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El huracán Irma cae a categoría 1 tras dejar al menos tres muertos y cortes de luz
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seis millones y medio de evacuados

El huracán Irma cae a categoría 1 tras dejar al menos tres muertos y cortes de luz

A pesar de una de las evacuaciones más grandes de la historia, el huracán atraviesa ciudades cuya población no tuvo tiempo de salir. Las previsiones no acertaron en el recorrido exacto de su centro

Foto: Fuerte viento y olas en Biscayne Bay, en Florida. (EFE)
Fuerte viento y olas en Biscayne Bay, en Florida. (EFE)

No hay precedentes para Irma, cuya combinación de intensidad y diámetro la han hecho devastadora en el Caribe. Ni siquiera en Florida, acostumbrada a los huracanes y las tormentas tropicales. El propio responsable de la Agencia gubernamental de emergencias, FEMA, aseguraba el domingo por la mañana: “No conozco a nadie en Florida que haya vivido algo parecido a lo que está a punto de suceder”.

Los seis millones y medio de evacuados son una de las cifras más altas que se conocen en el país. En las zonas no evacuadas, familias enteras han pasado horas encerradas en sus casas, con las ventanas tapadas con planchas de madera, agua y provisiones para varios días, y en el caso de más de tres millones de clientes, sin electricidad: nada de seguir la información sobre la tormenta cómodamente sentado frente a la televisión para quienes más necesitaban saber a qué atenerse. Los estados circundantes de Alabama, y la Carolinas están en Estado de Emergencia y en la costa de Georgia se ha ordenado también la evacuación.

En las primeras horas del domingo todo el mundo se preparaba para lo peor. No había nada más que hacer. Esperar. Y cruzar los dedos mientras el inmenso remolino de nubes y viento que parecía, en los mapas meteorológicos, más grande que el propio estado, se aproximaba lento pero seguro. Un huracán que venía ya rompiendo récords desde su formación el 30 de agosto en Cabo Verde: tres días seguidos manteniéndose en la categoría cinco, con vientos que mantuvieron los 297 km por hora durante 37 horas seguidas, superando el récord del super tifón Haiyan en el Pacífico (2013), el más devastador hasta la fecha. Una vez en el Caribe, Irma ha devastado isla tras isla, sin que esas pequeñas masas de tierra hayan servido para aminorar su fuerza, como ha ocurrido al llegar a Florida. Su anchura, 112 km de diámetro, lo hacía especialmente temible.

El huracán que más fuerte ha golpeado Florida hasta la fecha, Andrew, dejó en 1992 65 muertos, 63.000 casas destruidas y pérdidas por valor de 26.500 millones de dólares. ¿Su diámetro? 40 km. Aunque Andrew alcanzó las costas de Florida con vientos de 270 km por hora, todavía en la intensidad 5; mientras que Irma ha ido bajando antes de alcanzar Florida y en el momento de caer sobre los Cayos y la isla de Marco sus vientos habían ido aminorando hasta los 160km/hora. El paso devastador del Andrew no quitó a la gente las ganas de vivir en Florida: la población es hoy de más de 20 millones, frente a los apenas 15 millones de entonces.

Ante una fuerza de la naturaleza del calibre de Irma, lo único que se puede hacer es evacuar a la población; sin embargo la decisión de ordenar a la gente abandonar sus casas y echarse a la carretera tiene sus riesgos. En Houston, el alcalde defendió su decisión de no ordenar evacuaciones masivas por el ejemplo de lo que sucedió durante el huracán Rita en 2005. En aquella ocasión, las carreteras se colapsaron de tal manera que hubo muertos por el calor y el agotamiento; un accidente de un autobús provocó la muerte de 124 personas. Tras ver los efectos de Harvey en Houston las semana pasada, sin embargo, las autoridades locales y el propio gobernador de Florida han decidido apostar por la evacuación masiva, y las principales autopistas que atraviesan la península de norte a sur llevaban atascadas desde el viernes. Hasta el momento, se sabe de tres víctimas mortales en Florida, todas ellas por accidentes de tráfico, durante el paso del huracán. En otras islas del Caribe, previo a su llegada a Florida, las víctimas mortales han sido 27.

Además, las previsiones meteorológicas han ido cambiando a lo largo de los últimos días: mientras se pensó en un primer momento que el centro de Irma pasaría por las ciudades de Miami y Fort Lauderdale, en la costa atlántica, un cambio en las últimas horas ha llevado a la tormenta con vientos de 200 km por hora al otro lado de la península, donde ha azotado ciudades como Naples, Fort Meyers y San Petersburgo. Apenas ha dado tiempo de ordenar la evacuación de estas zonas. El gobernador del estado, Rick Scott, ya había advertido el viernes que “los habitantes de la costa oeste no deberían confiarse. Todos tenemos que estar preparados para evacuar, el tamaño de este huracán es más grande que nuestro estado”.

placeholder Aguas turbulentas donde el río Miami se encuentra con la Bahía de Biscayne, como consecuencia de Irma, en Miami. (EFE)
Aguas turbulentas donde el río Miami se encuentra con la Bahía de Biscayne, como consecuencia de Irma, en Miami. (EFE)

Las previsiones solo pueden hacer cálculos de probabilidades, en los que un margen de 100 km (los que separan a Miami de Naples) se puede considerar bastante preciso. Pero un estado como Florida, una península con 170 km de anchura en sus partes más estrechas, esa diferencia lo es todo. Especialmente para los habitantes de la costa oeste, que no tuvieron tiempo de evacuar cuando empezaron a avisarles de que el ojo del huracán se acercaba por su lado. Así que al final fueron los habitantes de la isla de Marco y la ciudad de Naples las que soportaron el paso del centro del huracán, con la mayor parte encerrada en sus casas y unos pocos trasladados a refugios en las últimas horas.

La fiabilidad de las previsiones para fenómenos tan inestables como el recorrido de un huracán es relativa, aunque de los dos modelos que se han estado usando para predecir el camino de Irma, el europeo y el americano, el primero parece que todavía le lleva mucha ventaja al segundo. Aun así, las autoridades se ven obligadas a tomar decisiones vitales, como ordenar o no la evacuación de determinadas zonas, basadas en previsiones que, con tres días de antelación, no son más que un porcentaje de probabilidades. En el caso del Harvey, las predicciones sobre dónde golpearía la costa en primer lugar (y sería, por tanto, más peligroso) abarcaron un área mucho más amplia, desde el norte de México hasta el oeste de la costa de Houston.

“Llevo 19 días seguidos haciendo previsiones sobre huracanes, huracanes de categoría 4, que han alcanzado la costa de EEUU. Dos en el espacio de 16 días”, resaltaba un meteorólogo televisivo en la tarde del domingo. A nadie se le escapaba lo excepcional de la situación: que dos huracanes devastadores hayan alcanzado el país en dos semanas consecutivas.Y, aunque el precedente de Harvey ha ayudado a Florida a estar más preparada, lo cierto es que los destrozos de Irma en Florida no tienen por qué ser menores que los de Harvey en Houston. No todo es la categoría para calcular los efectos de un huracán. Uno de categoría 3, como era el Katrina cuando alcanzó Nueva Orleans, puede tener consecuencias más nefastas que uno de categoría 4, como era el Harvey. Mientras Harvey enseguida bajó a tormenta tropical, su lentitud le hizo mantenerse sobre Houston durante casi cuatro días, sin parar de descargar agua. El peligro de Irma radica en sus vientos y su diámetro, pero avanzando a 22 km por hora, es fácil que al llegar el día lo peor haya pasado para la mayoría de Florida. Durante toda la noche del domingo la península de Florida entera estaba bajo el huracán, de costa a costa. Sus efectos dependerán de la resistencia de sus diques, como el del lago Okeechobee, y de un sistema de drenaje y alcantarillado que acusa ya el paso del tiempo y un aumento de la población espectacular en los últimos años en el sur del Estado.

No es casualidad que Harvey e Irma, (y Jose y Katia, de momento tormentas, que vienen detrás) hayan llegado tan seguidos a las costas estadounidenses: el 10 de septiembre marca el pico de la temporada de huracanes. Temperaturas altas en la superficie del mar y vientos constantes, sin cambios bruscos que ayudan a romper el ciclo de las tormentas, son el caldo de cultivo perfecto para estas formaciones. Sin querer establecer una relación expresa de causa-efecto, parece haber consenso entre los expertos de que a más temperatura del océano más riesgo de tormentas tropicales y huracanes. Hace años que un informe del Consejo Nacional de Ciencia calculaba en 300 millones de dólares el dinero que costaría actualizar el sistema de previsión de huracanes estadounidense y la investigación en ciencia e ingeniería para paliar sus consecuencias. Una cantidad que es diez veces el presupuesto actual.

No hay precedentes para Irma, cuya combinación de intensidad y diámetro la han hecho devastadora en el Caribe. Ni siquiera en Florida, acostumbrada a los huracanes y las tormentas tropicales. El propio responsable de la Agencia gubernamental de emergencias, FEMA, aseguraba el domingo por la mañana: “No conozco a nadie en Florida que haya vivido algo parecido a lo que está a punto de suceder”.

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