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La gran baza de la UE para batir a la economía de EEUU necesita financiación... de EEUU
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Las tornas no cambian

La gran baza de la UE para batir a la economía de EEUU necesita financiación... de EEUU

Restaurar la competitividad de los bancos y gestores de activos europeos no puede lograrse retocando la normativa

Foto: Vista del Capitolio en Washington. (Getty/Drew Angerer)
Vista del Capitolio en Washington. (Getty/Drew Angerer)
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Tras década y media viendo cómo la economía estadounidense se adelantaba gracias a su descomunal sector tecnológico, los políticos europeos están desesperados por contraatacar en industrias emergentes como la energía verde. Uno de los retos a los que se enfrentan es que Estados Unidos también va por delante en la financiación de esas inversiones.

El jueves, Luxembourg for Finance —una asociación público-privada que trata de promover el sector financiero en esta ciudad— publicó un informe en el que se detallan las distintas formas en que los bancos y gestores de activos europeos podrían recuperar la ventaja frente a sus homólogos estadounidenses y asiáticos.

Este informe forma parte de un esfuerzo de los funcionarios de la Unión Europea por dar un respiro a las empresas. Las industrias de la "vieja economía", como la fabricación de automóviles, se enfrentan a la creciente competencia de China y a unos costes energéticos más elevados desde que Rusia invadió Ucrania. La Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos también ha atraído inversiones al otro lado del Atlántico. El año pasado, la Comisión Europea encargó a los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta la redacción de un informe sobre la competitividad europea.

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Johanna Geron)

Nicolas Mackel, director general de Luxembourg for Finance, se hace eco de un lamento común: "Europa podrá liderar los servicios financieros cuando superemos la fragmentación". Su informe señala que el rendimiento de los fondos propios de los bancos europeos se ha recuperado en los últimos años. Pero también muestra el abismo que se ha abierto en relación con las empresas financieras estadounidenses.

La rentabilidad de los fondos propios de los prestamistas europeos se sitúa ahora en torno al 8%, frente al 12% del otro lado del Atlántico y el 10% de Asia, en parte como consecuencia de una normativa más estricta tras la crisis bancaria de 2008. La mayoría de los bancos europeos cotizan en bolsa por debajo de su valor contable, con un rendimiento negativo del 14% para los inversores desde el mínimo de abril de 2009. Los grandes bancos estadounidenses cotizan por encima de su valor contable y han ganado un 113%.

En servicios especialmente expuestos a la competencia internacional, los bancos estadounidenses dominan también en Europa: en 2023, ocuparon los cinco primeros puestos en operaciones de fusiones y adquisiciones, según datos de Dealogic, con el francés BNP Paribas en sexto lugar, y los seis primeros puestos en emisión de acciones.

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Y no se trata sólo de bancos. En 2007, los principales gestores de activos europeos y estadounidenses se repartían de forma aproximadamente igualada el mercado mundial. En 2022, los gestores de fondos europeos sólo tenían el 22% de los activos totales bajo supervisión, y sólo la francesa Amundi jugaba en las grandes ligas. Esto refleja su incapacidad para subirse al tren de la inversión pasiva de bajo coste con la misma eficacia que gigantes estadounidenses como Vanguard y BlackRock. Irónicamente, el dominio de esta última en los fondos cotizados se debe a su adquisición de iShares a la británica Barclays en 2009.

Las autoridades europeas están dando algunos pasos útiles. En 2022 admitieron que una directiva destinada a armonizar los mercados de valores, conocida como Mifid 2, ha hecho más mal que bien, y han acordado modificarla. Los nuevos productos de ahorro a escala de la UE ofrecen a los pensionistas más posibilidades de elección y podrían contribuir a paliar la falta de sofisticación que caracteriza a los inversores particulares europeos en comparación con los estadounidenses, acostumbrados a gestionar planes 401(k). Se están relajando las estrictas restricciones sobre lo que pueden ofrecer los gestores de activos y se están aclarando las normas que rigen las finanzas sostenibles, en las que Europa tiene ventaja.

Mientras tanto, las consecuencias de la debacle del Silicon Valley Bank del año pasado acercarán la normativa estadounidense a la europea.

Estos cambios normativos podrían acortar distancias, como han reconocido los inversores: El descuento bursátil al que cotizan los prestamistas europeos en comparación con los estadounidenses se ha reducido en los últimos tres años. Pero es difícil que las tornas cambien radicalmente. En la era digital, las economías de escala son aún más poderosas. La Unión Europea está formada por muchos países con lenguas diferentes, cuyas empresas e inversores tienen relaciones financieras locales y fuertes prejuicios locales. Los obstáculos para eliminar la fragmentación son enormes.

Si Europa no puede competir con el músculo financiero privado de Estados Unidos, resulta doblemente problemático que sus esfuerzos por movilizar la inversión industrial a través del sector público hayan sido mansos en comparación con la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense. Promover más fondos con mentalidad sostenible no es un remedio adecuado.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal

Tras década y media viendo cómo la economía estadounidense se adelantaba gracias a su descomunal sector tecnológico, los políticos europeos están desesperados por contraatacar en industrias emergentes como la energía verde. Uno de los retos a los que se enfrentan es que Estados Unidos también va por delante en la financiación de esas inversiones.

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