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Escuelas con sólo 4 días de clase por semana: la crisis de la educación pública en EEUU
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el estado de oklahoma, ENTRE los más afectados

Escuelas con sólo 4 días de clase por semana: la crisis de la educación pública en EEUU

La magra recaudación fiscal en muchos estados hace que las condiciones del sistema educativo sean más que precarias. Pero lograr un incremento de fondos es una tarea titánica

Foto: Un autobús escolar aparcado en Newcastle, Oklahoma, en abril de 2016. (Reuters)
Un autobús escolar aparcado en Newcastle, Oklahoma, en abril de 2016. (Reuters)

La protesta empezó en Virginia Occidental. Miles de profesores de escuelas públicas salieron a la calle para exigir mejoras salariales y más presupuesto educativo. La huelga dejó sin clase a 275.000 niños durante nueve días y animó a los docentes de Kentucky, Oklahoma, Arizona y Colorado a seguir el ejemplo. La movilización consiguió algunas victorias, pero sobre todo ha sido el testimonio de algo mayor, más profundo. Una ventana al impacto de los recortes sociales que proliferan en Estados Unidos desde hace 25 años.

Pongamos el caso de Oklahoma. Dos de cada diez escuelas de este estado sólo dan clase cuatro días a la semana. No hay dinero para más. Tampoco para normalizar el salario de los profesores, muchos de ellos obligados al pluriempleo e incluso a recurrir a la beneficiencia, ni para mantener los cursos de música, teatro o lenguas extranjeras. Según algunos libros de texto grasientos y despellejados por el uso, George W. Bush sigue siendo presidente.

“Los salarios no han aumentado en más de diez años”, dice a este diario Alberto Morejon, profesor del instituto Stillwater, en Oklahoma. “Los colegios no pueden comprar nuevos libros de texto. Las mesas y los libros están cayéndose a pedazos. No hay presupuesto para material, así que los profesores tienen que comprarlo con su propio dinero”.

Morejon, de 25 años, creó un grupo de Facebook para organizar la protesta bajo el lema “The Time is Now!” (¡Es el momento!), que sumó más de 70.000 miembros en unos días. La movilización dio algunos resultados: los profesores lograron un aumento salarial de 6.100 dólares al año, en lugar de los 10.000 dólares exigidos, y se añadirán 50 millones al presupuesto, algo menos de los 75 pedidos. Los otros empleados educativos también recibieron un aumento.

“Cuando miras al resultado general, tuvimos mucho éxito”, dice a El Confidencial Katherine Bishop, vicepresidenta de Oklahoma Education Association, la asociación de profesores más grande del estado. “En los últimos diez años hemos recortado más de mil millones de dólares, mil millones, de la financiación”, reitera.

placeholder Un árbol caído frente a un instituto público en Filadelfia cerrado por falta de fondos, en septiembre de 2013. (Reuters)
Un árbol caído frente a un instituto público en Filadelfia cerrado por falta de fondos, en septiembre de 2013. (Reuters)

Sin dinero en las arcas estatales

Pero había un problema. Oklahoma no tenía dinero para financiar este aumento del gasto. Los recortes fiscales han disminuido los ingresos públicos de tal manera que el Gobierno se ha quedado seco. Esto se ve en la reducción del presupuesto educativo (un 28% desde 2008) y en la reducción del Medicaid, el programa de salud para la gente con menos recursos; se ve en el cierre de hospitales rurales, en el hacinamiento de las prisiones y hasta en la policía. A los agentes de Oklahoma no se les permite conducir más de 100 millas al día para no gastar demasiado en gasolina.

La pérdida de prestaciones sociales tampoco se ha visto compensada por un aumento del ingreso fiscal en los hogares. Al menos no en todos los hogares. Los beneficios del recorte general de impuestos de 2004 se concentraron arriba. El 1% más rico de Oklahoma se llevó una rebaja del 26%; al 5% más rico se le dedujo un 43%. El 60% de abajo sólo recibió una rebaja del 10%.

La situación ha requerido medidas desesperadas y el Congreso de Oklahoma ha logrado aprobar el primer aumento de impuestos desde 1990. Un hito en este estado de fervientes republicanos. Sin embargo, los legisladores no cancelaron las exenciones dadas a los beneficios corporativos, como sugirió el sindicato de docentes. En su lugar, subirán los impuestos a la gasolina, el diésel, los paquetes de tabaco y las compras por internet. Tasas que afectarán al bolsillo de todos los ciudadanos, independientemente de sus ingresos. Además de un aumento del 2 al 5% en el impuesto a los pozos de petróleo.

Hay una razón específica por la que no se veía un aumento de impuestos en casi 30 años. Desde 1992, gracias a una ley aprobada en un referéndum con poca participación y promovida por el grupo mediático más importante del estado, Oklahoma requiere una mayoría parlamentaria del 75% para aprobar cualquier subida fiscal. Un umbral prácticamente imposible de alcanzar.

El caso de Oklahoma refleja la tendencia de fondo en Estados Unidos. Aunque algunos estados, como Nueva York, otorgan mejores condiciones a sus docentes, el profesor medio de secundaria en EEUU gana un 60% del sueldo que percibe alguien de su mismo nivel educativo, muy por debajo del 102% que ganan los profesores franceses o el 94% de los alemanes. El horario del docente americano también más largo: pasa 981 horas al año en clase, casi un 40% más que la media de la OCDE.

placeholder Miembros del Sindicato de Profesores de Chicago durante una huelga, en septiembre de 2012. (Reuters)
Miembros del Sindicato de Profesores de Chicago durante una huelga, en septiembre de 2012. (Reuters)

"Vote them out!"

Respecto al gasto público en general, el umbral del 75% para subir los impuestos también se da en Arkansas, con excepción de las tasas al alcohol y al tabaco; en Michigan está vigente sólo para los impuestos de propiedad. Una docena de estados exigen un 60% de quorum para cualquier aumento fiscal. Estas leyes de supermayoría han sido promovidas por los lobbies Americans for Prosperity y American Legislative Exchange Council (ALEC), financiadas por los hermanos Koch: dos empresarios cuya riqueza industrial ha sostenido las campañas más conservadoras de EEUU en los últimos años.

Los profesores han llegado a la misma conclusión que otros grupos activistas: “Vote them out!”, es decir: hay que expulsar a determinados parlamentarios, y con ellos a las corporaciones energéticas que financian sus campañas, de los escaños. Las elecciones legislativas del próximo noviembre, que también renovarán gran parte de las cámaras de Oklahoma, son su oportunidad.

“Estamos organizando foros de debate, haciendo que la gente se implique. Sobre todo queremos asegurarnos de que todo el mundo se registre para votar”, dice Katherine Bishop, de la OEA. La organización de la que es vicepresidenta ha presentado a una treintena de candidatos para cargos públicos, independientemente de su ideología demócrata o republicana. El portavoz de la OEA, Doug Folk, declaró: “Puedes ser conservador (...) y puedes tener un poco de sentido común a la hora de votar por algo de financiación”.

“El estado apenas nos dio lo que pedíamos”, añade Alberto Morejon. “El objetivo ahora es elegir a mejores personas en noviembre, para que podamos traer un cambio real no sólo a la educación sino a todos los servicios básicos de Oklahoma que han sido ignorados durante años”.

La protesta empezó en Virginia Occidental. Miles de profesores de escuelas públicas salieron a la calle para exigir mejoras salariales y más presupuesto educativo. La huelga dejó sin clase a 275.000 niños durante nueve días y animó a los docentes de Kentucky, Oklahoma, Arizona y Colorado a seguir el ejemplo. La movilización consiguió algunas victorias, pero sobre todo ha sido el testimonio de algo mayor, más profundo. Una ventana al impacto de los recortes sociales que proliferan en Estados Unidos desde hace 25 años.

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