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La presidencia de Trump se tambalea entre presiones de Washington para su destitución
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TRAS EL ASALTO AL CAPITOLIO

La presidencia de Trump se tambalea entre presiones de Washington para su destitución

A solo 12 días de dejar el poder “de forma ordenada”, como él mismo ha prometido, Donald Trump se ha colocado en una situación muy vulnerable

Foto: Donald Trump. (Reuters)
Donald Trump. (Reuters)

El día después del asalto al Capitolio, Washington DC había vuelto a ser esa ciudad monumental, hierática y fría. Los coches patrulla acordonaban ampliamente el Congreso y la Guardia Nacional vigilaba las calles en pequeños grupos. Al mismo tiempo, se escuchaba un bisbiseo de conjura. A solo 12 días de dejar el poder “de forma tranquila, ordenada y sin problemas”, como él mismo ha prometido, Donald Trump se ha colocado en una situación muy vulnerable. Los demócratas exigen su destitución inmediata por haber incitado a la revuelta: no quieren esperar. Los republicanos también se han mostrado muy indignados, pero sus presuntas intenciones de quitarlo del puesto no acaban de concretarse.

El poder de Trump, aun así, parece estar descomponiéndose, al menos a nivel institucional. Varios miembros de su gabinete han dimitido, entre ellos, Elaine Chao, secretaria de Transporte (y esposa de Mitch McConnell, líder de los senadores republicanos) y la secretaria de Educación, Betsy DeVos. El que fuera exjefe de gabinete y más tarde enviado a Irlanda del Norte, Mick Mulvaney, dijo que ya no podía “quedarse” en el Gobierno y anunció su renuncia. Dijo Mulvaney en la CNBC que varios miembros del gabinete preferían quedarse por miedo a que Trump nombrase a peores sustitutos.

Los demócratas exigen al vicepresidente, Mike Pence, y al resto del gabinete que invoquen la ya famosa enmienda 25: una provisión constitucional que permitiría a Pence, con el apoyo de la mayoría de las cabezas de los departamentos, sustituir a Trump con el pretexto de que este ha llamado a la insurrección. Si no lo hacen, los demócratas iniciarán un proceso de 'impeachment'. La Cámara de Representantes organizaría los cargos contra Donald Trump y el Senado lo juzgaría. “Aunque solo quedan 13 días [de la presidencia Trump], cualquier día puede ser un espectáculo de horror para Estados Unidos”, dijo la demócrata Nancy Pelosi, líder de la Cámara Baja.

Foto: Foto de archivo de Donald Trump. (Reuters)

El salto de los planes a la realidad es incierto. En las últimas horas, la palabra 'democracia' ha sonado con plenitud en boca de los congresistas. Pero de momento solo uno de los representantes republicanos, Adam Kinzinger, ha propuesto abiertamente la invocación de la enmienda 25. Más de un centenar de sus correligionarios objetaron a la certificación de la victoria de Biden. La encrucijada es esta: al menos en los últimos cuatro años, darle la espalda a Trump era lo mismo que dar la espalda a las bases republicanas. Un suicidio político. Muchos líderes aún no están dispuestos a tentar a la suerte. Una interpretación que está circulando es que, al dimitir ahora, los altos cargos se librarían del riesgo de ir a por el presidente.

placeholder Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos. (Reuters)
Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos. (Reuters)

De los distintos ministerios, es en el Departamento de Estado donde existe un apetito especial por quitarse a Donald Trump de encima, según Axios. Este es uno de los departamentos más intelectuales y cosmopolitas del Gobierno. Los diplomáticos estadounidenses llevan cuatro años quejándose de los recortes de personal, la indiferencia hacia los aliados tradicionales de EEUU y los golpes de timón en todos los rincones del mundo. Pero una cosa es lo que piensen los empleados del ministerio, y otra lo que opine su jefe, Mike Pompeo. Uno de los escasos aliados de Trump que han permanecido a su lado estos cuatro años. El exjefe de gabinete de Trump, el exgeneral John Kelly, dijo que él votaría por la enmienda 25.

Mientras tanto, el presidente continúa rodeado de sus más allegados, farfullando contra quienes percibe que le han dado la espalda. Especialmente contra Mike Pence, según Reuters. La agencia Bloomberg informa de que Trump planea otorgar una nueva remesa de perdones el 19 de enero, de perdones preventivos. Uno de ellos para sí mismo, una acción cuya legalidad no ha sido aclarada. Trump se encontraba, además, 'mudo', bloqueado tanto en Twitter como en Facebook.

¿Por qué pudieron asaltar el Capitolio?

Otro gran interrogante es el de la seguridad. Los asaltantes parecieron entrar en el edificio sin demasiado esfuerzo. Fuentes policiales del 'Wall Street Journal' dicen que las autoridades no querían provocar tensiones, como las que se dieron durante las protestas raciales del verano, y dejaron un dispositivo ligero. Los manifestantes desbordaron a los agentes y luego sortearon con facilidad las defensas del recinto. Minutos después, hubo que llamar al FBI y a la Guardia Nacional para que enviaran refuerzos.

Todo el mundo hubiera muerto de no ser por el hecho de que la policía del Capitolio estaba allí

A pesar de que cientos de personas entraron en el complejo, solo hubo 52 detenidos, la mitad de ellos, dentro del Capitolio. Los congresistas, en su posterior testimonio, retrataron escenas de pánico. “Escuchamos probablemente 50 o 60 disparos”, dijo el senador Rand Paul en MSNBC. “Probablemente, todo el mundo hubiera muerto de no ser por el hecho de que la policía del Capitolio estaba allí”.

El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, pidió este jueves la dimisión del jefe de Seguridad de la Cámara. Horas después, Steven Sund presentó su renuncia. Por su parte, el republicano Mitch McConnell habló de "un enorme fracaso de las instituciones, los protocolos y la planificación que supuestamente tienen que proteger a la primera rama de nuestro Gobierno federal".

El FBI dice estar investigando a los sospechosos del asalto, muchos de los cuales entraron a cara descubierta, quedando retratados en docenas de vídeos y fotografías que a veces se sacaron ellos mismos. Uno tenía hasta una identificación de trabajo colgada del pecho. La mayoría se marcharon sin problemas.

La reacción policial ha inspirado comparaciones con lo que vimos durante los meses de junio y julio. “¡Si [los asaltantes] hubieran sido Black Lives Matter, ahora mismo habría tanques rodando por la avenida Pensilvania!”, gritaba un vecino, en un vídeo, a la puerta de su vivienda. El presidente electo, Joe Biden, también tomó este camino. "Nadie me puede decir que si hubiera sido un grupo de Black Lives Matter protestando ayer, habrían sido tratados de manera muy, muy diferente a la turba de matones que irrumpió en el Capitolio. Todos sabemos que es verdad, y es inaceptable". Biden se refirió a los atacantes como “terroristas domésticos”.

Foto: El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, durante la confirmación de la victoria del presidente electo, Joe Biden.

Washington recibirá efectivos de la Guardia Nacional procedentes de otros seis estados, sumando algo más de 6.000, hasta que Joe Biden jure su cargo el 20 de enero. El mismo número que los desplegados en verano. El toque de queda, de seis de la tarde a seis de la mañana, da una excusa a las fuerzas de seguridad para detener a cualquiera que despierte sospechas tras la caída de la noche.

En los hoteles, aún quedaban seguidores de Donald Trump de fuera de Washington. Se referían a sí mismos como “patriotas”, vestían parafernalia con la bandera estadounidense y no llevaban mascarilla, pese a las reglas explícitas en los pasillos y los ascensores. Algunos formaban corros, pequeñas tertulias en las que hablaban de planes de la CIA y el FBI para controlar a la población. Los unía la lealtad a Trump y el convencimiento, sobre una base espúrea, de que le han robado las elecciones.

Los sucesos de Washington nos llegan con relativa transparencia, a través de las declaraciones y comunicados oficiales de los líderes, y del trabajo de los periodistas. Lo que resulta más inasible es el sentir de las bases republicanas, cuyos sentimientos no suelen coincidir con los de quienes escriben las narrativas de Estados Unidos. Una temprana encuesta de YouGov refleja que casi la mitad de los votantes republicanos, el 45%, aprueba el asedio del Capitolio.

El día después del asalto al Capitolio, Washington DC había vuelto a ser esa ciudad monumental, hierática y fría. Los coches patrulla acordonaban ampliamente el Congreso y la Guardia Nacional vigilaba las calles en pequeños grupos. Al mismo tiempo, se escuchaba un bisbiseo de conjura. A solo 12 días de dejar el poder “de forma tranquila, ordenada y sin problemas”, como él mismo ha prometido, Donald Trump se ha colocado en una situación muy vulnerable. Los demócratas exigen su destitución inmediata por haber incitado a la revuelta: no quieren esperar. Los republicanos también se han mostrado muy indignados, pero sus presuntas intenciones de quitarlo del puesto no acaban de concretarse.

Congreso de Estados Unidos Joe Biden
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