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El complejo vecindario nuclear de China: potencias atómicas y carrera armamentística
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los nuevos actores y el efecto dominó global

El complejo vecindario nuclear de China: potencias atómicas y carrera armamentística

China, el país con más vecinos con armas nucleares, teme que Kim Jong-un y Trump impulsen una carrera atómica en Asia. Japón y Corea del Sur podrían verse forzados a desarrollar su programa

Foto: Kim Jong-Un durante una visita al Chemical Material Institute de la Academia de Ciencia de Defensa, en Pyongyang. (Reuters)
Kim Jong-Un durante una visita al Chemical Material Institute de la Academia de Ciencia de Defensa, en Pyongyang. (Reuters)

¿Y qué si matan a 300 millones de personas? Aún nos quedan muchas más”. Así ahuyentaba Mao Zedong cualquier temor ante un posible ataque atómico contra China delante de dignatarios extranjeros a finales de los años cincuenta, según recogían una crónica de la época de la agencia UPI. El Gran Timonel terminó desarrollando su propio arsenal nuclear durante la década posterior, pero a menudo defendió que estas armas no era más que “tigres de papel”, usadas por países como Estados Unidos para atemorizar a sus rivales en la Guerra Fría.

Los líderes chinos contemporáneos probablemente no estén de acuerdo con su predecesor. En la actualidad, China se ha convertido en el país del mundo que cuenta con un mayor número de vecinos con armas atómicas: Rusia, Pakistán, India y Corea del Norte. Pekín, además, teme que las amenazas nucleares de Pyongyang, y el comportamiento errático del presidente norteamericano Donald Trump, impulsen una peligrosa carrera armamentística en Asia Oriental, que impida al gigante asiático convertirse en la potencia dominante de la región.

“A Japón y Corea del Sur les preocupa cada vez más no recibir el apoyo militar estadounidense necesario para hacer frente a Corea del Norte, y pueden verse forzados a desarrollar su propio programa nuclear”, explica a El Confidencial Niklas Swanstrom, director del Instituto para la Seguridad y las Políticas de Desarrollo, en Suecia. Ante esta posibilidad, Swanstrom admite que la aparición de nuevos actores con capacidades nucleares acabaría creando un efecto dominó planetario, ya que gobiernos como el de Irán o Taiwán empezarían a plantearse opciones similares, iniciando una nueva carrera nuclear.

El presidente Trump no parece preocupado por esta tesis. Durante la campaña electoral, el magnate insinuó que sería beneficioso si Japón y Corea del Sur, que dependen de momento de la protección militar de Estados Unidos, desarrollaban sus propios misiles atómicos. Además, desde principios de setiembre, el líder republicano ha lanzado varios ataques por Twitter contra la estrategia de diálogo con Pyongyang del presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, que han puesto de nuevo en cuestión la fortaleza de la alianza bilateral.

Con la confianza en Washington en horas bajas, y el reciente anuncio por parte de Corea del Norte de que posee una bomba de hidrógeno, Seúl puede estar interesado en desarrollar su propio programa nuclear. Se trata de una opción que cerca del 60% de la población ya ve con buenos ojos, según una encuesta de 2016, recogida por 'The Guardian'. “Con armas nucleares siendo producidas justo al otro lado de la frontera, Corea del Sur no puede permitirse contar ciegamente con el ‘paraguas nuclear’ de Estados Unidos en el Pacífico”, rezaba un reciente editorial del periódico 'Dong-A Ilbo', el segundo más leído del país.

No se trata de la primera vez que el país valora la opción: durante la presidencia en Estados Unidos de Richard Nixon, que también defendió un repliegue militar en la zona, Seúl ya inició un programa nuclear secreto para defenderse del régimen norcoreano. Solo los esfuerzos de posteriores gobiernos norteamericanos consiguieron que Corea del Sur pusiera punto y final al proyecto.

La posibilidad de incrementar el rol de las fuerzas armadas, o incluso de aspirar a tener armas nucleares, es mucho más polémica en Japón, marcado aún por el estigma de la Segunda Guerra Mundial. De momento, sus líderes han decidido apostar por seguir reforzando su alianza con Washington. “Pero esto puede cambiar si durante los próximos años accede a la presidencia otro líder de posturas aislacionistas, como Trump”, advierte Swanstrom.

Foto: El doctor Hiromi Hasai, en su casa durante la entrevista. (Foto: Nicolás Kronfeld)

Por el contrario, Tong Zhao, experto en seguridad armamentística del Centro de Política Global Carnegie-Tsinghua, descarta que alguno de los dos países decida a corto plazo apostar por crear su propio arsenal atómico, debido al “posible impacto político y económico” de la medida. En el pasado, los ciudadanos chinos han realizado todo tipo de boicots económicos contra productos surcoreanos y japoneses para protestar ante distintas disputas entre China y sus vecinos, que podrían repetirse si Tokio o Seúl deciden aumentar su capacidad militar.

Contrapeso contra China

Más allá de una futura carrera nuclear, de momento la beligerancia de Corea del Norte está frustrando los planes de China de convertirse en la principal potencia militar de la zona. Las constantes amenazas de Pyongyang han dado alas a un aumento de la presencia de tropas norteamericanas en Asia-Pacífico, que también hacen de contrapeso al dominio chino.

La mejor opción para Pekín sería mantener el ‘statu quo’ o incluso eliminar la amenaza norcoreana. EEUU perdería legitimidad para permanecer en la región

La mejor opción para Pekín sería mantener el ‘statu quo’, o incluso eliminar la amenaza norcoreana, con lo cual Estados Unidos perdería legitimidad para permanecer en la región”, explica Swanstrom.

China se ha mostrado especialmente crítica con el despliegue por parte del ejército norteamericano en Corea del Sur del sistema de Terminales de Defensa de Alta Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés), pensados para contrarrestar posibles ataques balísticos norcoreanos. La tecnología, también presente en las bases militares de Hawái y Guam, permite destruir misiles de corto y medio alcance antes de que alcancen sus objetivos.

Sin embargo, tanto el Gobierno chino como el ruso ven en el sistema una amenaza contra sus propias capacidades ofensivas. “La decisión desestabilizará las relaciones entre Estados Unidos y China y Rusia”, prevé Tong.

De manera similar, Swanstrom predice un aumento de las capacidades militares de Rusia y China para hacer frente al escudo antimisiles, y advierte que la situación supone un retorno a la mentalidad “de la Guerra Fría”. Asia Oriental se ha convertido en una de las zonas del mundo donde los estados más invierten en gasto militar: la inversión en el sector creció en más de 100.000 millones de euros entre 2007 y 2016, hasta alcanzar los 263.000 millones de euros, según datos del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo, que no incluyen a Corea del Norte.

Pese a ello, los expertos admiten que China no parece contar con alternativas al actual rearme de la región. “China ha intentado persuadir a Corea del Norte de modificar su política nuclear, pero no lo ha conseguido y, a causa de ello, la seguridad de China ha empeorado y seguirá empeorando”, explica Tong.

placeholder Kim Jong-Un junto a los responsables del programa nuclear norcoreano, en una imagen distribuida por la Agencia de Noticias de Corea del Norte. (Reuters)
Kim Jong-Un junto a los responsables del programa nuclear norcoreano, en una imagen distribuida por la Agencia de Noticias de Corea del Norte. (Reuters)

Filtraciones a Corea del Norte

Curiosamente, la propia China contribuyó sin saberlo al desarrollo de armamento nuclear norcoreano durante décadas. Según el testimonio de A. Q. Khan, el fundador del programa de enriquecimiento nuclear pakistaní, recogido por 'The New York Times', el Gobierno comunista acordó ayudar a Pakistán a conseguir la bomba atómica para contrarrestar una posible amenaza nuclear de India. Las tropas chinas e indias se habían enfrentado en una breve guerra por un territorio disputado entre ambos países en 1962 y, como respuesta, Pekín decidió ayudar al principal rival de Nueva Delhi en 1976.

Durante los años posteriores, China envió uranio apto para armas a los expertos pakistaníes, y les dejó probar su primera bomba atómica en la base de pruebas china de Lop Nur. A la vez que Islamabad revelaba finalmente a la comunidad internacional su capacidad atómica en 1998, el país transfería también sus conocimientos a Corea del Norte, a cambio de tecnología balística. Pakistán acusó posteriormente a A. Q. Khan de asistir al programa nuclear de Pyongyang por cuenta propia, pero el científico defiende que lo hizo con el beneplácito del Ejecutivo pakistaní.

Los expertos creen ahora que China nuca supo donde terminaban sus conocimientos en este ámbito. “Probablemente China no sabía que existían filtraciones a Corea del Norte, ya que iban en contra de sus intereses a largo plazo en la región”, asegura Swanstrom.

¿Y qué si matan a 300 millones de personas? Aún nos quedan muchas más”. Así ahuyentaba Mao Zedong cualquier temor ante un posible ataque atómico contra China delante de dignatarios extranjeros a finales de los años cincuenta, según recogían una crónica de la época de la agencia UPI. El Gran Timonel terminó desarrollando su propio arsenal nuclear durante la década posterior, pero a menudo defendió que estas armas no era más que “tigres de papel”, usadas por países como Estados Unidos para atemorizar a sus rivales en la Guerra Fría.

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