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Los grandes valores triunfaron cuando subían las bolsas. Lo siguen haciendo mientras caen
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Los grandes valores triunfaron cuando subían las bolsas. Lo siguen haciendo mientras caen

Los elevados tipos de interés y el temor a la guerra han castigado más a los valores más pequeños, lo que ha provocado una inusual división en dos de los principales índices estadounidenses

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
Foto: Getty/Spencer Platt.
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Una de las mayores preocupaciones durante la subida de los valores en los tres primeros meses del año fue que el repunte estuvo dominado por las grandes empresas. Con las ventas de este mes, el mercado se ha visto aún más condicionado por estas. La culpa recae sobre la Reserva Federal y sobre el cambio en la forma en que los inversores reaccionan a esta.

Se suponía que no iba a ser así. Wall Street lleva semanas insistiendo en la idea de que el mercado se está ampliando más allá de los "Siete Magníficos" de la tecnología, ayudado por los pésimos resultados este año de los hasta hace poco magníficos Tesla (-41%) y Apple (-14%).

Quizá haya más de siete valores, pero en abril los más importantes siguieron mejorando, con la notable excepción del viernes, cuando varios de los más grandes se desplomaron. Si dividimos el S&P 500 en 10 grupos, podemos observar un patrón de descenso casi perfecto en el rendimiento según el tamaño: desde los 50 valores más grandes, que bajaron sólo un 4,5%, hasta los 50 más pequeños, que cayeron un 8,6%. El patrón es más regular que en los tres primeros meses del año, cuando era evidente que los grandes se hacían cada vez más grandes.

No se trata sólo del S&P, que al fin y al cabo está compuesto por los 500 valores de mayor tamaño. El índice Russell 2000 de empresas más pequeñas se quedó muy rezagado en la subida, con un aumento de su precio inferior al 5%, frente al 10% del S&P en el primer trimestre. La caída de este mes ha sido aún mayor en el Russell 2000: un 8,3%, frente al 5,5% del S&P. El índice Russell Microcap, que engloba incluso a las empresas más pequeñas, ha subido aún menos y ha bajado todavía más.

La causa principal son los tipos de interés y el reciente temor a una escalada de la guerra en Oriente Medio

La causa principal son los tipos de interés y el reciente temor a una escalada de la guerra en Oriente Medio. Ambos factores perjudicaron a las empresas más pequeñas en mayor medida que a las más grandes, que incluso llegaron a ver cómo los altos tipos de interés estimulaban sus balances en algunos casos.

El impacto de los tipos más altos forma parte de la economía a dos velocidades que ha surgido como consecuencia de las bruscas subidas de tipos y de la desaparición este año de las esperanzas depositadas en los múltiples recortes de tipos. Las grandes empresas están blindadas frente al impacto de las subidas debido a que, cuando los tipos eran bajos, aprovecharon su fácil acceso a los mercados de bonos para asegurarse una deuda a muy bajo coste durante largo tiempo. Muchas de las más grandes, en particular las grandes tecnológicas, también cuentan con enormes reservas de liquidez, que generan más beneficios gracias a la subida de los tipos.

En cambio, a las empresas más pequeñas les resulta difícil emitir bonos y solicitan muchos más préstamos a interés variable. Al igual que ocurre con los consumidores de menos recursos que recurren a sus tarjetas de crédito, el coste de esta deuda se ha disparado a medida que la Reserva Federal endurecía su política monetaria, lo que ha afectado a los beneficios de las empresas de menor tamaño. Según los analistas de Goldman Sachs, casi un tercio de la deuda del Russell 2000 es a tipo variable, frente al 6% del S&P 500.

El coste de la deuda se ha disparado a medida que la Fed endurecía su política monetaria, lo que ha afectado a las empresas de menor tamaño

Además, las empresas más pequeñas, como grupo, cuentan con una deuda más elevada en comparación con los ingresos, así como unos ingresos más volátiles, lo que las hace menos atractivas cuando se produce una "huida hacia la calidad" en medio de los temores de guerra.

Todo ello se traduce en un fuerte movimiento del Russell 2000 en dirección opuesta a los rendimientos de los bonos. Mientras tanto, este año no ha habido ninguna relación entre los movimientos de los rendimientos de los bonos y los 50 valores más importantes, lo que representa una inusual división entre los dos índices.

Aunque parezca sorprendente, el revuelo en torno a la inteligencia artificial no explica por sí solo el éxito de los grandes valores. Es cierto que el gran fabricante de chips Nvidia se disparó un 91% este año hasta alcanzar su punto álgido el 25 de marzo, pero desde entonces ha bajado un 15%, incluido un desplome del 10% el viernes, una caída mucho peor que la del Russell 2000. Al igual que influyó en el rendimiento de los grandes valores en el primer trimestre, debería haberlos perjudicado este mes, sin embargo, siguen imponiéndose a sus semejantes más pequeños. Además, la IA no explica por qué existe un patrón tan preciso de rendimiento superior por tamaño. No se trata sólo de un puñado de triunfadores gracias a la IA.

Foto: Logo de Wall Street. (Reuters/Brendan McDermid)

El patrón sorprende a cualquiera que recuerde 2022 y sugiere que los inversores están ahora mucho más centrados en los beneficios. En 2022, las grandes tecnológicas y otros valores de crecimiento se hundieron al desplomarse las valoraciones, a pesar de que los beneficios eran buenos. El razonamiento—bastante válido—era que, en el caso de las acciones de crecimiento, los beneficios se producen en un futuro más lejano que en el caso de las acciones de valor más baratas, por lo que unos rendimientos de los bonos a largo plazo más elevados deberían hacer que esos beneficios futuros tuvieran menos valor. Más vale pájaro en mano que ciento volando cuando este obtiene un rendimiento seguro superior al 4% que cuando es del 0%.

La diferencia esta vez es que los tipos eran altos desde el principio. El bono estadounidense a 10 años perdió casi un 20% en términos de precios en 2022 a medida que subían los rendimientos, mientras que este año sólo ha bajado un 6%. En aquel entonces, los inversores vendieron crecimiento mucho más que valor, sin prestar demasiada atención al tamaño (tanto los miembros más grandes como los más pequeños del S&P obtuvieron malos resultados). Este año, los inversores han comprado más crecimiento que valor, mientras que el tamaño ha tenido una mayor importancia.

Esto es lógico. Además de que los cambios en los tipos tienen un impacto menor cuando ya son altos que cuando son muy bajos, los inversores se han dado cuenta de los diferentes efectos de unos tipos más altos en los balances. Las valoraciones, aunque siguen siendo muy altas, también son más bajas que a finales de 2021. No obstante, esto no hace que resulten más fáciles de digerir las victorias de los grandes valores para los inversores que siguen esperando que algún día los más pequeños demuestren su valía.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Una de las mayores preocupaciones durante la subida de los valores en los tres primeros meses del año fue que el repunte estuvo dominado por las grandes empresas. Con las ventas de este mes, el mercado se ha visto aún más condicionado por estas. La culpa recae sobre la Reserva Federal y sobre el cambio en la forma en que los inversores reaccionan a esta.

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