Así se vive y se trabaja en un paraíso fiscal: un Estado del "bienestar máximo"
Sueldo mínimo de casi 2000 euros, cheques bebé de más de 600, bajos impuestos... Así se vive en el Luxemburgo del secreto bancario.
Cuatro trabajadores apuran sus cigarros en la lluviosa mañana invernal. Estamos en la Rue Guillaume Kroll, al sur de Luxemburgo. En el edificio que ocupa la empresa Alter Domus están registradas hasta 1.600 empresas, según las investigaciones del ICIJ en las que ha participado El Confidencial. El Consorcio Internacional de Periodistas ha revelado los acuerdos fiscales secretos entre más de 300 multinacionales y la Hacienda del Gran Ducado para obtener un trato tributario preferente y pagar unos impuestos raquíticos.
Tras una breve conversación en francés, sólo una de las trabajadoras reconoce que habla y entiende un poco de inglés, lo suficiente para confirmar que “sí, este es el edificio donde hay 1.600 empresas, no te puedo decir más, no estoy autorizada”. Preguntada sobre si Alter Domus es una compañía fantasma o si realmente tiene actividad, se anima a responder de nuevo: “Somos una gran empresa, hay un ambiente muy cool pero no tengo permiso para decirte más”. A su lado, una compañera sigue la conversación con mirada inquisitiva, como apremiando a darla por concluida.
A las puertas de Amazon hay un joven francés que trabaja como guardia de seguridad. Todos los días cruza la frontera desde su casa. A cambio, cobra el doble que en su país, en torno a 2.500 euros
Las cuatro trabajadoras acceden otra vez al edificio, rodeado de un pequeño jardín. A los pocos minutos, una persona que se identifica como Frederic y que pertenece al personal de seguridad hace acto de aparición. Explica en tono amable que no podemos molestar a los trabajadores en sus minutos de descanso ni dentro del recinto de la empresa, pero asegura que el Departamento de Comunicación no tendrá ningún problema en ofrecer explicaciones sobre el caso LuxLeaks y toda la información que la prensa desee. Nos da los datos de contacto de Alan Dundon, jefe de la Oficina de Marketing, para que lo llamemos por la tarde.
Antes de abandonar el recinto, Frederic sale de nuevo y nos invita a entrar. En la recepción nos explican, de nuevo cordialmente, que el señor Dundon no podrá atendernos ese día y nos ofrecen dejar nuestro contacto con la promesa de una futura comunicación. Lo máximo que conseguimos obtener es la afirmación de que Alter Domus es una fiduciaria que representa y asesora las inversiones de clientes. El resto de la información, dicen, en la página web.
El éxito empresarial del Gran Ducado
Al sur de Luxemburgo, a unos pocos cientos de metros de la sede de PwC, en el barrio de Gaasperech, se ubica uno de los dos principales centros de negocios financieros del Gran Ducado. El otro está al norte, Kierchbierg, sede de instituciones comunitarias como el Banco Europeo de Inversiones o la Corte de Justicia de la UE, que comparten zona con Deutsche Bank, el suizo UBS o el banco estadounidense de inversión privada State Street.
Sector financiero y Unión Europea son dos de los motores económicos del Gran Ducado de Luxemburgo, un Estado de apenas medio millón de habitantes con una extensión la mitad que Cantabria. Estos dos sectores aportan una de sus características principales, el alto nivel de vida de sus ciudadanos, que gozan de la renta per cápita más alta en la UE y entre las tres mayores del planeta. “Luxemburgo vive de los bancos y del sector financiero”, comenta Manuel, un taxista portugués que vive desde hace nueve años en la ciudad.
LSK & Partners es uno de los miles de 'hedge funds' con sede en Luxemburgo que pagan un impuesto del 0,1%. Unos metros más allá se encuentra el Forum Royal Centre Financiere, donde, en apenas siete plantas, pueden contarse más de 150 empresas de inversión
Charlamos con él a las puertas del edificio donde Dominique Strauss-Kahn, el antiguo director gerente del FMI caído en desgracia tras su detención por un escándalo sexual, decidió emplazar su hegde fund, LSK & Partners. Manuel lleva 40 minutos esperando a cuatro clientes que están en la sede de ese fondo de inversión alternativo, una cuenta que ya supera los 50 euros. “Ya les he avisado, pero nada. Mi empresa trabaja con ellos. Bueno… gran parte de nuestros clientes son del sector financiero”, continúa.
LSK & Partners es uno de los miles de hedge funds con sede en Luxemburgo que sólo pagan un impuesto del 0,1%. Unos metros más arriba se encuentra el Forum Royal Centre Financiere, donde, en apenas siete plantas, pueden contarse más de 150 empresas de inversión. Mientras tengamos nuestro dinero metido en una de ellas, no pagaremos impuestos por él, ni en nuestro país ni en Luxemburgo. Sólo al retirar los fondos y si decidimos repatriarlos. Según datos de PwC, todo este entramado guarda en Luxemburgo 136.000 millones de euros; gracias a ello, el país es la segunda plaza mundial tras Wall Street en este tipo de instrumentos financieros.
En el edificio de LSK & Partners también tienen su sede Ebay, la división financiera de Fiat o Paypal. Un trabajador de esta última, que prefiere no revelar su nombre ni pronunciarse sobre los LuxLeaks, alega que el escándalo “destaca la falta de unión fiscal en la UE, donde hay otros países que hacen lo mismo como Holanda o Irlanda”. Se relaja al escuchar preguntas sobre Luxemburgo, una ciudad “muy multicultural, como Bruselas. Hay una comunidad portuguesa muy importante que llegó hace décadas para trabajar en las minas del sur del país y que se ha quedado”.
Una sociedad multicultural bien pagada
Empresas tecnológicas como iTunes, la tienda online de Apple, también se trasladan a Luxemburgo por la baja tributación que se pacta con su Hacienda, los ya famosos tax rulings. Como Amazon, Skype o Netflix... compañías punteras en informática y tecnologías de la información y comunicación que atraen a miles de trabajadores extranjeros.
A las puertas de Amazon hay un joven francés que trabaja como guardia de seguridad. Todos los días cruza la frontera desde su casa, a apenas 20 kilómetros de distancia. A cambio, cobra el doble que en su país, en torno a 2.500 euros al mes, además de asegurarse otro tipo de ventajas salariales como los generosos cheques de comida o ayudas para el transporte. Casi la mitad de la población de Luxemburgo es foránea.
En la actualidad el 50% de los nacimientos que se producen en el Gran Ducado procede de parejas extranjeras, según datos oficiales
La puerta de Amazon permanece cerrada a mediodía hasta que Vincent sale por ella. Es un joven ingeniero informático belga. Lleva cuatro horas dentro y acaba de terminar cinco entrevistas de trabajo consecutivas para “un puesto de programador a partir del próximo año, en septiembre, en Seattle”. Durante un paseo bordeando el río y la oficina de Amazon muestra sus dudas: “Yo ahora trabajo en inteligencia artificial, un sector que me gusta más... No sé si aceptaré el puesto que me ofrezcan”, dice Vincent. Procede de Amberes, ciudad del norte de Bélgica, un país con un sueldo mínimo de 1.300 euros al mes, aunque Vincent ganaría más en Flandes, donde reside. Allí su situación sería comparable a la de un informático luxemburgués. El salario mínimo interprofesional en el Gran Ducado asciende a 1.900 euros por 40 horas semanales.
De los propios nacionales, muchos son descendientes de trabajadores foráneos, como Titiana, hija de un italiano que llegó de niño al país y de una luxemburguesa descendiente de belgas. Trabaja en Oberweis, una panadería-bollería que vende sus productos al lado de Alter Domus. Ante preguntas sobre su sueldo sonríe con timidez; prefiere no revelarlo. Alega que es un tema personal, aunque reconoce que “tiene un buen trabajo y mi salario está por encima del mínimo”.
Caro nivel de vida, mejor Estado del bienestar
En la actualidad el 50% de los nacimientos que se producen en el Gran Ducado, según datos oficiales, procede de parejas extranjeras. Automáticamente esos bebes obtienen la nacionalidad luxemburguesa sin por ello perder la de sus padres. Es el caso de las dos hijas de Manuel, que explica que “hablan luxemburgués –el idioma propio del país, de raíz germánica–, francés y alemán y están aprendiendo inglés... Yo no pienso volver a Oporto, al menos de momento, porque aquí los sueldos son muy buenos”.
Todo niño que nace en Luxemburgo tiene derecho a una prestación económica mensual que ronda los 600 euros, pero en una proporción creciente según el número de vástagos. El Estado de bienestar y la protección social son otro de los pilares de Luxemburgo. Una madre que acabe de dar a luz tiene cuatro meses de baja; después, decide si solicita una excedencia de seis meses o si trabaja un año a media jornada. En cualquiera de los casos, cobra íntegramente su salario.
La baja tributación que atrae a las empresas no se aplica a sus trabajadores, uno de los soportes del Estado de bienestar del Gran Ducado, aunque la carga fiscal no es elevada. La base del sistema es la carte d'impot o tarjeta de retención de impuestos anual que entrega la Oficina de Tasas. Es requisito obligatorio tenerla cuando se consigue el primer trabajo. Una persona que viva sola estará exenta de impuestos con una renta de 12.000 euros anuales, salario ínfimo que será muy difícil obtener. La media del impuesto sobre la renta es del 27%, y el máximo que se podría llegar a pagar sería un 40%, 20 puntos menos que, por ejemplo, en Francia, país con el que hace frontera.
La clave de Luxemburgo son sus elevados sueldos en relación con el coste de la vida. Manuel asegura que, con esos salarios, “los precios al hacer la compra no se notan tanto. Sí se nota en la hostelería, en los bares o restaurantes”. Parece que el luxemburgués prefiere los pequeños placeres de la vida: en pocos metros de la Avenue de la Liberté, la calle principal que une la estación de tren con el casco histórico, se suceden las panaderías y pastelerías delicattessen. Venden también comida ya preparada, lista para el descanso de mediodía. La ensalada más sencilla no baja de los 10 euros, una pequeña quiche de hojaldre, de los ocho.
'La vida aquí es buena si se compara con otros países'
La vida aquí es buena si se compara con otros países", reconoce Titiana abiertamente, "pero la gente no es muy exhibicionista con su riqueza, aunque el país es rico”.
Estamos en Centroeuropa y, aunque suene a tópico, la sobriedad y austeridad imperan. Uno de los pocos signos de distinción visibles son las variadas galerías de arte privadas. Más de una decena en una ciudad de apenas 100.000 habitantes. Ingrid trabaja en la Galería Simoncini, en funcionamiento desde 1981 y que a su vez ejerce de hotel. “Creo que para una ciudad como Luxemburgo el número es importante, algunas galerías han cerrado por la crisis, otras abren... La cifra es estable”, afirma.
Luxemburgo sorprende al viajero por sus edificios medievales, herencia de su pasado como ciudad fortificada centroeuropea. A la sede de Amazon se accede tras serpentear por restos de murallas de diferentes épocas. Por allí camina un grupo de turistas chinos procedentes de Shenzhen. El año pasado la ciudad recibió a más de 30.000 turistas de este país. El Gran Ducado ofrece, entre otros valores, la ruta del Valle de los Siete Castillos en su región central. El río Alzette y su afluente el Pietruss acuchillan su particular orografía, a la que serpentean en sucesivos meandros para trazar, así, una sucesión de colinas, barrancos y gargantas. Puede que el secreto bancario se termine en 2015, pero el país ha diseñado un entramado empresarial, de altos sueldos y gran calidad de vida, que lo dotan de un atractivo irresistible.
Cuatro trabajadores apuran sus cigarros en la lluviosa mañana invernal. Estamos en la Rue Guillaume Kroll, al sur de Luxemburgo. En el edificio que ocupa la empresa Alter Domus están registradas hasta 1.600 empresas, según las investigaciones del ICIJ en las que ha participado El Confidencial. El Consorcio Internacional de Periodistas ha revelado los acuerdos fiscales secretos entre más de 300 multinacionales y la Hacienda del Gran Ducado para obtener un trato tributario preferente y pagar unos impuestos raquíticos.
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