cuando lo hizo durante la anterior crisis diplomática con la Unión Europea acabó muy mal para el primer ministro, ya que hubo protestas generalizadas tras su derrota electoral en las elecciones presidenciales.

La UE, en general, no tiene nada que ofrecer a Lukashenko, por lo que el bielorruso sigue apostando por su vecino del este. Mientras Bielorrusia ayude a Rusia a luchar contra Ucrania y continúe la represión y las violaciones de los derechos humanos, no se puede hablar de una vuelta de hoja. Sin cambios significativos en Bielorrusia, los políticos europeos no querrán ni podrán llegar a un acuerdo con el dictador. Y aunque Minsk decida liberar a unos cientos de presos políticos, es poco probable que esto sea suficiente para que la Unión Europea haga grandes concesiones a cambio. Las sanciones más dolorosas contra Bielorrusia se mantendrán. Lukashenko lo sabe bien y, por eso, los presos políticos siguen en la cárcel. Su liberación no tendrá el resultado deseado.

Foto: Bloqueo de mercancías en Kaliningrado. (Reuters/Ints Kalnins)

A pesar de ello, la identidad del sustituto de Makei no deja de ser importante. En primer lugar, la persona elegida por Lukashenko revelará algo sobre los objetivos que se ha fijado para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bielorrusia. El primer grupo de posibles candidatos incluye a diplomáticos que pueden haber cumplido discretamente las órdenes de arriba, pero que no han empañado su reputación en Occidente con un lenguaje o unas acciones demasiado agresivas. Si un diplomático bielorruso se convierte en ministro, será mucho más fácil para el nuevo enviado de Lukashenko conseguir acercamientos con Occidente. Los europeos se sentirán tentados a unir lazos con el nuevo jefe de Exteriores bajo la esperanza de que Bielorrusia transmita algún mensaje importante o una oferta ventajosa.

Sin embargo, los candidatos rusófilos también están en la lista. Estas figuras perseguirían un acercamiento aún mayor con Rusia, nunca considerarían un retorno a lo que Bielorrusia solía denominar su "política exterior multivectorial" y apoyarían plenamente los intentos de Moscú de remodelar el sistema de relaciones internacionales por la fuerza.

También hay una tercera opción, que es elegir a alguien de dentro de las fuerzas del orden de Bielorrusia, de las cuales Lukashenko se ha rodeado desde 2020. Ahora, las Fuerzas Armadas dirigen el Gobierno, ministerios, departamentos, la administración presidencial y los organismos regionales. Como cualquier otro régimen autoritario, Lukashenko prefiere a los devotos que van por ahí cumpliendo cualquier orden que les dé. Los militares suelen desconocer el arte de la diplomacia, pero probablemente no es esto lo que el presidente busca. Bielorrusia ya se encuentra en un estado de semiguerra, sigue aumentando la eficacia de combate de su Ejército y ha iniciado los procedimientos de movilización. El gasto en defensa aumentará el próximo año un 53%, una cifra récord.

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Sea quien sea el próximo ministro de Asuntos Exteriores, el futuro de las relaciones entre Bielorrusia y Europa dependerá sobre todo de la guerra en Ucrania y de la estabilidad interna en Rusia. El hecho de que actualmente no haya nada de lo que hablar no significa que no lo vaya a haber en un futuro. La situación en el frente no es estática y cambiará, lo que abrirá el camino a algún progreso. La Unión Europea debe prepararse para el momento en que la presión de las sanciones sobre el régimen bielorruso dé sus frutos. Esta será la circunstancia idónea para hacer que Lukashenko negocie con sus opositores, como ha hecho recientemente su amigo venezolano Nicolás Maduro.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Pavel Slunkin y titulado Death in Belarus: The meaning behind Lukashenka’s new foreign minister choices.

El ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, Uladzimir Makei, murió el 26 de noviembre a los 64 años. Era uno de los políticos más próximos al presidente Aleksandr Lukashenko y trabajó en el Estado Mayor durante más de 15 años. Makei se convirtió en ministro en 2012, una época en la que las relaciones entre Bielorrusia y la Unión Europea estaban en una profunda crisis, tras las irregularidades en las elecciones presidenciales de 2010 y las consecuentes sanciones impuestas a Bielorrusia por la violación de derechos humanos, unas multas que también llegaron al propio exministro. Sin embargo, tan solo dos años y medio después, Lukashenko estaba siendo recibido por los exlíderes europeos Angela Merkel y François Hollande en Minsk. Un año después de ese encuentro, la Unión Europea levantó la mayoría de sanciones. Este fue, sin duda, el mayor éxito del difunto.

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