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El partido de Erdogan recupera la mayoría absoluta con el 90% del voto escrutado
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El akp podrá gobernar en solitario

El partido de Erdogan recupera la mayoría absoluta con el 90% del voto escrutado

El Akp logra el 49,9% de los votos. En segundo lugar está el socialdemócrata CHP, con el 24,7% de sufragios, seguido del nacionalista MHP con el 11,9% y el izquierdista HDP con el 10,3%

Foto: Un ciudadano turco acude con su madre a votar en Estambul, 1 de noviembre de 2015 (EFE)
Un ciudadano turco acude con su madre a votar en Estambul, 1 de noviembre de 2015 (EFE)

Tras el escrutinio del 89 por ciento de los votos en las elecciones de Turquía, el gobernante partido AKP del primer ministro, Ahmet Davutoglu, triunfa con el 49,9 por ciento y recupera la mayoría absoluta que había perdido en junio, informala agencia semipública Anadolu.

Los resultados significan un neto triunfo para el AKP, ya que podrá cumplir su aspiración de gobernar en solitario, su principal objetivo en estas elecciones convocadas después de que se descartaran todas las opciones de coalición en el Parlamento surgido de las urnas en junio.

En segundo lugar está el socialdemócrata CHP, con el 24,7 % de los votos, seguido del nacionalista MHP con el 11,9% y el izquierdista HDP con el 10,3%.

Es verosímil que el CHP se recupere algo conforme avance el recuento, dado que su feudo son las provincias occidentales del país, donde los colegios electorales cerraron más tarde y se ha avanzado menos en el recuento de los votos.Según estos datos parciales, la mayor pérdida la registra el nacionalista MHP, que caería 5 puntos respecto a los comicios de junio pasado.

Pero ya parece seguro el triunfo del AKP con mayoría absoluta de escaños y una pérdida neta del MHP, que obtuvo el 16 % en junio y ahora se convertirá en el partido con menos escaños en el hemiciclo, por detrás de su principal enemigo, el HDP, que sube al tercer puesto.

Segundas elecciones en tan solo unos meses

En uno de los edificios de la emblemática plaza de Taksim, en el centro de Estambul, cuelga un gigantesco póster electoral del Primer Ministro Ahmet Davutoglu pidiendo el voto para su Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Justo debajo, continúan las obras de renovación de la zona, las mismas que en 2013 desataron la mayor oleada de protestas antigubernamentales de la historia reciente de Turquía. Dos años después de aquello, la represión desencadenada contra los manifestantes de aquellos días continúa inexorable –la semana pasada, 244 activistas fueron condenados a diversas penas de prisión por delitos como “participar en una protesta ilegal”, “proporcionar ayuda a criminales” o “ensuciar una mezquita”-, las manifestaciones en Taksim están prohibidas, y los planes urbanísticos que provocaron la revuelta vuelven a estar sobre la mesa.

A primera vista, el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, el fundador y cabeza indiscutible del AKP, parece haberse salido con la suya. Pero el resultado ha sido la erosión de la confianza entre los votantes moderados, que en las pasadas elecciones generales de junio se plasmó en una pérdida radical de apoyo. La entrada en el Parlamento de una nueva formación, el Partido Popular Democrático (HDP), de base kurda pero abierto a todos los descontentos con la política tradicional, acabó de darle la puntilla: el HDP obtuvo 80 diputados, convirtiéndose en la tercera fuerza política en el Hemiciclo, a la par con los ultranacionalistas turcos del Partido de Acción Nacional (MHP); el AKP perdió 53 escaños, y con ello la posibilidad de gobernar en solitario. Incapaz de aceptar los resultados, Erdogan hizo todo lo posible para sabotear la formación de un gobierno de coalición con alguna de las formaciones opositoras, forzando la convocatoria de nuevas elecciones, que se celebran hoy.

Mientras tanto, las negociaciones de paz con la guerrilla kurda del PKK han colapsado: desde este verano, Turquía sufre el peor ciclo de violencia desde los años 90, con centenares de muertos tanto entre las fuerzas de seguridad como entre los combatientes kurdos. El PKK ha declarado un alto el fuego unilateral hasta después de los comicios, lo que ha servido para calmar un poco la situación. Solo un poco: el pasado 10 de octubre, dos suicidas del Estado Islámico mataron a más de un centenar de personas en una manifestación por la paz en Ankara, el peor atentado de la historia de Turquía y el tercero más sangriento de toda Europa.

En su cálculo, Erdogan probablemente esperaba que el repunte del conflicto kurdo serviría para quitarle votos al HDP, obligando a su líder, el carismático Selahattin Demirtas (a quien la prensa estadounidense ha llegado a calificar de “el Obama kurdo”), a posicionarse respecto a la lucha armada. Demirtas no ha dudado en asegurar que el PKK debe abandonar las armas, algo que no ha gustado a muchos de sus votantes, pero en todo caso no tienen demasiadas alternativas: las encuestas muestran que el HDP, aunque perdería el apoyo de muchos turcos liberales, podría incluso subir en las elecciones de hoy, al recabar el voto de decenas de miles de kurdos conservadores que en junio votaron al AKP, pero que, ante la agresiva campaña bélica desplegada por el gobierno turco, optarán esta vez por el nacionalismo moderado de Demirtas.

Erdogan lleva meses enarbolando el concepto “Yo o el caos”. “Si algún partido hubiese sido capaz de asegurarse 400 diputados para crear una nueva Constitución, la situación sería muy diferente hoy”, dijo el Presidente turco el pasado septiembre, refiriéndose, por supuesto, al AKP. Según los sondeos, el argumento podría convencer a algunos de sus ex votantes, que en junio castigaron al partido por la creciente vertiente autocrática de su líder, pero que han visto con alarma cómo la imposibilidad de formar gobierno disparaba la inestabilidad política y económica. Pero en esencia, y a pesar de los cambios, se espera que, salvo sorpresas de última hora, los resultados sean bastante similares a los del pasado junio, lo que conducirá de nuevo a un Parlamento altamente fragmentado.

Temores de fraude

“Si el AKP recibe un 44 por ciento o más de los votos, u obtiene suficientes para formar gobierno por sí solo, será un desastre”, dice Orhan Kemal Cengiz, abogado de derechos humanos y comentarista político. “Si obtiene un 39 por ciento o menos, creo que se dividirá. Dentro del AKP hay un sector que ahora no es lo suficientemente valiente para alzar la voz, pero están a la espera”, indica.

“Pero si obtiene entre un 40 y un 42 por ciento, habrá una coalición”, opina Cengiz. “Allí tenemos también un mejor y un peor escenario posible. Si optan por una coalición con el MHP también será un desastre para Turquía, porque habrá una guerra civil, debido a las durísimas posiciones de este partido contra los kurdos. En cambio, si es con el CHP [el Partido Republicano Popular, la principal formación opositora, de orientación secularista y de centro-izquierda] habrá cambios drásticos en cosas como la política hacia Siria, y otras. Habrá una atmósfera totalmente diferente porque el Presidente Erdogan perderá el control que tiene ahora”, asegura.

Acosado por las acusaciones de corrupción –que salpican al entorno cercano del propio Erdogan, incluyendo a su hijo Bilal-, el AKP tiene tanto que perder que muchos temen que se produzca un fraude electoral a gran escala. Es lo que asegura, por ejemplo, Fuat Avni, un seudónimo bajo el que presuntamente se esconde un alto funcionario –o varios-, probablemente vinculado(s) al movimiento opositor del teólogo Fethullah Gülen (muchos de cuyos miembros están bien colocados en la administración pública), que en el pasado ha alertado de redadas policiales, dudosas iniciativas gubernamentales y escándalos varios. Aunque no todas sus predicciones se han cumplido, sí lo han hecho una buena porción de ellas, lo que hace que sea tomado en serio por muchos observadores. En esta ocasión, Avni ha publicado en su cuenta de Twitter 36 listas de los interventores de las mesas en las que se estarían planificando irregularidades en todo el país.

El AKP tiene tanto que perder que muchos temen que se produzca un fraude electoral a gran escala

Para impedirlo se ha movilizado a un ejército de observadores electorales, tanto de los partidos opositores como de organizaciones civiles como “Oy ve Ötesi” [“El voto y más allá”], una ONG apartidista dedicada a cotejar los resultados anotados por sus miembros con los anunciados oficialmente para prevenir su manipulación. “No creo en Tayyip [Erdogan] ni en su partido, y estoy totalmente convencida de que son capaces de cometer fraude”, afirma Pinar Bayhan, una voluntaria de la organización. “Creo en Oy ve Ötesi porque no toman partido por nadie, ni por la izquierda ni por la derecha. Había oído hablar de ellos ya en las elecciones anteriores, pero ahora he decidido participar como voluntaria porque esta vez es realmente crucial. Y tengo muchos amigos que han hecho lo mismo”, dice a El Confidencial. La organización contará en estos comicios con 65.000 observadores, diez mil más que en las elecciones anteriores.

Pero más allá de los carteles de campaña y de movilizaciones como esta, la atmósfera es escasamente electoral. A ello contribuye la fatiga, el pesimismo y la convicción de que estos comicios no acabarán con la polarización del país, y sobre todo la sensación de que, salga el resultado que salga, tal vez no sirva para nada si el gobierno así lo decide: “Si emerge un resultado similar al del 7 de junio, me temo que volveremos a hablar de nuevas elecciones”, ha declarado el vicepresidente del AKP, Mehmet Ali Sahin. “Ahora, incluso antes de que empiecen las votaciones, dicen: ‘Si no me dais los resultados que quiero, os volveré a llevar a las urnas’. Eso es un chantaje directo contra la gente”, denuncia el líder opositor, Kemal Kiliçdaroglu, del CHP. Pero mientras tanto, sentado en su gigantesco palacio en Ankara, Erdogan hace oídos sordos a las quejas y espera que, esta vez sí, el voto del pueblo turco se acomode a sus deseos.

Tras el escrutinio del 89 por ciento de los votos en las elecciones de Turquía, el gobernante partido AKP del primer ministro, Ahmet Davutoglu, triunfa con el 49,9 por ciento y recupera la mayoría absoluta que había perdido en junio, informala agencia semipública Anadolu.

Los resultados significan un neto triunfo para el AKP, ya que podrá cumplir su aspiración de gobernar en solitario, su principal objetivo en estas elecciones convocadas después de que se descartaran todas las opciones de coalición en el Parlamento surgido de las urnas en junio.

En segundo lugar está el socialdemócrata CHP, con el 24,7 % de los votos, seguido del nacionalista MHP con el 11,9% y el izquierdista HDP con el 10,3%.

Es verosímil que el CHP se recupere algo conforme avance el recuento, dado que su feudo son las provincias occidentales del país, donde los colegios electorales cerraron más tarde y se ha avanzado menos en el recuento de los votos.Según estos datos parciales, la mayor pérdida la registra el nacionalista MHP, que caería 5 puntos respecto a los comicios de junio pasado.

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