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Trump se resiste a condenar abiertamente a los supremacistas de Charlottesville
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varios de sus consejeros tildan el ataque de terrorista

Trump se resiste a condenar abiertamente a los supremacistas de Charlottesville

Demócratas y republicanos critican que el presidente condene la violencia "de ambas partes" tras el ataque que ha causado un muerto y decenas de heridos

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras los ataques del sábado. (Reuters)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras los ataques del sábado. (Reuters)

Apenas habían pasado dos horas desde que un terrorista doméstico, con un coche deportivo, había matado a una joven en Charlottesville, atropellando brutalmente a un grupo de manifestantes, cuando Donald Trump, visiblemente incómodo, aparecía ante los medios en una comparecencia que había sido fijada con anterioridad en el campo de golf de su propiedad en Bedminster, Nueva Jersey. Se trataba de firmar una nueva ley que se ocupa de los servicios de salud para los veteranos del ejército, uno de las más queridos sectores del electorado para el presidente, pero era imposible no referirse a las alarmantes imágenes y noticias que llegaban de la ciudad de Virginia donde se había convocado una manifestación de la extrema derecha.

“Seguimos lo que está sucediendo muy de cerca”; aseguró Trump a los medios. Seguidamente, lamentó esa terrible “división” que existe en el pueblo americano, condenando la violencia “de todas las partes”. Tantas ganas tenía de desaparecer que se fue de la sala antes de haber firmado la ley en cuestión, y tuvo que volver y hacer los honores, para volver a marcharse sin responder a las preguntas que le lanzaban los periodistas allí reunidos.

Con 'violencia de ambas partes', Trump se refería a las choques violentos que se habían producido entre los manifestantes y los contramanifestantes durante las últimas horas, incluyendo un ataque mortal que otros consejeros del presidente no han dudado en calificar de “terrorista” y que tuvo como objetivo a un grupo de contramanifestantes que portaban banderas de Black Lives Matter, pancartas antirracistas y antifascistas y mensajes contra el presidente Trump.

placeholder Una mujer deposita flores en el lugar del atentado. (Reuters)
Una mujer deposita flores en el lugar del atentado. (Reuters)

Más que la obvia repudia de la violencia, los periodistas buscaban una condena clara del presidente a los grupos neonazis y supremacistas que se habían visto marchar por la ciudad durante el fin de semana. Con la excusa de defender la estatua del general Robert Edward Lee, que está a punto de ser retirada de la ciudad, los manifestantes gritaron consignas como 'Los judíos no nos reemplazarán' o 'Las vidas de los blancos importan', portaron banderas confederadas y realizaron saludos nazis.

Algunos de ellos, también, llevaban gorras rojas con el eslogan de campaña de Trump: 'Hagamos América grande de nuevo'. Trump se resiste siquiera a llamar estos grupos por su nombre o admitir ningún tipo de concomitancia. Hablando de la terrible “división” que existe en la sociedad estadounidense, terminó su breve declaración del sábado diciendo: “No es cosa de Obama, o de Trump. Esta división existe desde hace demasiado tiempo en nuestro país”.

"El presidente debería mirarse en el espejo y recordar quién le ha puesto en la Casa Blanca", escribió en Twitter un exdirigente del Ku Klux Klan

Al igual que durante la campaña, el presidente Trump muestra lo que para muchos es una cautela inusual en él cuando le toca criticar a estos grupos radicales. Y así, los trágicos sucesos del sábado, y el despliegue de banderas neonazis y símbolos racistas y antisemitas del viernes y el sábado en la ciudad universitaria de Virginia, han dado paso a una oleada de críticas y análisis sobre cuál es exactamente la posición de Trump frente a estos grupos. ¿Tiene el presidente miedo de criticarles o responsabilizarles de la violencia porque forman parte de su base electoral? ¿Es el presidente responsable, en parte, de que se manifiesten tan abiertamente posturas que en otros tiempos se consideraban tabú?

Precisamente el único que encontró las palabras de Trump nada tibias fue el exdirigente del Ku Klux Klan Robert Duke, una de las figuras más relevantes de la derecha extrema que había acudido a Charlottesville. “El presidente debería mirarse en el espejo y recordar quién le ha puesto en la Casa Blanca. No han sido los radicales de izquierdas quienes le han puesto en la presidencia, sino los americanos blancos”, tuiteaba casi inmediatamente después de la comparecencia de Trump.

Por primera vez, incluso dentro del bando republicano muchos se han rebelado contra la tibieza del presidente o han visto este el mejor momento para desmarcarse. Marco Rubio y Cory Gardner, senadores republicanos, le han urgido a que use las palabras 'supremacistas blancos' y a que califique el ataque del sábado como un ataque de terrorismo doméstico sin ambages. Gardner incluso exhortó al presidente a condenar a los supremacistas “con la misma convicción con que ha condenado el terrorismo internacional”. “No creo que deba tenerle miedo a las posibles consecuencias políticas”, añadía. “Estos individuos no son la base política de nadie, no son parte de este país. No los queremos entre nuestros votantes ni deberíamos considerarlos como tales”.

Mientras otros republicanos, como el portavoz del congreso, Paul Ryan, o el senador Orrin Hatch, condenaban inequívocamente a los manifestantes de Charlottesville, el alcalde de la ciudad, el demócrata Michael Singer, ha culpado directamente al presidente de la explosión de odio por “cortejar a los grupos supremacistas blancos, nacionalistas y antisemitas durante su campaña”. “Lo que hemos visto este fin de semana en Charlottesville se llama terrorismo doméstico, y supremacismo blanco, y no estamos viendo por parte de la Casa Blanca el liderazgo que necesitamos”.

placeholder La estatua del general confederado Robert E. Lee, por la que se organizó el encuentro 'Unite the Right'. (EFE)
La estatua del general confederado Robert E. Lee, por la que se organizó el encuentro 'Unite the Right'. (EFE)

La Casa Blanca intentaba poner fin a las críticas en la mañana del domingo con un comunicado en el que especificaba que “cuando el presidente Trump condena todo tipo de violencia, fanatismo u odio, como hemos visto en Charlottesville este fin de semana, es obvio que se refiere también a los supremacistas blancos, al Ku Klux Klan, a los neonazis y a todos los grupos extremistas”.

Tom Bossert, un consejero de seguridad nacional, aparecía en CNN y alababa la equidistancia de Trump, porque había habido personas en “ambos lados” que habían acudido a Charlottesville a “crear problemas”. El consejero ha afirmado también que no estaba dispuesto a echar la culpa de la muerte de la joven atropellada a ninguno de los grupos que se manifestaban esa mañana, aunque el presidente deseaba que se hiciera “justicia” lo más rápido posible. Presionado, Bossert terminó asegurando que él personalmente condena a los “supremacistas bancos, los grupos neonazis y cualquier grupo que apoye ese tipo de terrorismo y exclusión”. En cuanto al presidente, añadió, “no solo condena la violencia, sino que no quiere dignificar los nombres de esos grupos concretos, sino referirse al asunto fundamental”.

"Lo que hemos visto en Charlottesville se llama terrorismo doméstico y supremacismo blanco", señala el demócrata Michael Singer

A lo largo de la mañana del domingo, sin embargo, otros miembros de la Administración y la propia Ivanka Trump han hecho declaraciones más contundentes. “No debería haber sitio en nuestra sociedad para el racismo, el supremacismo blanco y los neonazis”, ha escrito la hija del presidente en su cuenta de Twitter. Mike Huckabee, exgobernador republicano de Arkansas y padre de la actual secretaria de prensa de la Casa Blanca, afirmaba que “esta mierda de la supremacía blanca es el peor tipo de racismo que existe, es malvado y una perversión de la creación de nuestro Señor pensar que Él valoraba a unas razas por encima de otras”.

El exjefe de comunicación del presidente Anthony Scaramucci apuntaba a otro motivo por el que Trump se resiste a condenar claramente a los extremistas de derechas: “Le gusta hacer exactamente lo contrario de lo que los medios creen que va a hacer”, afirmaba en una entrevista televisiva. “Creo que él está convencido de que hay odio en las dos partes”.

Apenas habían pasado dos horas desde que un terrorista doméstico, con un coche deportivo, había matado a una joven en Charlottesville, atropellando brutalmente a un grupo de manifestantes, cuando Donald Trump, visiblemente incómodo, aparecía ante los medios en una comparecencia que había sido fijada con anterioridad en el campo de golf de su propiedad en Bedminster, Nueva Jersey. Se trataba de firmar una nueva ley que se ocupa de los servicios de salud para los veteranos del ejército, uno de las más queridos sectores del electorado para el presidente, pero era imposible no referirse a las alarmantes imágenes y noticias que llegaban de la ciudad de Virginia donde se había convocado una manifestación de la extrema derecha.

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