El aparato de Estado marroquí lanza una campaña para defenestrar a la 'nueva familia' de Mohamed VI
Su objetivo declarado, a través de la prensa, es salvar una monarquía en vías de descomposición a causa del cuasi secuestro de Mohamed VI a manos de los hermanos Azaitar, que viven en palacio y le controlan
Los hermanos Azaitar organizan en el palacio real las audiencias de Mohamed VI con sus consejeros, con los responsables de la seguridad y hasta con su propia familia. Ellos son los que deciden cuándo empiezan y cuándo acaban los encuentros de su majestad. El padre de esta fratría, inmigrantes marroquíes en Alemania que regresaron a su país, se sube de vez en cuando al almuédano de la mezquita de palacio, Dar al Majzén, y desde allí llama a la oración en lugar del imán, según indican fuentes conocedoras de la vida de la familia real de Marruecos.
Esta es la parte no visible de la vida en palacio a ojos de los marroquíes. Pero hay otra faceta que sí ha salido a la luz desde hace más de un año, impulsada por la hiperactividad de los Azaitar en redes sociales y los incidentes que han llegado a provocar en público con marroquíes de a pie o incluso con funcionarios; pero, sobre todo, ventilada por la prensa afín a las autoridades, volcada en denunciar sus abusos y supuestos delitos.
¿Y quienes son los Azaitar? Abubakr, Omar y Ottman son tres jóvenes alemanes de origen marroquí criados en Colonia, donde sus padres emigraron desde el Rif. Dos de ellos tienen antecedentes penales. El 20 de abril de 2018, el monarca les recibió en audiencia para felicitar a dos de ellos por sus éxitos en la disciplina de artes marciales mixtas (MMA, por sus iniciales en inglés). Hacía justo un mes que le revista española '¡Hola!' había anunciado su divorcio de Lalla Salma.
Aquello fue un flechazo en amistad instantáneo, sobre todo con Abubakr, hasta el punto de que el rey y los hermanos se han convertido en inseparables. Viven todos en palacio, han representado al monarca en actos oficiales —como en un evento en El Aaiún en noviembre de 2019— y se han ido con él de vacaciones, desde las Seychelles hasta el estuario de Pointe Denis (Gabón), donde el rey posee una residencia; sin olvidar un crucero por el Mediterráneo Occidental a bordo del yate Al Lusali, que les prestó el emir de Qatar.
Al trío inicial se ha añadido, desde principios de año, una docena de miembros de la familia Azaitar llegados de Alemania y que ahora también viven a expensas del monarca. Entre ellos están los padres —el progenitor que se empeña en sustituir al imán de palacio— y el hermano mayor, Khaled, así como algunos sobrinos e incluso Douzy, un viejo amigo de la familia. “Es una realidad que supera la imaginación de los guionistas con más fantasía de Hollywood”, asegura, en francés y en árabe, el diario digital 'Hespress', el de mayor audiencia en Marruecos.
Acoso y derribo
Durante tres años, la inusual 'nueva familia' del monarca fue tácitamente tolerada por las autoridades. Pero desde el último fin de semana de mayo se ha desatado en Marruecos una campaña sin precedentes contra los Azaitar. En ella participan medios con peso político en el país, desde 'Hespress' hasta 'Barlamane', el periódico del aparato de seguridad, pasando por el sensacionalista 'Goud', el semanario 'Al Ousboue' —el más vendido en papel— y hasta Chouf TV, un canal de televisión 'online' considerado afín a los servicios secretos. A los medios convencionales se añade una retahíla de vídeos que circulan por redes y grupos de mensajería.
Se trata de una operación mediática bien coordinada, repleta de embestidas contra el entorno del rey y la inacción de algunas autoridades, e inspirada por algunos consejeros reales, destacados jefes policiales y los servicios secretos, a juzgar por la impunidad con que sus autores formulan sus críticas y el eco que tienen en medios audiovisuales afines a los bajos fondos del poder del Estado como Chouf TV. Sus instigadores serían Fouad Ali el Himma, el principal consejero real, y Abdellatif Hammouchi, el máximo de la policía convencional y también de la secreta (Dirección General de Supervisión del Territorio), a los que se habrían sumado otros altos cargos inquietos por el rumbo de la vida en palacio, según fuentes conocedoras de la situación.
En la primavera del año pasado ya hubo un primer aviso del malestar que generaban los hermanos en algunos círculos de la alta Administración, cuando se desarrolló otra campaña bilingüe en la que varios diarios criticaron la pasión por el lujo de los Azaitar y su exhibición en redes sociales de relojes y coches que costaban cientos de miles de euros mientras el país se empobrecía por la pandemia. Los medios dejaron caer entonces que esos regalos eran producto de la “generosidad” del soberano, pero sin entrar en detalles. Sin embargo, la presente operación es mucho más virulenta que la anterior.
"Peor que Franco"
Desde hace 10 días, los diarios han dado un salto cualitativo, señalando directamente los negocios de los Azaitar. En el puerto deportivo de Salé, adyacente a Rabat y donde han abierto un par de restaurantes, “los hermanos han batido un récord de infracciones urbanísticas”, afirma 'Barlamane', considerado la voz mediática de la seguridad del Estado. Mientras en Marina Smir, en Ricón, una localidad costera pegada a Ceuta, se les acusa de apropiación del dominio público marítimo por querer adueñarse de buena parte de la playa para instalar un restaurante.
“La ocupación de la playa de Marina Smir es peor que la actuación del general Franco” en tiempos de la colonización española sobre Marruecos, escribe 'PressTetouan', un digital de Tetuán —ciudad que fue la capital del protectorado—, dejando clara así la hostilidad de la población local a la “expropiación” de la playa.
Aquí, de nuevo, es la 'generosidad' del soberano alauí la que permite a los Azaitar montar estos negocios cuyos permisos se agilizan, a veces, con llamadas del gabinete real a los gobernadores provinciales, a los responsables de Urbanismo o al funcionario de turno, según publican los medios marroquíes. “Escándalo: el gobernador de Castillejos presiona oralmente a Amendis para que suministre agua y electricidad al proyecto de Abu Azaitar”, titulaba 'Goud' el 31 de mayo, recordando que la empresa se resistía porque carecían de la documentación necesaria.
Dos días antes, 'Hesspress' arremetía contra “los consejeros cercanos” al monarca, “los servicios de seguridad” y el Ministerio del Interior, “cuyo inmovilismo cuestiona la firmeza mostrada en ciertos otros temas mientras hay un 'laissez-faire' ante los excesos de la cofradía”. Tienen “un doble rasero del que algún día tendrán que rendir cuentas”, vaticina el diario.
De los medios a los tribunales
Como muestra de la campaña frontal contra los hermanos, por primera vez hay una reacción que va más allá de la mera denuncia periodística. Lhabi Mohamed Haji, un abogado de Tetuán que está al frente de una pequeña asociación de derechos humanos con buenas relaciones con las autoridades, se desplazó la semana pasada a Rabat para poner una denuncia contra el gobernador de Castillejos ante el Tribunal Administrativo por permitir esos desmanes urbanísticos en la costa. Haji, quien exige que se cancelen los permisos otorgados a los Azaitar, fue entrevistado por Chouf TV, una señal de que su iniciativa cuenta con el respaldo de los servicios secretos. La prensa anuncia, además, una catarata de querellas contra la fratría y aquellos que miran para otro lado cuando estos cometen los supuestos delitos.
A ojos de los cortesanos hay algo más grave que las presuntas construcciones ilegales y la invasión del dominio publico. En la sala donde los Azitar entrenan en Rabat —aunque ya no compiten— han colgado “el retrato de Mohamed VI con, a su derecha, el de Abubakr Azaitar, en lugar del difunto rey Hassan II” y, a la izquierda, “el de Ottman Azaitar, en lugar del del príncipe heredero Moulay Hassan”, informa 'Hespress'. “¿Se han convertido los hermanos Azaitar en miembros de la familia real?”, se pregunta el diario. “Los hermanos Azaitar tienen hoy en día más visibilidad que el rey”, se lamenta.
A la colocación de los retratos se añade el uso del escudo real de Marruecos, adoptado en 1957, que los hermanos utilizan en camisetas, zapatillas, guantes de boxeo y, sobre todo, en sus negocios, empezando por sus restaurantes. “La imagen del trono está siendo explotada por los Azaitar”, acusa 'Hespress'. “Con los hermanos Azaitar ese escudo se convierte en una marca, como la de los grandes modistos o los automóviles de gran cilindrada que tanto les gustan”, añade.
Hay que actuar ya
“Estamos a la vez intrigados e inquietos por saber hasta dónde nos va a conducir este juego de roles de los Azaitar”, prosigue el primer periódico de Marruecos. “Contribuyen a la banalizar los símbolos de la monarquía y, por lo tanto, a hacer que el mito sea menos fuerte, esté menos presente y menos anclado en la realidad”, añade. “De ahí a concluir que la autoridad real está debilitada hay solo un paso que los detractores del régimen no tendrán dificultad en dar para profanar la figura del monarca”, advierte. “Es una descomposición de la que todo el mundo habla en privado”, remata.
Para evitar que el trono corra peligro hay que actuar ya, propugna 'Hespress'. “Sería necesario que sus privilegios [de los Azaitar], sus abusos y sus infracciones de la ley puedan ser recogidas por los demás medios de comunicación [las televisiones públicas los han ignorado] y que susciten investigaciones judiciales y medidas administrativas”, concluye.
Si la campaña de prensa de 2021 estaba probablemente orientada a convencer —sin éxito— a Mohamed VI de que prescindiera voluntariamente de sus nuevos amigos para evitar perjudicar a la institución monárquica, la que acaba de comenzar da la impresión de buscar crear un ambiente propicio para que las fuerzas de seguridad y los servicios secretos actúen contra los Azaitar, según diplomáticos acreditados en Rabat y otros observadores de la actualidad marroquí.
¿Expulsión o encarcelamiento?
¿Cómo deshacerse de ellos? El 25 de enero de 1983, el general Admed Dlimi, uno de los hombres más poderosos de Marruecos y actor muy incómodo para Hassan II, murió en un misterioso accidente de carretera con un camión. Pero esos métodos ya no son aplicables hoy en día.
Entre las élites marroquíes —cuyo monotema de conversación es desde hace meses los Azaitar— se especula con dos opciones. La primera es que fueran expulsados del país a Alemania, donde nacieron la mayoría de ellos. Sin embargo, esta salida plantea un problema legal porque todos poseen la nacionalidad marroquí, que no se pierde por mucho que se adquiera otra nacionalidad. Desde septiembre de 1991, Marruecos no ha expulsado a ninguno de sus ciudadanos.
La otra hipótesis consistiría en detener, encarcelar y juzgar a aquellos hermanos que están presuntamente metidos en negocios turbios, que se han saltado la ley, y los que habría podido cometer agresiones físicas en sus paseos por la ciudad. El inconveniente de esta opción es que el propio soberano podría presentarse en la prisión y ordenar su excarcelación. Si desde palacio se han hecho gestiones para facilitar sus negocios, qué no se haría para ponerles en libertad, se preguntan los observadores de este drama palaciego.
Pese a la ausencia de un rey absorto en su vida privada, Marruecos sigue siendo un país sólidamente gobernado y su diplomacia funciona. Prueba de ello es la habilidad con la que ha conducido la negociación con el Gobierno español para poner fin a la crisis que comenzó en diciembre de 2020 con la cancelación por parte de Rabat de una cumbre bilateral con España. Las autoridades marroquíes han conseguido que el presidente Pedro Sánchez renuncie a 47 años de neutralidad española en el conflicto y se alinee con Marruecos en el Sáhara Occidental. A cambio no ha obtenido, por ahora, más que una reanudación del tráfico de pasajeros a través del Estrecho, en la que Rabat estaba más interesada que el Ejecutivo español, y muchas declaraciones de buenas intenciones.
Los hermanos Azaitar organizan en el palacio real las audiencias de Mohamed VI con sus consejeros, con los responsables de la seguridad y hasta con su propia familia. Ellos son los que deciden cuándo empiezan y cuándo acaban los encuentros de su majestad. El padre de esta fratría, inmigrantes marroquíes en Alemania que regresaron a su país, se sube de vez en cuando al almuédano de la mezquita de palacio, Dar al Majzén, y desde allí llama a la oración en lugar del imán, según indican fuentes conocedoras de la vida de la familia real de Marruecos.
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