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Ruta contra el coronavirus por Guinea-Bissau: dos curas, una furgoneta y altavoces
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Ruta contra el coronavirus por Guinea-Bissau: dos curas, una furgoneta y altavoces

Toño es sacerdote de la Congregación de la Preciosa Sangre, de misión en Guinea-Bissau. Recorrió el territorio de su parroquia para concienciar a la población guineana contra el virus

Foto: El Padre Toño (d) junto a sus hermanos misioneros Eduardo (c) y Lima (i). (Cedida)
El Padre Toño (d) junto a sus hermanos misioneros Eduardo (c) y Lima (i). (Cedida)

Como si se tratara de un tapicero, el Padre Toño y otro sacerdote de su comunidad en Guinea-Bissau, al oeste de África, cogieron hace dos semanas su furgoneta, colocaron un par de altavoces en su interior y se lanzaron a recorrer las 'tabancas', los barrios y pueblos pertenecientes a su parroquia, la de Safim. Por la megafonía sonaba a todo trapo un archivo mp3, de unos cinco minutos de duración, con las recomendaciones sanitarias para evitar los contagios de Covid-19.

Hacer frente al coronavirus se complica cuando se vive con menos de un par de dólares al día. O sin electricidad ni conexión a Internet. O teniendo que andar varios kilómetros para conseguir llenar un cubo de agua, como les sucede a muchos habitantes del país. Por ello, los métodos para concienciar a la población guineana tienen que ser más imaginativos que una rueda de prensa en televisión.

"Muchas viviendas están apartadas y mal comunicadas y otras tantas no tienen siquiera luz. Por eso hemos realizado una acción así", explica este párroco bilbaíno al que los designios divinos han mandado a la antigua colonia portuguesa.

La idea parte de una campaña impulsada por Cáritas, una de las principales organizaciones solidarias vinculadas a la Iglesia católica. La oenegé, cuenta Toño, difundió un vídeo por redes sociales con las instrucciones básicas sobre prevención –"higiene, síntomas, qué hacer en caso de sentir dichos síntomas, distancia social..."– y él y el resto de misioneros de su diócesis lo convirtieron en un archivo de audio. Y así se lanzaron durante 15 días a unas carreteras poco o mal asfaltadas y, a veces, llenas de baches.

Foto: Foto: Pixabay.

Aparcaban la furgoneta frente a las casas, recuerda, y le daban al 'play'. Para algunos guineanos, aquella fue la única vez que han visto a un 'blanco'. Y también la primera ocasión en la que escuchaban hablar de un virus que hoy monopoliza la conversación de casi todo el planeta.

"Mucha gente, al oír la grabación, nos pedía lejía, ya que uno de los consejos del audio era utilizarla para disolverla en agua y lavarse las manos, en caso de no tener jabón", expresa. A veces, ni siquiera disponen de ella los gobiernos locales. "En algunas calles se han colocado bidones de agua con lejía para que, al pasar, la gente se lave las manos. Pero a veces no tienen, y ponen agua sola... Los municipios, en general, disponen de pocos medios", expone.

placeholder Un cartel informativo contra el coronavirus, realizado por Cáritas en Guinea-Bissau. (Cedida)
Un cartel informativo contra el coronavirus, realizado por Cáritas en Guinea-Bissau. (Cedida)

Y conseguir agua, a veces, tampoco es tarea fácil. "Parte de la población suele desplazarse hasta los pozos que hay diseminados por la zona". El problema, cuenta, es que algunos no son lo suficientemente profundos, o no son del todo potables ni están tratados. "Las diarreas por esa causa son bastante comunes aquí", escribe Toño desde la distancia a través de WhatsApp. "En nuestra casa parroquial, por ejemplo, tenemos un pozo y repartimos parte del agua con la gente del entorno, que vienen aquí a buscarla".

El virus en África

A pesar de que África apenas alcanza los 20.000 casos positivos por Covid-19 –según los registros gubernamentales de cada país–, la ONU calcula que más de 300.000 habitantes del continente podrían morir a causa de la pandemia, que también empujaría a la pobreza a 29 millones más. Y Naciones Unidas también advierte de que la llegada del virus a la zona no tardará. El número de casos se ha multiplicado por dos en los últimos siete días.

Foto: Crisis del coronavirus en Sudáfrica. (Reuters)

De momento, el gobierno de Bissau solo registra 43 contagios y ningún muerto, según la Universidad John Hopkins. Pero la recogida de datos es deficiente, lo que podría infravalorar el impacto real del virus.

"Aquí los hospitales tienen muy pocos medios", indica Toño. Por ello, cree necesario que la población guineana conozca cuanto antes los métodos de prevención. Aunque ello le suponga recorrer kilómetros y kilómetros de carreteras con baches.

"Muchos guineanos dependen del comercio y la compraventa de artículos, así que la suspensión de la actividad puede suponer un fuerte coste para ellos". Las fronteras con las vecinas Guinea-Conakry y Senegal están cerradas, lo que afectará a la ya dependiente del exterior Guinea-Bissau. A todo ello hay que sumarle la inestabilidad política que sufre el país tras la autoproclamación como presidente de uno de los candidatos vencedores de la segunda vuelta de las elecciones generales, celebrada el pasado diciembre.

"Nos hemos encontrado con gente que pretendía respetar las directrices. Otros lo veían con cierto escepticismo, porque el asunto es percibido aún como algo lejano", relata al recordar sus viajes en la 'furgoneta sonora', a la que los niños, sorprendidos por el alboroto y la novedad, rodeaban en cada poblado.

A Toño el coronavirus le ha pillado en un país donde el PIB 'per cápita' no llega a los 650 euros y dos tercios de la población viven en la pobreza. Con carreteras sin asfaltar. A 5.000 kilómetros de su Vizcaya natal. Pero asegura que está "feliz" en Guinea-Bissau –su familia, que permanece en España "está bien"– y no se arrepiente de realizar su "misión" en África. "Yo me quedo", recalca. "Con la gente, pasando lo que ellos pasen", dice. Es lo que tienen los curas de Bilbao: que nacen donde quieren y se marchan a donde Dios les envía.

Como si se tratara de un tapicero, el Padre Toño y otro sacerdote de su comunidad en Guinea-Bissau, al oeste de África, cogieron hace dos semanas su furgoneta, colocaron un par de altavoces en su interior y se lanzaron a recorrer las 'tabancas', los barrios y pueblos pertenecientes a su parroquia, la de Safim. Por la megafonía sonaba a todo trapo un archivo mp3, de unos cinco minutos de duración, con las recomendaciones sanitarias para evitar los contagios de Covid-19.

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