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Un agujero en Europa llamado Merkel
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Un agujero en Europa llamado Merkel

La parálisis atenaza al proyecto europeo. Su abandono por etapas afecta sin duda a todo el bloque, huérfano política y financieramente sin la iniciativa franco-alemana

Foto: La canciller alemana Angela Merkel durante un encuentro con miembros del Gobierno polaco en Varsovia. (Reuters)
La canciller alemana Angela Merkel durante un encuentro con miembros del Gobierno polaco en Varsovia. (Reuters)

La parálisis atenaza al proyecto europeo. La crisis del euro dividió al norte y al sur; la de los refugiados, al este y al oeste. Y las perspectivas no son nada halagüeñas. Al Brexit, el auge del euroescepticismo y el pinchazo de Emmanuel Macron se suma ahora la marcha de Angela Merkel. Su abandono por etapas supone un cambio de era en Alemania, pero afecta sin duda a todo el bloque, huérfano política y financieramente sin la iniciativa franco-alemana. Cualquier avance va a ser imposible hasta que Berlín clarifique sus liderazgos y existe el riesgo de que el próximo Gobierno alemán mire a la UE con más recelos.

Merkel ha dejado una honda impronta en la UE. Para bien o para mal. El bloque comunitario no se puede entender actualmente sin su influencia a lo largo de casi trece años en la Cancillería alemana. La austeridad, los rescates, la falta de avances en la unión bancaria, el desgarro en torno al protocolo de Dublín y la búsqueda de un sistema común de asilo, todo esto y mucho más no se puede explicar sin citar rápidamente a la líder cristianodemócrata alemana.

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Pero sus horas están contadas. Mucho más de lo que sus palabras dejaron entrever cuando anunció, a finales del mes pasado, que este diciembre dejaría la presidencia de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), y que al final de esta legislatura, en 2021, abandonaría la política. Porque en el Berlín político no hay apenas nadie que considere que la canciller tiene opciones de agotar su cuarto mandato. Los medios, la oposición y la mayor parte de la ciudadanía están ya cansados de Merkel y quieren pasar página cuanto antes. Una encuesta de Insa publicada esta semana apuntaba que dos de cada tres alemanes quieren que deje ya de ser canciller.

En su partido hay también un creciente clamor en este sentido. El resurgimiento del ala más conservadora de la CDU es evidente. Molesta con los rescates a Grecia e indignada por la política de "fronteras abiertas", este núcleo duro quiere apartarla cuanto antes del poder. Siempre la consideraron demasiado cercana al centro político para su gusto, por no decir que algunos nunca la aceptaron, por ser mujer y del este. Cuando las urnas le sonreían nadie se atrevió a desafiarla. Pero en los últimos meses, con los malos resultados en las elecciones generales y los varapalos en los comicios de Baviera y Hesse, los desplantes han sido cada vez más evidentes. Como cuando el mes pasado el grupo parlamentario conservador eligió a un jefe distinto al abiertamente respaldado por Merkel.

La maquinaria sucesoria

Ahora la CDU ha puesto en marcha la maquinaria sucesoria. Entre el 6 y el 8 de diciembre elegirá a su nuevo presidente en un congreso ordinario en Hamburgo. Hay varias candidaturas ya sobre la mesa, como la de Annegret Kramp-Karrenbauer, conocida como "AKK", muy próxima a Merkel, símbolo del continuismo y actual secretaria general de la formación. También está Friedrich Merz, un exjefe del grupo parlamentario conservador que dejó la política activa hace quince años por sus desencuentros con Merkel, y que ahora ha emergido con gran fuerza, con el respaldo del núcleo duro del partido. En estos momentos, a casi un mes de la cita, parece que los sectores más conservadores llevan las de ganar. Los militantes quieren renovación, rostros nuevos y un giro a la derecha, entre otras cuestiones, para cerrar el roto electoral que por ese flanco les está haciendo la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

La CDU ha puesto en marcha la maquinaria sucesoria. Entre el 6 y el 8 de diciembre elegirá a su presidente en un congreso ordinario en Hamburgo

De salir elegido un presidente con ese perfil, pongamos Merz, las relaciones entre el Gobierno alemán y la CDU no tardarían en enturbiarse. En dos sentidos. primero, sería difícil conciliar las diferentes posturas de Merkel y el nuevo líder cristianodemócrata en cuestiones claves como la inmigración o la integración europea. Eso dificultaría la labor de gobierno y dejaría en evidencia a la canciller, que podría verse en la tesitura de no contar con el respaldo de su partido en el Bundestag. Una Merkel desautorizada en su propia casa no tardaría en dar un paso atrás, abandonando la Cancillería para que la ocupe el nuevo presidente de su partido.

Por otra parte, está el Partido Socialdemócrata (SPD), socio minoritario en el Gobierno alemán. Las bases ya recelan de su colaboración con Merkel, como para tener que tratar con una formación aún más escorada a la derecha. Hundidos en las encuestas, los socialdemócratas no tardarían en abandonar la coalición para emprender su propia refundación, con sectores pidiendo un nítido viraje a la izquierda. Tienen además la excusa perfecta: una cláusula del acuerdo de gobierno que exige la revisión del pacto a mitad de legislatura, a finales del año que viene.

placeholder El candidato para la presidencia de la CDU Friedrich Merz. (EFE)
El candidato para la presidencia de la CDU Friedrich Merz. (EFE)

En cualquiera de los dos casos, no tardarían de llegar unas elecciones anticipadas a Alemania. Sea porque el nuevo canciller busca legitimar su posición en las urnas (o trabar nuevas alianzas en lugar de mantener la gran coalición) o porque el gobierno se queda en minoría tras la marcha de los socialdemócratas. En círculos políticos y mediáticos alemanes se especula con que esto podría pasar ya el año que viene. Nadie en Berlín cree que Merkel se mantendrá en la Cancillería hasta 2021.

Un 2019 inútil

Mientras tanto, el resto de Europa sólo puede esperar parálisis durante los próximos meses. Merkel no está en condiciones de dar ningún paso cualitativo en la integración del bloque. Ni siquiera puede responder a las propuestas europeístas de Macron. Habrá que esperar al próximo canciller para que éste, una vez que tenga un respaldo sólido en el Bundestag (algo que no será fácil de obtener), se posicione sobre las cuestiones pendientes del proyecto europeo. Del ahondamiento de la eurozona a la defensa común, pasando por la inmigración y las relaciones exteriores con Rusia, Estados Unidos y China. Entre las elecciones europeas, previstas para mayo, y la incertidumbre en Berlín, algunos observadores apuntan ya a que 2019 será un año inútil para el proyecto europeo.

Quién encabece a los cristianodemócratas alemanes a partir del próximo mes es una cuestión clave para el futuro de la UE

Además, la llegada a la presidencia de la CDU de un perfil previsiblemente más conservador que el de Merkel tendrá notables repercusiones para la UE. Podría representar el triunfo en Berlín de un europeísmo mucho más matizado, más subyugado a los intereses alemanes. Y eso que la canciller ha encarnado ya un europeísmo pragmático, impregnado por los valores germánicos, lejos de la convicción visionaria (y con el talón a mano) de algunos cancilleres anteriores. Consecuentemente, no podría descartarse un frenazo de todo el proceso integrador.

Quién encabece a los cristianodemócratas alemanes a partir del próximo mes es una cuestión clave para el futuro de la UE. La CDU es el partido más votado en los últimos trece años en Alemania y el que durante más años ha gobernado este país. Y Alemania es un actor indispensable en el proyecto europeo. Por su población, su creciente proyección política en el escenario internacional y por su indudable peso económico, como primera potencia continental y cuarta del mundo. Si Berlín decide apartarse del timón europeo que desde hace siete décadas comparte con París, el barco no seguirá adelante, sino que se detendrá.

La parálisis atenaza al proyecto europeo. La crisis del euro dividió al norte y al sur; la de los refugiados, al este y al oeste. Y las perspectivas no son nada halagüeñas. Al Brexit, el auge del euroescepticismo y el pinchazo de Emmanuel Macron se suma ahora la marcha de Angela Merkel. Su abandono por etapas supone un cambio de era en Alemania, pero afecta sin duda a todo el bloque, huérfano política y financieramente sin la iniciativa franco-alemana. Cualquier avance va a ser imposible hasta que Berlín clarifique sus liderazgos y existe el riesgo de que el próximo Gobierno alemán mire a la UE con más recelos.

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