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¿'Casus belli' a Irán o defensa propia? EEUU, dividido ante el asesinato de Soleimani
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¿'CASUS BELLI'?

¿'Casus belli' a Irán o defensa propia? EEUU, dividido ante el asesinato de Soleimani

Los republicanos y sus expertos afines en política exterior se han apresurado a defender el asesinato. Sin embargo, hay voces críticas que alertan de las imprevisibles consecuencias en la región

Foto: Manifestantes iraníes rompiendo una bandera de Estados Unidos. (Reuters)
Manifestantes iraníes rompiendo una bandera de Estados Unidos. (Reuters)

La histórica eliminación del poderoso general iraní Qasem Soleimani en Bagdad, por orden del presidente Donald Trump, ha generado por el momento dos narrativas diferentes en Washington. El Partido Republicano y sus expertos afines en política exterior se han apresurado a defender el asesinato. Una medida necesaria, han argumentado, para pararle los pies a un régimen que desde hace meses se ha mostrado muy asertivo contra los intereses de EEUU en la región, y que resulta responsable, según el Pentágono, de la muerte de cientos de sus conciudadanos.

"Guau, el precio de matar y herir a americanos acaba de subir dramáticamente", declaró el republicano Lindsey Graham, senador de Carolina del Sur y uno de los principales aliados del presidente Trump. "Soleimani era uno de los miembros más salvajes y despiadados del régimen de los ayatolás. Tenía sangre americana en sus manos. Agradezco la audaz acción del presidente Trump contra la agresión iraní".

Foto: El candidato a las primarias demócratas Andrew Yang. (Reuters)

El ataque con dron a la comitiva de Soleimani, cuando este salía del aeropuerto de Bagdad, fue el último y más grave punto de una escalada comenzada la semana pasada. El 27 de diciembre, EEUU acusó a la milicia proiraní, Kataib Hezbollah, de matar a un contratista estadounidense y herir a otros cuatro durante un ataque con 50 misiles a una base militar iraquí en Kirkuk.

¿Un 'casus belli'?

Dos días después, Washington lanzó varios bombardeos contra posiciones proiraníes en Iraq y Siria matando a 24 personas. Esta semana la embajada estadounidense de Bagdad fue cercada por cientos de manifestantes; su recepción ardió durante el tumulto. El asesinato de Suleimani y de Abu Mahdi Al-Muhandis, vicejefe de otro grupo paramilitar proiraní, sería la respuesta al asedio de la embajada. El Pentágono también ha asegurado, sin dar detalles, que la eliminación del general aborta sus presuntos planes para agredir las vidas e intereses de Estados Unidos en Iraq.

Uno de los que más apasionadamente han defendido la operación fue John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Donald Trump y de George W. Bush, y el principal abogado de un ataque directo contra Irán. "Felicidades a todos los implicados en la eliminación de Qasem Soleimani", declaró Bolton en Twitter. "Espero que este sea el primer paso para un cambio de régimen en Teherán".

El Partido Demócrata y sus consejeros, ligados a la política exterior de la administración Obama, en cambio, han condenado la manera en que se ha llevado a cabo el golpe, sin consultar al Congreso ni hablarlo con la oposición: una posible extralimitación de los poderes presidenciales. Y han puesto el acento en las potenciales consecuencias de lo que, en la práctica, podría ser un 'casus belli'.

"Esta acción se llevó a cabo sin la autorización del Congreso", declaró en un comunicado la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. "No podemos poner en riesgo las vidas de los militares americanos, diplomáticos y otros, emprendiendo acciones provocadoras y desproporcionadas".

"La peligrosa escalada de Trump nos lleva más cerca de otra guerra desastrosa en Oriente Medio que podría costar vidas incontables y más billones de dólares", dijo el senador y aspirante presidencial Bernie Sanders. Para su rival en las primarias, el exvicepresidente Joe Biden, el ataque a Soleimani ha sido como "tirar un barreño de dinamita en un polvorín". Aunque dijo que "ningún americano lamentará la muerte" de Soleimani, quien, añadió, merecía "ser llevado ante la justicia".

Efecto 'boomerang' con Irán

La delicada situación política del presidente, embarrado todavía en el proceso de imputación parlamentaria, o 'impeachment', y a menos de un año de las elecciones presidenciales, ha despertado sospechas. El propio Trump acusó a su antecesor, Barack Obama, de buscar la guerra con Irán para mejorar su popularidad y ser reelegido. Unas palabras que acaban de volver con la fuerza de un 'boomerang'.

"Nuestro presidente va a empezar una guerra con Irán porque no tiene absolutamente ninguna habilidad para negociar", decía Trump en un vídeo de 2011, refiriéndose a Barack Obama. "Así que la única manera que se le ocurre para ser reelegido (...) es empezar una guerra con Irán".

La historia prueba que las crisis bélicas son un bálsamo para la popularidad de los presidentes. El efecto 'rally around the flag', acuñado por el académico John Mueller, ha sido muchas veces confirmado. La popularidad del presidente John F. Kennedy salió disparada durante la Crisis de los Misiles de 1962. La de Jimmy Carter, que estaba en un 32%, casi se duplicó durante el asalto a la embajada americana en Teherán (para luego hundirse por su fracasada gestión). Los dos presidentes Bush tuvieron su luna de miel con la opinión pública, merced a sus guerras del Golfo.

placeholder Manifestantes protestan por la muerte de Soleimani. (Reuters)
Manifestantes protestan por la muerte de Soleimani. (Reuters)

En el caso de George W. Bush, los tres mayores picos de aprobación de sus ocho años de mandato coinciden con estos tres acontecimientos: los atentados del 11 de septiembre de 2001 (récord del 90% de popularidad), la invasión de Iraq en marzo de 2003 y la captura del dictador iraquí, Sadam Husein, a finales de ese año.

Una popularidad congelada

El de Trump, sin embargo, es un caso distinto. Su popularidad, a diferencia de la de cualquier otro presidente de la historia contemporánea, siempre se mantiene casi estática: baja, pero muy estable. En los últimos dos años apenas ha oscilado, como si fuera invulnerable a los escándalos o a las decisiones, sean estas fallidas o acertadas. Ni siquiera el proceso de 'impeachment' ha logrado hacer mella en la opinión pública.

El presidente había hecho amagos de atacar Irán en el pasado. En junio de 2019, cuando Estados Unidos acusó a Teherán de derribar un dron norteamericano, Trump dio luz verde a un bombardeo, pero se volvió atrás en el último momento. Una nueva guerra en Oriente Medio, especialmente con un país mucho más estructurado y el triple de grande que Iraq, parece ir contra del mensaje aislacionista del presidente, y su promesa de acabar con "las guerras infinitas" de la región.

Foto: Presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters) Opinión

La tensión en Oriente Medio lleva subiendo desde que Trump se retirase unilateralmente del acuerdo nuclear con Irán negociado por la administración Obama. A la cancelación siguieron sanciones, y a las sanciones incidentes en el Estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% de la producción mundial de petróleo; un cuello vital que Irán ha amenazado con cerrar. La pasada primavera, Washington acusó a los iraníes de secuestrar dos petroleros en esta zona del golfo Pérsico.

Estos últimos tres días el republicano había advertido a Teherán con que pagaría un "alto precio" si seguía con sus actividades en Iraq. Finalmente, lo ha pagado en la carne de su general más temido y respetado; la punta de lanza de la política exterior persa, que desde hacía dos décadas dirigía las subrepticias operaciones en Oriente Medio. La pregunta, ahora, es quién o quiénes pagarán el siguiente precio.

La histórica eliminación del poderoso general iraní Qasem Soleimani en Bagdad, por orden del presidente Donald Trump, ha generado por el momento dos narrativas diferentes en Washington. El Partido Republicano y sus expertos afines en política exterior se han apresurado a defender el asesinato. Una medida necesaria, han argumentado, para pararle los pies a un régimen que desde hace meses se ha mostrado muy asertivo contra los intereses de EEUU en la región, y que resulta responsable, según el Pentágono, de la muerte de cientos de sus conciudadanos.

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