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Un Supermartes como nunca
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Un Supermartes como nunca

Cuenta atrás para que empiece el mayor show de América. La incertidumbre y la emoción se erigen como las invitadas con presencia asegurada en la que

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Un Supermartes como nunca

Cuenta atrás para que empiece el mayor show de América. La incertidumbre y la emoción se erigen como las invitadas con presencia asegurada en la que se prevé una noche electoral trepidante. Millones de estadounidenses elegirán en las urnas los nombres de los candidatos republicano y demócrata que representarán a ambos partidos en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.

Se trata de un Supermartes como pocos se han vivido en los últimos tiempos. 24 estados celebran hoy unas primarias decisivas en el proceso electoral y las encuestas no dejan de arrojar más emoción al fuego en esta cuenta atrás. El bando demócrata está que arde con una pugna histórica entre dos nombres que han levantado pasiones. A un lado del ring, Hillary Clinton, que representa una marca conocida, verosímil y sólida.

Un sello de garantía con experiencia y respaldo. El liderazgo de la senadora de Nueva York se basa en que su oferta se opone a lo visto hasta ahora en la era Bush. "Se necesitó un Clinton para expulsar al primer Bush de la Casa Blanca y se requiere otro para echar fuera al segundo", dijo recientemente la ex primera dama de EEUU. Sin embargo, la resistencia que ha expuesto en campaña parece estar viniéndose abajo en este esprint final, ya que tras aparecer con una amplia ventaja en los pronósticos, su popularidad ha bajado un par de escalones y las encuestas dan ahora un empate técnico entre ella y su rival.

En realidad, ha sido Barack Obama el que se ha crecido, con un par de golpes de efecto al más puro estilo americano. El joven senador de Illinois reunió el lunes a 10.000 personas en el estadio de la Universidad de California, en un mítin que se convirtió en el espaldarazo quizá definitivo. Al grito de “¡Sí se puede!”, en castellano, y rodeado de figuras como la presentadora televisiva Oprah Winfrey, o Maria Shriver, la mujer del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, Obama mira con más ambición hacia la Casa Blanca. La dinastía de los Kennedy también ha mostrado su apoyo público al líder demócrata.

Su candidatura se asemeja al debut de un novato en la Liga de las estrellas, con todo lo que eso conlleva: juventud, ilusión, una apuesta renovada y cambio. El vuelco que pueden lograr los votantes afroamericanos y los jóvenes. A buen seguro que para vislumbrar la cara del ganador hará falta la foto finish, aunque lo indiscutible es que se tratará de un retrato nunca visto: un candidato en color o en femenino. Por el contrario, en el lado republicano el horizonte se presenta mucho más previsible. Hay un favorito, pero también grietas. John McCain avanza firme y distanciado de sus rivales: Mitt Romney, como claro perseguidor, y Mike Huckabee, casi descartado.

El senador de Arizona venció en Carolina del Sur y Florida, cuenta con la fiabilidad relativa de las encuestas y con el logro de haber vapuleado al alcalde de América, Rudolph Giuliani. El veterano político no lo ha tenido fácil, ni siquiera en su propio bando, ya que es considerado el “menos conservador de los conservadores”, una etiqueta que no parece haberle perjudicado, porque ha conseguido dotarle de personalidad y autenticidad. Romney se agarra a esa desconfianza de los suyos para un improbable ascenso. Pero nunca se sabe; esto es política... americana.

Cuenta atrás para que empiece el mayor show de América. La incertidumbre y la emoción se erigen como las invitadas con presencia asegurada en la que se prevé una noche electoral trepidante. Millones de estadounidenses elegirán en las urnas los nombres de los candidatos republicano y demócrata que representarán a ambos partidos en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.

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