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Damasco bajo el miedo: usura, cortes de luz y traslados masivos
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LOS SIRIOS SE PREPARAN ANTE EL ATAQUE DE EEUU

Damasco bajo el miedo: usura, cortes de luz y traslados masivos

La voz de Racha irradia inquietud. Desde su vivienda de Damasco, esta ingeniera de telecomunicaciones escudriña el cielo con temor, esperando el ataque

Foto: Un combatiente del Ejército Libre de Siria (ELS) fuma un cigarro en el frente de Otaiba, en Ghuta, un suburbio de Damasco (Reuters).
Un combatiente del Ejército Libre de Siria (ELS) fuma un cigarro en el frente de Otaiba, en Ghuta, un suburbio de Damasco (Reuters).

La voz de Racha irradia inquietud. Desde su vivienda de Damasco, esta ingeniera de telecomunicaciones escudriña el cielo con temor, como si en cualquier momento fuesen a aparecer en él los misiles Tomahawk de EEUU. Sin embargo, comparada con otros sirios, Racha es afortunada: al menos ella tiene una tarjeta de salida; su marido estudia un posgrado en Alemania desde hace medio año y ahora intenta abandonar el país y refugiarse en Europa.“Quiero irme con mi esposo porque no sé qué ocurrirá en Damasco. Pedí el visado hace una semana y aún no me han respondido”, explica con desasosiego a El Confidencial en una entrevista por Skype.

Sin el amparo que suponía la presencia sobre el terreno de los investigadores de la ONU, que abandonaron Siria el pasado sábado, los civiles de la capital creen que el ataque de castigo contra el régimen de Bachar al Asad que lanzarán Estados Unidos y sus aliados (Francia y Turquía) puede llegaren cualquier momento.

El miedo ha convertido la otrora bulliciosa Damasco en una ciudad semidesértica. “Han suspendido las líneas de los autobuses y apenas hay coches circulando. Muchas calles y carreteras están cortadas por controles del Ejército”, describe Racha. Como todos aquellos que no han podido huir de la capital, esta mujer hace acopio de víveres para estar preparada ante una ofensiva inminente y no verse obligada a salir de casa. Se queja, además, de que el precio de los alimentos se ha triplicado en los últimos días: “Hace una semana, una bolsa de pan costaba medio dólar;ahora alcanzacasi los1,5 dólares”, cuenta a modo de ejemplo.

Un hombre traslada a un menor herido en un bombardeo de las fuerzas de Al Asad en Duma, cerca de Damasco (Reuters)."Al Asad esconde soldados y armas en escuelas"

Los damascenos no sólo han tenido que acumular alimentos. También almacenan velas para paliar la completa oscuridad de la noche porlos continuos cortes de electricidad. “Nunca sabemos cuándo van a cortar la luz. En ocasiones, cuando están movilizando material militar de los cuarteles por la noche, el suministro se interrumpe durante horas”, explica Racha.

Ajena a los detalles sobre la intervención de castigo que han explicado los medios occidentales (un ataque de entre 48 y 72 horas contra objetivos muy específicos), esta siria de 30 años asegura que “el régimen (de Al Asad) está trasladando a soldados y armas a las escuelas. Es muy peligroso, porque los colegios están en barrios residenciales y, si los atacan, morirán civiles. Los vecinos están muy asustados”.

Al hablar de las consecuencias que tendrá el ataque extranjero, Racha no encuentra razonespara el optimismo. “La verdad, no creo que nada vaya a cambiar sobre el terreno. El régimen seguirá castigando impunemente a la población con artillería pesada y bombardeos”, opina. Es más, “las fuerzas de Al Asad se están enfrentando con más dureza a los rebeldes de Ghuta (donde se produjo al ataque químico) y otros suburbios de Damasco para impedir que puedan sacar ventaja del ataque estadounidense”.

Los civiles huyen de las zonas militares

Ante la cercana intervención de EEUU, la población busca lugares seguros para instalarse: muchos habitantes de la capital se han marchado a barrios alejados de los cuarteles militares. “Se están registrando movilizaciones masivas dentro de Damasco”, explica a El Confidencial Wassim Zabad, un opositor de la capital.

“Un convoy de camiones salió la noche del sábado del barrio de Moadhamiyat al Sham, al suroeste de la capital. Trasladaba a las familias de simpatizantes del régimen de un barrio residencial ubicado frente a la base militar de la Cuarta División del Ejército”, detalla. Pero su propia familia, que no es leal a Bachar al Asad, no encuentra quien le ayude. “Tengo tíos en Mahajrin y Mazzeh (zonas cercanas al aeropuerto militar) que son muy mayores y no han podido marcharse”, lamenta este activista opositor.

Para Zabad, la acción militar de Washington “no va a lograr nada”. “Si no hay factor sorpresa no se puede heriral enemigo. Si Occidente anuncia que va a bombardear tal día y en tal sitio es porque, en realidad, no quierehacerle daño al régimen”, subraya.

placeholder Explosión en damasco

El miedo también se extiende por Líbano

Las consecuencias de una eventual intervención en Siria empiezan a notarse también en el vecino Líbano. Las compañías aéreas europeas han suspendido sus vuelos nocturnos con destino al aeropuerto internacional Rafik Hariri de Beirut, porque las autoridades libanesas carecen de un protocolo de seguridad aérea ante un ataque en el país vecino. “Hasta el momento, el Gobierno libanésno tieneplanes para asegurar el espacio aéreo si se lleva a cabo un ataque contra la vecina Siria”, informa el diario localThe Daily Star, citando fuentes de seguridad aeroportuarias.

En las calles del centro de Beirut han aumentado los controles de seguridad y el ejército se ha desplegado en las entradas y salidas de otras ciudades libanesas donde el ataque podría avivarun conflicto sectario. Trípoli, el valle de la Bekaa o Sidón (en el sur del país) son consideradas zonas de riesgo.

“No sé qué va a pasar, pero no creo que Occidente ataque por ahora Siria. Por lo menos, (EEUU y sus aliados) necesitan dos semanas más”, sostiene Hisham, un cristiano del barrio de Ashrafiyeh. En su opinión, el peligro no está en Siria, sino en la respuesta de Hizbulá.

El Partido de Dios ha movilizado a sus hombres hacia el sur deLíbano, en la frontera con Israel. “Si EEUU ataca Siria, seguramente ellos responderán con cohetes hacia Israel. Esto provocará una guerra como la de 2006. Pero esta vez Hizbulá se quedará solo, porque el régimen de Damasco ya no tiene capacidad para ayudarles”, declara este cristiano.

La paranoia del ataque químico

placeholder Inspectores de la ONU toman muestras en una vivienda durante las investigaciones en Zamalka, al este de Damasco (Efe).

La tienda de ultramarinos de Samia, ubicada cerca del Hospital Ortodoxo de Beirut, surge de entre los bajos de un viejo edificio. Sus paredes horadadas por las balas son el recuerdo imborrable de los duros tiempos de la guerra civil. “Hemos vivido casi treinta años de guerra sectaria. No, no tengo miedo al ataque contra Siria, estamos acostumbrados a todo esto. Nuestrodestino estáenmanos de Dios”, dice con bravura.

Sin embargo, los libaneses más precavidos han comprado máscaras antigás para protegerse de un eventual ataque con armas químicas. En el barrio Zuqaq Al-Blat hay una tienda outletdonde se venden este tipo de pertrechos. “Las máscaras antigás cuestan entre 100 y 150 dólares, dependiendo del modelo y la calidad”, explica Jafar Husaini, el dueño del establecimiento. “En la última semana, han venido a comprar desde milicianos de Hizbulá hasta soldados del Ejército, pasando por periodistas”, detalla.

La voz de Racha irradia inquietud. Desde su vivienda de Damasco, esta ingeniera de telecomunicaciones escudriña el cielo con temor, como si en cualquier momento fuesen a aparecer en él los misiles Tomahawk de EEUU. Sin embargo, comparada con otros sirios, Racha es afortunada: al menos ella tiene una tarjeta de salida; su marido estudia un posgrado en Alemania desde hace medio año y ahora intenta abandonar el país y refugiarse en Europa.“Quiero irme con mi esposo porque no sé qué ocurrirá en Damasco. Pedí el visado hace una semana y aún no me han respondido”, explica con desasosiego a El Confidencial en una entrevista por Skype.

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