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Elizabeth Warren: la mujer que pudo haber derrotado a Donald Trump
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¿SE PRESENTARÁ COMO CANDIDATA EN 2020?

Elizabeth Warren: la mujer que pudo haber derrotado a Donald Trump

La veterana senadora por Massachusets, una figura a caballo entre Clinton y Sanders, se perfila como líder del ala progresista del Partido Demócrata, donde es uno de los personajes más influyentes

Foto: Elizabeth Warren habla durante la Convención Nacional Demócrata en Filadelfia, en julio de 2016 (Reuters)
Elizabeth Warren habla durante la Convención Nacional Demócrata en Filadelfia, en julio de 2016 (Reuters)

El Partido Demócrata vaga desmoralizado como un ejército sin líder. La aspirante derrotada, Hillary Clinton, está de retiro espiritual; el presidente Barack Obama vive con melancolía el último trecho de su mandato, tratando de justificar a Donald Trump ante los aliados. Y la presidenta del comité nacional, Donna Brazile, pende de un hilo por haberle filtrado a Hillary dos preguntas antes de un debate.

Pero su desafío más urgente es reformularse como ente progresista. El entusiasmo levantado por Barack Obama en 2008 y 2012 no fue suficiente para dar a Hillary la presidencia, y su derrota dejó en evidencia las debilidades de un partido cada vez más percibido como una torre de marfil que se sirve de las minorías para mantenerse.

Foto: Un afroamericano ofrece "cortes de pelo por la justicia" ante un memorial improvisado por Alton Sterling, muerto a manos de la policía en Luisiana, en julio de 2016 (Reuters)

En esta confusión, una voz de mando intenta reorganizar las tropas. La senadora de Massachusets, Elizabeth Warren, da la vuelta a las televisiones para transmitir un mensaje combativo que contrasta con la moderación de Obama, atado por su cargo, y conecta con las movilizaciones que agitan al país desde la victoria de Donald Trump.

“En los asuntos esenciales, sobre tratar a cada ser humano con dignidad, plantamos cara y luchamos. No retrocedemos, no hacemos concesiones, ni hoy, ni mañana, ni nunca”, dijo severamente en MSNBC. Warren defendía la necesidad de salir a protestar y de implicarse en todas aquellas iniciativas que a su juicio corren peligro con Trump, como las ayudas a la planificación familiar o la lucha contra el cambio climático.

La senadora lleva un año fustigando al hoy presidente electo; lo ha machacado en Twitter, le ha llamado “timador”, “dictador barato” y, sobre todo, ese terrible estigma: “perdedor”. Es una de las voces más fuertes de la izquierda y hubo rumores de que lanzaría una campaña presidencial. Y con posibilidades. No fue así.

Entre Hillary y Bernie

“Hay dos asuntos con Elizabeth Warren”, dice a este diario Brian Arbour, profesor de ciencias políticas de la Universidad de CUNY, respecto a una futura candidatura. “Primero: en 2020 va a tener 71 años, y segundo: se dice que los senadores se miran cada mañana al espejo y ven a un presidente. Pero Warren es la senadora que menos encaja en este perfil”, añade. “No mostró ninguna ambición de presentarse a presidente, y eso que hubiera sido una gran rival de Hillary Clinton. Mejor que Bernie Sanders”.

Warren es un lienzo en el que se proyectan las esperanzas más húmedas de la izquierda. Se le considera una mezcla de Hillary y Bernie: tiene experiencia de gobierno, pero no se ha fundido con él hasta representar un todo, como Clinton. Ella también rompería el monopolio de poder masculino y su discurso populista llegó antes que el de Sanders. Le sirvió para llegar al Senado. ¿Le habría servido para la presidencia?

Elizabeth Warren nació en Oklahoma hace 67 años. Cuando era niña, su padre sufrió un infarto y el tratamiento médico estranguló las finanzas del hogar. Warren empezó a trabajar de camarera a los 13 años en el bar de su tía. Fue campeona estatal de debate en el instituto y una beca le permitió ser la primera persona de su familia que acudió a la universidad. Durante años enseñó derecho en varios lugares, entre ellos Harvard.

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Desde pequeña siempre dijo que quería ser profesora. En lugar de jugar con muñecas, las alineaba en su habitación y les daba clase. Igual que hoy. Detrás de sus delgadas gafas de marco dorado, Warren se ha especializado en leerle la cartilla a políticos y banqueros como si fuesen alumnos revoltosos. “Los demócratas tienen miedo de Elizabeth Warren”, declaró el excongresista Barney Frank. “Ningún demócrata quiere que Warren sea crítica con él”.

Su primera interacción con el Gobierno llegó en los años noventa. La Administración Clinton detallaba una propuesta de ley para bancarrotas; a Warren, una de las mayores expertas de la nación en este campo, le parecía injusta. Warren plantó cara, se abrió camino hasta Hillary Clinton y la convenció. La ley fue descartada. Poco después, Clinton se hizo senadora y apoyó una ley muy parecida en Nueva York. Warren, decepcionada, redobló sus esfuerzos y acabó metida en política.

Conciencia moral del gobernante

Su legado fundamental, ahora en peligro con la Administración Trump, es la protección al consumidor. En 2008 dirigió el comité del Congreso que supervisó la compra de activos tóxicos bancarios y en 2010 ayudó a diseñar la Oficina de Protección Financiera al Consumidor. Dos años después, ocupó el escaño de Massachusets. Este vídeo con alta carga izquierdista, una prefiguración de 2016, se hizo viral y le ayudó a ganar.

Su estrella fue ascendiendo hasta generar rumores de que se presentaría a presidente; era popular, era agresiva. Pero Warren no se movió. Y durante el larguísimo duelo entre Hillary Clinton y Bernie Sanders, más a tono con su agenda, se quedó al margen. Sólo dio su apoyo a Hillary una vez contados los delegados en la convención demócrata. Durante la campaña ha ocupado el escenario muchas veces para defender a la candidata, y entre bastidores ha sido clave para llevar a la izquierda su agenda económica: suyo es el rechazo al TTIP y la insistencia en el drama de la deuda estudiantil.

Foto: Olufunke Michaels y sus compañeros de clase celebran su graduación en la Universidad de Harvard, en Cambridge. (Reuters)

“Una de las razones por las que Warren atrajo a demócratas a nivel nacional es que tiene un mensaje que resuena en mucha gente y es la demócrata más importante del país. Como portavoz”, explica Brian Arbour. “Ella se estaba preparando para ser una importante crítica de la izquierda a la administración Clinton. Para influir en las decisiones. Ahora puede ser una portavoz vociferante del partido”.

De momento Warren ha ocupado el escenario de un partido confundido, para liderarlo o para seguir siendo la conciencia moral de quienes manejen el puesto de mando. Por si acaso, guarda un frasco lleno de piedras en su despacho. Piedras que le regalaron sus asesores, porque a Warren, dicen, le gusta hacer eso: tirar piedras.

El Partido Demócrata vaga desmoralizado como un ejército sin líder. La aspirante derrotada, Hillary Clinton, está de retiro espiritual; el presidente Barack Obama vive con melancolía el último trecho de su mandato, tratando de justificar a Donald Trump ante los aliados. Y la presidenta del comité nacional, Donna Brazile, pende de un hilo por haberle filtrado a Hillary dos preguntas antes de un debate.

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