Pánico en Hannover: la psicosis y el miedo recorren Europa
Las autoridades alemanas hablan de "indicios concretos" de un atentado contra el partido Alemania-Holanda, con el que se pretendía transmitir tranquilidad. El resultado ha sido el contrario
Lo sucedido este martes en Hannover, donde las autoridades alemanas cancelaron un partido amistoso de fútbol entre Alemania y Holanda por indicios de un atentado yihadista con explosivos, deja dos conclusiones: Alemania, país hasta ahora no golpeado por el terrorismo yihadista, tampoco está a salvo de la psicosis colectiva que recorre Europa ante posibles e inminentes nuevos ataques; y las autoridades y las fuerzas de seguridad germanas, a pesar de querer transmitir tranquilidad y normalidad, no parecen estar en el mejor de los puntos de partida para dar respuesta a una situación excepcionalmente volátil e impredecible.
La cancelación, anunciada 90 minutos antes del pitido inicial, vino precedida por una intensa jornada de operaciones policiales, detenciones, desmentidos, ruedas de prensa, especulaciones sobre la seguridad del partido y debates sobre la idoneidad de celebrar el encuentro tan solo tres días después de la terrible cadena de atentados en París. Poco después, una mezcla de incredulidad y sensación de derrota recorría las calles, las redes sociales y los medios de comunicación en Alemania. La celebración del partido tenía que lanzar, al fin y al cabo, el mensaje de que el terrorismo yidahista no podía condicionar la vida de alemanes ni europeos. Nada más lejos de la realidad. Las imágenes de agentes fuertemente armados patrullando por los alrededores del estadio y de furgonetas policiales pidiendo a través de sus megafonías que los ciudadanos abandonasen “rápido, pero sin pánico” el estadio y sus inmediaciones daban cuenta del intento fallido de transmitir normalidad. Hannover estaba más bien en estado de excepción.
No es el único ejemplo: ante lo que parece un riesgo real de nuevos atentados, el temor y la alarma han hecho presa en una parte importante de la sociedad europea. El día anterior se suspendía otro partido en el estadio Rey Balduino de Bruselas, que iba a enfrentar a las selecciones de Bélgica y España, después de que se conociese que Salah Abdeslam, uno de los presuntos autores de los atentados de París, había merodeado por los alrededores del lugar durante su huida este fin de semana. El sábado, menos de 24 horas después de la carnicería, se producía un comprensible episodio de pánico en la parisina Plaza de la República tras unas detonaciones que resultaron ser petardos. Y en las ciudades españolas comienzan a oírse comentarios de personas que prefieren evitar las grandes concentraciones en cines y centros comerciales, sobre todo de cara a las cercanas navidades.
Pero en el caso de Hannover, se trataba de algo más que mera cautela. El jefe de policía de la ciudad alemana, Volker Kluwe, no pudo ser más claro en sus declaraciones a la agencia de noticias DPA: “Tenemos indicios concretos de que alguien quería hacer estallar explosivos en el estadio”. Quienes no fueron tan claros en sus explicaciones fueron el ministro de Interior federal alemán, el democristiano Thomas de Maizière, y el ministro de Interior del Estado federado de Baja Sajonia, el socialdemócrata Boris Pistorius.
En una rueda de prensa celebrada en Hannover tras la cancelación del encuentro, ni De Maizière ni Pistorius consiguieron lo que aparentemente perseguían con su comparecencia: transmitir seguridad. Preguntados por las causas concretas de la cancelación, De Maizière contestó que prefería no dar detalles por dos razones: para no alarmar a la ciudadanía y para proteger a las fuentes que ofrecieron los indicios a las autoridades alemanas.
"La situación en Alemania es real y muy peligrosa"
Es decir, el ministro dejaba entrever que las informaciones apuntaban a un atentado de grandes dimensiones y admitía que la fuente de esos indicios no eran los servicios secretos alemanes. La comparecencia del ministro de Interior alemán (la segunda del día), además de muchas incógnitas y preguntas abiertas, solo dejaba dos certidumbres: la policía germana no había encontrado ningún vehículo cargado con explosivos (información falsa que había corrido por redes sociales y algunos medios de comunicación) ni había efectuado detención alguna.
En su primera comparecencia de la jornada a media tarde en Berlín, antes de partir a un partido de fútbol que nunca se disputaría, el ministro de Interior alemán fue algo más claro: además de apuntar que las siete personas detenidas este martes en Aquisgrán (puestas posteriormente en libertad) no tenían “aparentemente” nada que ver con los atentados de París, reconocía que la situación en Alemania es “real y altamente peligrosa”.
Estas últimas palabras, pronunciadas antes de la cancelación efectiva del partido, hacían que la noche de este martes algunas figuras del periodismo alemán se preguntasen en voz alta si había sido correcta la decisión de querer celebrar a toda costa el partido entre Alemania y Holanda si las autoridades tenían tal certeza sobre un peligro inminente. Más teniendo en cuenta que las autoridades belgas ya habían decidido cancelar el también amistoso entre Bélgica y España que tenía que jugarse en Bruselas. Y todo ello sin olvidar que la canciller Angela Merkel y numerosos miembros de su Gabinete estaban en el estadio, que el autocar del equipo nacional alemán se encontraba a solo cinco kilómetros del campo cuando la cancelación se decidió y que los aficionados ya comenzaban a llegar por miles.
Mientras tanto, un interrogante se hace cada día más grande en el país más poderoso de la Unión Europea: ¿hasta cuándo Alemania (que hasta ahora solo ha entrenado y armado a combatientes 'peshmerga' del Kurdistán iraquí) podrá negarse a participar activamente en los ataques aéreos contra posiciones del Estado Islámico en Siria e Irak? Como apuntaba este martes un comentarista del diario berlinés 'Taz', tradicionalmente opuesto a las soluciones militaristas, decir no “será difícil” para Alemania.
Lo sucedido este martes en Hannover, donde las autoridades alemanas cancelaron un partido amistoso de fútbol entre Alemania y Holanda por indicios de un atentado yihadista con explosivos, deja dos conclusiones: Alemania, país hasta ahora no golpeado por el terrorismo yihadista, tampoco está a salvo de la psicosis colectiva que recorre Europa ante posibles e inminentes nuevos ataques; y las autoridades y las fuerzas de seguridad germanas, a pesar de querer transmitir tranquilidad y normalidad, no parecen estar en el mejor de los puntos de partida para dar respuesta a una situación excepcionalmente volátil e impredecible.