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Merkel cesa al responsable del espionaje interior por su cercanía con la ultraderecha
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trata de atajar una nueva crisis de gobierno

Merkel cesa al responsable del espionaje interior por su cercanía con la ultraderecha

La canciller trata de poner así punto final al escándalo en torno a Hans-Georg Maassen y a las revelaciones que, una y otra vez, lo situaban demasiado cerca de la ultraderecha

Foto: Maassen, a la izquierda, junto a Merkel, en un encuentro con el responsable de la policía federal alemana. (Reuters)
Maassen, a la izquierda, junto a Merkel, en un encuentro con el responsable de la policía federal alemana. (Reuters)

Angela Merkel ha cesado al responsable de los servicios secretos del interior. La canciller trata de poner así punto final al escándalo en torno a Hans-Georg Maassen y a las revelaciones que, una y otra vez, lo situaban demasiado cerca de la ultraderecha. El caso había degenerado en una nueva crisis de Gobierno, subrayando las fracturas que desde su concepción lastran la gran coalición de conservadores y socialdemócratas que debía liderar Berlín y, de la mano de Emmanuel Macron, tambien la Unión Europea. Pero puede que la herida no cicatrice tan rápido, porque se le ha buscado un nuevo destino en el Ministerio de Interior.

Se trata de una (nueva) solución de compromiso en la gran coalición. Sus líderes se reunieron este martes por segunda vez en una semana para abordar la cuestión y llegaron al acuerdo de sacar a Maassen de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV) y llevarlo a un puesto menos expuesto, una secretaría de Estado en el Ministerio de Interior. Así tratan de conjugar las exigencias de los socialdemócratas, que querían su salida de los servicios secretos, y la postura de los conservadores bávaros, que querían mantenerlo. Merkel, como es habitual, se quedó a medio camino, buscando una salida que contente a todos. Con el riesgo de que acabe no gustando a nadie.

placeholder Hans-Georg Maassen, exjefe del espionaje interior. (Reuters)
Hans-Georg Maassen, exjefe del espionaje interior. (Reuters)

La gota que ha colmado el vaso han sido las declaraciones de Maassen tras los disturbios provocados por ultraderechistas en Chemnitz. Tras la muerte de un alemán presuntamente acuchillado por dos refugiados —un sirio y un iraquí—, unos 800 radicales se manifestaron por las calles de esta ciudad del este de Alemania y, al término de la protesta, algunos grupos protagonizaron auténticas cacerías de extranjeros. Merkel condenó estos hechos en persona en repetidas ocasiones. "No hay ninguna disculpa o justificación para el odio, el uso de la violencia, las consignas nazis y la hostilidad contra personas de aspecto diferente", aseguró la semana pasada ante el Bundestag.

Pero cuando la mayoría de los partidos políticos, los medios y la sociedad condenaba esos hechos, Maassen lanzó un órdago que rebatía la mayor. En unas declaraciones al tabloide 'Bild', puso en duda la veracidad del vídeo más difundido sobre estos hechos, en el que se veía a un grupo de personas perseguir y golpear a una persona de aspecto extranjero en Chemnitz. Apuntó que podría tratarse de una falsificación. Sus palabras generaron tanta polémica —porque el vídeo había sido verificado y porque había otras grabaciones similares y distintos testimonios de testigos— que tuvo que relativizarlas poco después.

No era la primera vez que Maassen pisaba en falso. Varias informaciones habían puesto ya en entredicho al innecesariamente mediático exjefe del espionaje interior alemán. En las últimas semanas, se conoció que se había reunido en varias ocasiones con distintos líderes del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Según ha trascendido, en un encuentro les filtró datos que solo se harían públicos semanas más tarde. En otros, les sugirió estrategias para evitar que la formación en su conjunto reuniese los criterios para ser vigilada por los propios servicios secretos que él encabezaba. Las declaraciones sobre Chemnitz fueron la puntilla. Vinieron, para muchos, a confirmar que Maassen estaba "ciego del ojo derecho", una expresión alemana para describir a aquellos que tienden a ser indulgentes con la ultraderecha.

placeholder Protestas en Chemnitz después de que un hombre fuera apuñalado. (Reuters)
Protestas en Chemnitz después de que un hombre fuera apuñalado. (Reuters)

La polémica va mucho más allá de un mero escándalo personal. La debilidad de la gran coalición la ha convertido en una nueva crisis en el seno del Ejecutivo. Los tres partidos en e Gobierno están terriblemente divididos entre sí, con las encuestas en contra y con la sensación de avanzar inexorablemente hacia un cambio de ciclo que les obligue a renovar sus cúpulas. A perro flaco todo son pulgas.

El Partido Socialdemócrata (SPD) fue el primer socio de Gobierno en exigir su cese, sumándose al clamor de la oposición y de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, de todo el espectro ideológico, que consideraron que Maassen estaba haciendo política desde su posición, defendiendo a AfD y atacándoles por haber difundido y dado veracidad al vídeo. El secretario general de los socialdemócratas, Lars Klingbeil, aseguró que Maassen tenía "que irse". Luego fue la propia Merkel la que dejó entrever que se inclinaba por el cese del responsable de los servicios secretos del interior.

El único pero eran las reticencias del ministro de Interior y, por tanto, responsable político de la BfV, Horst Seehofer. Porque el también líder de la Unión Socialcristiana (CSU), la hermana bávara de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, había ratificado en varias ocasiones su apoyo a Maassen. Y ese es un gran pero que puede aún arrastrar consecuencias mayores. Seehofer ha sido desde el comienzo de la legislatura el elemento más discordante en el nuevo Gobierno, quien ha llegado a poner incluso en peligro la supervivencia del Ejecutivo por motivos que entremezclan lo estrictamente personal y el tacticismo electoralista.

placeholder Merkel conversa con Seehofer en el Parlamento alemán. (Reuters)
Merkel conversa con Seehofer en el Parlamento alemán. (Reuters)

El 14 de octubre hay elecciones regionales en Baviera, y su partido, que desde hace décadas y casi sin interrupciones gobierna el Land con mayoría absoluta, parece, según las encuestas, abocado a un resultado históricamente malo ante el ascenso de AfD y de los ultraconservadores Electores Libres. La CSU seguirá siendo primera fuerza, pero necesitará un socio. Y eso se ha saldado en el pasado con dimisiones. De ahí que Seehofer esté escorándose hacia la derecha. Para cerrar el paso a estas formaciones ante el temor de perder la presidencia del partido y quién sabe si también el Ministerio de Interior. Podría ser el fin de su carrera política.

De hecho, según el diario 'Welt', Maassen apuntó la semana pasada a un grupo de diputados conservadores que, por la delicada situación de Seehofer, contaba con su apoyo. "Horst Seehofer me ha dicho que si yo caigo, entonces cae él también", dijo el ya ex responsable del espionaje interior alemán. El expresidente del Parlamento Europeo y excandidato socialdemócrata a la Cancillería en las pasadas elecciones, Martin Schulz, consideró horas antes del cese que ni Maassen ni Seehofer aguantarían mucho en el cargo.

Angela Merkel ha cesado al responsable de los servicios secretos del interior. La canciller trata de poner así punto final al escándalo en torno a Hans-Georg Maassen y a las revelaciones que, una y otra vez, lo situaban demasiado cerca de la ultraderecha. El caso había degenerado en una nueva crisis de Gobierno, subrayando las fracturas que desde su concepción lastran la gran coalición de conservadores y socialdemócratas que debía liderar Berlín y, de la mano de Emmanuel Macron, tambien la Unión Europea. Pero puede que la herida no cicatrice tan rápido, porque se le ha buscado un nuevo destino en el Ministerio de Interior.

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