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¿Apocalipsis energético? Todo lo que dice (y lo que no) el vídeo donde Gazprom congela Europa
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"el invierno será largo", amenaza

¿Apocalipsis energético? Todo lo que dice (y lo que no) el vídeo donde Gazprom congela Europa

El vídeo no destaca por su sutileza. En los primeros planos, vemos cómo un empleado de Gazprom cierra una llave y el indicador de tránsito de gas cae a cero. Inmediatamente, una ventisca helada comienza a cubrir ciudades europeas

Foto: Logotipo de Gazprom. (Reuters/Dado Ruvic)
Logotipo de Gazprom. (Reuters/Dado Ruvic)
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El pasado lunes, apenas horas después de que Rusia anunciase que no restablecerá el suministro de gas a Europa hasta que levante las sanciones, emergió en redes sociales un vídeo de estilo publicitario sobre la megaempresa energética rusa Gazprom, pero cuyo objetivo no era promocionar la firma sino algo mucho más oscuro: amenazar a Europa con la congelación. El vídeo no destaca por su sutileza. En los primeros planos, vemos cómo un empleado de Gazprom cierra una llave y el indicador de tránsito de gas cae a cero. Inmediatamente, una ventisca helada comienza a cubrir ciudades europeas, mientras una voz melancólica canta en ruso: “El invierno será largo”.

Con este clip, queda claro que Gazprom es solo una mera herramienta más del Kremlin. Los ejecutivos de la firma tienen que ser conscientes del daño reputacional que provoca esta situación —uno de los motivos por los que la empresa ha alegado todo tipo de pretextos técnicos, no demasiado creíbles, para las reducciones e interrupciones previas del suministro—, a pesar de lo cual la compañía se ha subido al carro gubernamental, quizá porque no tenía otro remedio. El vídeo, de hecho, repite muchos de los mensajes clave de la propaganda rusa, como las referencias a Bruselas como la causante de esta debacle o a la inutilidad de las energías renovables, cosa de 'niñatos como Greta Thunberg', como el propio presidente Putin ha señalado en más de una ocasión.

Así, Gazprom se suma a la campaña de influencia que los medios rusos en otros idiomas vienen llevando a cabo desde hace alrededor de un año, tratando de incrementar el malestar de la ciudadanía acerca de los altos precios de la energía. El pasado verano, los analistas energéticos se dieron cuenta muy pronto de que la compañía rusa se estaba limitando a cumplir con sus contratos previos, pero se negaba a incrementar las cantidades a pesar de la demanda récord y los altos precios, lo que le habría hecho ganar una verdadera millonada.

Foto: Tubo de gas de la empresa Gazprom. (iStock)
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Los depósitos europeos propiedad de esta empresa llegaron al otoño sospechosamente vacíos, al tiempo que medios como RT y Sputnik hablaban de “reservas europeas al 40% de su capacidad” y advertían a diario sobre el invierno apocalíptico que se avecinaba. En aquel momento se interpretó como un intento por parte de Rusia de presionar a favor de la aprobación expedita del gasoducto Nord Stream 2, paralizado por la burocracia alemana. A la luz de la invasión de Ucrania a los pocos meses, ahora caben otras explicaciones.

Rusia va con todo

Esta campaña se ha mantenido más o menos estable desde entonces, porque Rusia está jugando la carta energética con todas las consecuencias. Como además los altos precios de la energía han proporcionado beneficios récord al Estado ruso, lo que le ha permitido en gran medida equilibrar las arcas presupuestarias, el Kremlin lleva meses promoviendo el mensaje de que dichas sanciones solo perjudican a quienes las han impuesto, no a Rusia, por lo que es estúpido mantenerlas. Cuanto antes se levanten, cuanto antes se inaugure el Nord Stream 2, mejor para todos.

Para demostrarlo, y como respuesta al tope de precios a los hidrocarburos rusos que se baraja en las cancillerías del G-7, Moscú ha decidido optar por la 'opción nuclear' de cortar totalmente el flujo del gas a Europa, ya sin necesidad de excusas. Pero hay un problema enorme con esa narrativa: esta última decisión no es una muestra de fortaleza, sino todo lo contrario. Al optar por el chantaje energético, Rusia ha destruido totalmente la confianza en su benevolencia como proveedor ante sus clientes europeos, alienando incluso a la más que predispuesta Alemania. “Lo único de Rusia que se puede dar por seguro son las mentiras”, declaró este lunes el viceministro alemán de Exteriores, Robert Habeck. Ahora, al Kremlin no le queda más opción que ir hasta el final para lograr que se vuelva a la situación anterior.

Foto: invierno-sin-gas-rusia-ue-contra-ucrania

Parte del apremio de Moscú se debe a que la situación ha empezado a volverse en su contra. Es cierto que, según la Agencia Internacional de la Energía, Rusia ha conseguido colocar dos terceras partes de la cantidad que exportaba antes de la invasión. Pero las ganancias récord de los meses previos han demostrado ser un espejismo: en agosto, los beneficios por la venta de hidrocarburos cayeron a niveles de junio de 2021, según datos del propio Ministerio de Finanzas ruso.

Esto se debe, en parte, a que durante la primavera muchos países se apresuraron a hacer acopio de todo el crudo ruso posible a precio de descuento de cara a la incertidumbre futura. Pero, pasado el pico de mayo, incluso los compradores alternativos, como India o China, han venido reduciendo sus adquisiciones (un 40% en el primer caso, un 15% en el segundo, según Bloomberg). En esa caída también se cuenta la reducción del flujo a través del Nord Stream 1 a un 20% del habitual, supuestamente por “razones técnicas”, pero que han dañado la tesorería.

Foto: El ayatolá Jamenei, en un evento en recuerdo del anterior ayatolá, Jomeini. (EFE)

Estas cifras, además, no tienen en cuenta el panorama todavía más sombrío que Rusia tiene por delante. El embargo petrolero de la UE aún no ha entrado en vigor, y no se hará efectivo hasta final de año o principios del siguiente. Y con la interrupción total del suministro de gas, la perspectiva es demoledora. No sabemos con exactitud cuál es el porcentaje que los hidrocarburos aportan al PIB ruso en estos momentos, pero es razonable estimar que se encuentra entre un 30% y un 60%. De implementarse, el tope de precios que baraja el G-7 puede acelerar las dificultades de la economía rusa. Por eso, Rusia no tiene otra opción salvo ir a por todas.

No habrá apocalipsis

Estos días, esos mismos medios rusos que mencionábamos más arriba son en gran medida un catálogo de las miserias económicas que esperan a Europa, y a Occidente en general, por el impacto de las sanciones en el suministro energético. Al mismo tiempo, hemos visto imágenes de ciudadanos en Nápoles que queman sus facturas energéticas en público como acto de rechazo, y en Reino Unido el movimiento Don’t Pay UK, que exige unos costes energéticos razonables para el ciudadano, registra ya más de 175.000 acólitos y gana unos cuantos miles más cada día.

El malestar es real, y parte de las movilizaciones son orgánicas y legítimas, pero algunas están siendo directamente promovidas, y en todos los casos explotadas y amplificadas, por los agentes de influencia desplegados por Rusia. En las últimas protestas de República Checa y Alemania, los eslóganes dejan claro que no se trata solo de una cuestión económica. Los manifestantes no solo exigían una reducción en los costes de vida, sino también que se deje de suministrar armamento a Ucrania y, significativamente, que el gasoducto Nord Stream 2 se ponga en marcha. Y a medida que pasen las semanas, veremos más y más eventos de este tipo.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, durante una visita a una planta para licuar el gas natural en Sabetta, Rusia. (EFE/Alexei Druzhinin)

El futuro, sin embargo, no es tan sombrío como lo pinta esta campaña. El vídeo de Gazprom solo cabe interpretarlo de forma simbólica, porque la congelación urbana que muestra solo sería posible en caso de algún tipo de cataclismo atmosférico que está lejos de depender de Rusia. Pese a repuntes puntuales, los precios de la energía podrían haber tocado techo por el momento y empieza a haber alguna buena noticia en ese frente. Los mercados, igual que sucedió con el terrorismo yihadista, empiezan a acostumbrarse a los vaivenes políticos y, con algunas excepciones, cada vez reaccionan de forma menos virulenta ante estos. A finales de agosto, gracias a la búsqueda de fuentes alternativas, la Unión Europea consiguió llenar sus depósitos de gas al 80%, un objetivo que se había marcado para el 1 de noviembre, con lo que el plan de llegar al invierno al 90% e incluso al 100% de la capacidad está plenamente al alcance de la mano. No habrá apocalipsis energético. La energía será cara, pero no habrá desabastecimiento.

Incluso esto último podría no afectar a los ciudadanos tanto como se teme. El tope de precios de la electricidad que se baraja para la UE incluye la posibilidad de que los gobiernos subvencionen la diferencia entre dicho tope y el coste real de mercado, para reducir el impacto sobre los consumidores. La medida no está aprobada y no carece de críticos, que temen que esto dispare el déficit y agrave la más que probable recesión y que incentive un consumo irresponsable, pero ya está sobre la mesa.

Foto: Escenas tras el bombardeo de Toretsk, en el Donbás. (Reuters)

De modo que para Rusia es todo o nada, porque se arriesga a destruir de un plumazo todos los mecanismos de influencia que ha construido a lo largo de dos décadas hacia Europa. Un tiempo en el que ha invertido tantos esfuerzos en establecer un mecanismo de chantaje casi perfecto que ahora apenas puede ocultar su estupor porque no esté funcionando. De momento, la estrategia rusa está produciendo el efecto contrario al que Moscú desea: “Putin está usando la energía como arma al cortar el suministro y manipular nuestros mercados energéticos. Va a fracasar. Europa prevalecerá. La Comisión Europea está preparando propuestas para ayudar a los hogares y negocios vulnerables a lidiar con los altos precios de la energía”, tuiteó una desafiante Ursula von der Leyen este lunes.

En Bruselas y otras capitales europeas, la percepción es que con Rusia ya no se puede negociar, y que este es un pulso que hay que ganar a toda costa y por todos los medios. Putin lanza ahora este órdago porque tiene prisa y porque no le quedan más trucos en la manga. Aspira al regreso de un 'statu quo' imposible de recuperar, incapaz de comprender que la invasión de Ucrania y las acciones de Rusia lo han transformado todo.

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El pasado lunes, apenas horas después de que Rusia anunciase que no restablecerá el suministro de gas a Europa hasta que levante las sanciones, emergió en redes sociales un vídeo de estilo publicitario sobre la megaempresa energética rusa Gazprom, pero cuyo objetivo no era promocionar la firma sino algo mucho más oscuro: amenazar a Europa con la congelación. El vídeo no destaca por su sutileza. En los primeros planos, vemos cómo un empleado de Gazprom cierra una llave y el indicador de tránsito de gas cae a cero. Inmediatamente, una ventisca helada comienza a cubrir ciudades europeas, mientras una voz melancólica canta en ruso: “El invierno será largo”.

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