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¿Tú también, Padrino? Por qué Nicolás Maduro no detiene a los demás 'golpistas'
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OPERACIÓN LIBERTAD

¿Tú también, Padrino? Por qué Nicolás Maduro no detiene a los demás 'golpistas'

En 2017, el exembajador en Venezuela propuso a la Administración Trump un plan para sembrar la desconfianza en las filas del Gobierno venezolano que podría haberse aplicado esta semana

Foto: Nicolás Maduro y Vladimir Padrino. (Reuters)
Nicolás Maduro y Vladimir Padrino. (Reuters)

Pocas horas después de que el líder opositor venezolano Juan Guaidó llamase a la insurrección este martes desde los aledaños de la base aérea La Carlota, ya había quedado claro que la intentona había fracasado. La convocatoria ayer de una movilización masiva contra el Gobierno de Nicolás Maduro tampoco consiguió provocar ese punto de inflexión esperado por los antichavistas. Para Venezuela, por ahora, no hay un antes y un después de la llamada operación Libertad.

La explicación dada hasta el momento es que el verdadero golpe de Estado, mejor planificado y con apoyos más sólidos y generalizados, estaba previsto para el 2 de mayo. En él, según el asesor de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, iban a participar el ministro venezolano de Defensa, Vladimir Padrino López, el presidente del Tribunal Supremo, Maikel Moreno, y el comandante de la guardia presidencial, Iván Rafael Hernández Dala, a quienes acusó de llevar meses negociando con la oposición para una salida pacífica de Maduro del poder, instándoles a cambiar rápidamente de bando o sufrir las consecuencias. De un plumazo, Bolton había expuesto a los demás presuntos participantes en el complot. Washington no paga traidores.

"Han apagado sus móviles"

La misma información la había suministrado poco antes a El Confidencial una fuente implicada en la conspiración. Horas después, el senador estadounidense Marco Rubio tuiteaba: “Maduro dice que está investigando quién está detrás del levantamiento militar de hoy. No tendrá que mirar muy lejos. Cuatro de ellos se sentaban con él en la mesa de conferencias mientras lo decía”.

Ayer, el enviado especial de EEUU para Venezuela, Elliott Abrams, se refería a estas figuras con estas palabras: “Hablaron, hablaron y hablaron, y cuando llegó el momento de la acción, no estuvieron dispuestos a hacerlo”, dijo en una entrevista con la agencia EFE, en la que aseguró que los conspiradores que estaban negociando la salida de Maduro “han apagado sus móviles”.

La revelación de los nombres de los implicados en un complot de estas características parece una inaudita violación de cualquier protocolo de seguridad, aunque solo sea por lo que estos podrían revelar tras su detención. Pero el hecho es que ni Padrino López, ni Moreno ni Hernández Dala han sido represaliados. De hecho, poco después de su publicación, la información sobre su presunta participación en el golpe contrastaba con la imagen de tranquilidad que proyectaba el presidente del Tribunal Supremo en sus declaraciones, en las que hacía un llamamiento a calmar la situación.

Por su parte, el ministro de Defensa tuvo ayer una ocupada jornada en las redes sociales, retuiteando todo lo que publicaba Nicolás Maduro. Por ahora, ambos permanecen como sólidos pilares del régimen, que parece no haber creído las acusaciones lanzadas desde Washington.

Sembrar la discordia

Podría haber una explicación: en 2017, el exembajador en Venezuela William Brownfield propuso a la Administración Trump un plan para sembrar la desconfianza en las filas del Gobierno venezolano. La idea, que había sido aplicada con éxito contra cárteles latinoamericanos de la droga, consistía en inducir al grupo a creer que algunos de sus miembros eran informantes de la DEA o colaboradores de las autoridades norteamericanas.

En su calidad de director de la Oficina de Narcóticos del Departamento de Estado, Brownfield estaba familiarizado con esta práctica. En abril de 2017, este diplomático se reunió con Fernando Cutz, miembro del Consejo de Seguridad Nacional y uno de los arquitectos de la política del Gobierno de Trump hacia Venezuela, y le propuso una iniciativa para “jugar con la mentalidad Chávez”. “Piensen de forma estratégica. No vayan contra todos simplemente porque pueden. Vayan contra la gente adecuada y entonces tal vez consigan que otros se asusten y se pregunten cuándo les tocará a ellos”, dijo Brownfield, según contó un funcionario estadounidense que participó en aquella iniciativa al grupo periodístico estadounidense McClatchy.

El plan, de acuerdo con su relato, acabó cobrando forma alrededor de Diosdado Cabello: durante meses, el Departamento del Tesoro aplicó sanciones a la mayoría de los principales jerarcas del régimen venezolano y altos cargos de seguridad implicados en acciones represivas, pero evitó cuidadosamente ir a por el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y número dos del chavismo.

¿Quién está con quién?

La idea era que los círculos gubernamentales venezolanos se preguntasen: “¿Está Diosdado hablando con los gringos? ¿Es eso lo que está pasando? ¿O es la alternativa? ¿Se está preguntando Diosdado si le están mandando una señal? ¿Qué está pasando?”. El propio Cabello, consciente de la erosión a la que esta situación le estaba sometiendo, llegó a exigir a EEUU que le sancionase a él también durante un discurso público que se pretendía desafiante.

Es probable que la desconfianza esté ahí, pero ante la duda, y vistas las expresiones públicas de adhesión al chavismo, todos conservan su cabeza

El periodista de McClatchy Franco Ordóñez reveló esta estrategia en un reportaje a finales de julio de 2018. Y es altamente probable que el artículo no haya pasado desapercibido ante los servicios de inteligencia venezolanos o cubanos, muy atentos a todo lo que se publica en EEUU relacionado con sus países. Sea como fuere, las sospechas funcionan en ambos sentidos: varios altos cargos venezolanos han salido a decir en las últimas horas que la información que está llegando desde Washington no son más que ‘fake news’ y parte de una operación de guerra psicológica. “Están tratando de crear su propia intriga”, afirmó ayer Maduro en un discurso público, asegurando que todos los militares le son leales.

Los comentarios de Bolton, ayer, son significativos: “Si tú eres Nicolás Maduro, ¿puedes seguir mirando a tu Ministro de Defensa y confiar en él? No creo. Creo que Maduro está totalmente rodeado de escorpiones en una botella, y es solo cuestión de tiempo”, aseguró. Es posible que sus palabras sean una mera expresión de la ira de la Administración Trump ante la indecisión, a la hora de la verdad, de los actores clave en una operación que llevó meses preparar y que se desvaneció en el aire en apenas una hora, lo que Padrino López tardó en anunciar públicamente su apoyo a Maduro. Una hipótesis que parece respaldada por un artículo del 'Wall Street Journal' publicado esta madrugada sobre esas presuntas negociaciones.

Hay una tercera posibilidad: que Padrino López actúe como agente doble pretendiendo conspirar y pasar información al chavismo

Pero existe también una tercera posibilidad, apuntada en ese mismo artículo: que Padrino López estuviese en realidad actuando como agente doble y pretendiendo conspirar al tiempo que pasaba la información al núcleo duro chavista. Es lo que cree una persona familiarizada con esas conversaciones, que declara al WSJ: “Es por eso que el golpe nunca tuvo lugar, porque él nunca quiso que tuviese lugar”.

Es probable, en cualquier caso, es probable que la desconfianza esté ahí, pero ante la duda, y vistas las expresiones públicas de adhesión al chavismo que han realizado tanto Padrino López como Moreno y Hernández Dala, de momento, conservan su cabeza.

Pocas horas después de que el líder opositor venezolano Juan Guaidó llamase a la insurrección este martes desde los aledaños de la base aérea La Carlota, ya había quedado claro que la intentona había fracasado. La convocatoria ayer de una movilización masiva contra el Gobierno de Nicolás Maduro tampoco consiguió provocar ese punto de inflexión esperado por los antichavistas. Para Venezuela, por ahora, no hay un antes y un después de la llamada operación Libertad.

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