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Europa ya se prepara para desenganchar a las empresas de las ayudas estatales
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Europa ya se prepara para desenganchar a las empresas de las ayudas estatales

Las compañías del Viejo Continente se están acostumbrado a los subsidios públicos que han evitado el despido de millones de personas. Pero los países ya estudian cómo retirarlos

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La estrategia de Europa de otorgar permisos retribuidos a decenas de millones de trabajadores hasta ahora ha logrado frenar las pérdidas de empleo generalizadas que se han visto en los EEUU, pero ahora los gobiernos de todo el continente se enfrentan al reto de conseguir que empresas y trabajadores dejen de recurrir a este apoyo.

Inicialmente, los programas fueron concebidos como un recurso provisional. Las empresas europeas cesaron temporalmente a los trabajadores en lugar de despedirlos, utilizando miles de millones en subvenciones del Estado para cubrir sus nóminas hasta que estuvieran preparados para reabrir sus negocios. Sin embargo, ahora que los países han levantado los confinamientos, muchas empresas están pidiendo a los gobiernos que mantengan el flujo de dinero durante los próximos meses. Las demandas son mayores en industrias como el turismo y el ocio, donde el virus representa una amenaza existencial.

Catherine Querard, propietaria de varios restaurantes y de un hotel en la ciudad francesa de Nantes, está presionando al Gobierno francés para que extienda un programa que actualmente está pagando hasta el 84% de los salarios de sus empleados hasta finales de año. Eso le permitiría reincorporar gradualmente a sus 100 empleados al trabajo mientras implementa medidas costosas de distanciamiento social.

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Ella espera que restaurantes como su emblemático La Guinguette, a orillas del río Loira, operen entre el 30% y el 50% de su capacidad mientras intensifican el gasto en desinfectante de manos y equipos de protección para tranquilizar a la clientela.

"Tendremos menos clientes, eso seguro. Lo cual significa que no necesitaremos tantos empleados", dice Querard. Aun así, la restauradora prefiere mantener a su personal bajo el subsidio del Estado con la esperanza de que algún día pueda reactivarlos a todos. "Solo queremos crear un puente". Para muchos gobiernos, el asunto se reduce a si están financiando un puente que no lleva a ninguna parte.

Si las empresas europeas se enganchan a los subsidios, esta será una adicción costosa. Hasta ahora, Francia ha gastado alrededor de 24.000 millones de euros para financiar el programa de permisos retribuidos más grande de Europa durante dos meses, apoyando a más de la mitad de los trabajadores del sector privado de todo el país. En Alemania, que ahora paga hasta el 87% del salario de un trabajador, en comparación con el 67% anterior, 750.000 empresas indicaron que darían hasta 10,1 millones de permisos retribuidos a trabajadores antes del 26 de abril, según la agencia federal de empleo. Esto es más de tres veces el nivel más alto alcanzado en la crisis financiera en 2009.

placeholder Un bar casi sin gente, en París. (Reuters)
Un bar casi sin gente, en París. (Reuters)

Francia planea eliminar sus programas de subsidios sector por sector en los próximos meses. Recientemente, Alemania extendió el tiempo que las empresas pueden recurrir al programa de 12 a 21 meses, siempre que se cumplan ciertas condiciones.

"Necesitamos incentivar para que la actividad se reinicie", dijo la ministra francesa de Trabajo, Muriel Pénicaud. "En algún momento, es razonable que las empresas paguen parte del permiso retribuido. Esto será calculado para que no pase a ser un instrumento destructor de empleo".

A diferencia de las principales economías del continente, el Reino Unido no tenía un programa de permisos retribuidos cuando se produjo la pandemia. Las solicitudes para su expediente de regulación temporal de empleo por el covid-19 se abrieron el 20 de abril y para el 11 de mayo pagaban hasta el 80% de los salarios de 7,5 millones de trabajadores en 935.000 empresas.

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Reconociendo que las empresas necesitarían ayuda por más tiempo de lo esperado, el canciller de la Hacienda del Reino Unido, Rishi Sunak, extendió la fecha de finalización del programa hasta octubre, en lugar de junio. A partir de agosto, el programa cambiará para permitir lo que el Gobierno llama más "flexibilidad", exigiendo que las empresas paguen una mayor parte de los salarios a medida que los empleados aumenten sus horas de trabajo. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, un organismo estatal independiente que supervisa los costes de los programas gubernamentales, calcula que el programa del Reino Unido ahora costará hasta 56.000 millones de libras, frente a los 42.000 millones de libras cuando se lanzó por primera vez. Eso representa 7.000 millones de libras más de lo que el Gobierno del Reino Unido tomó prestado en la totalidad del último año financiero.

"Nadie esperaba un aumento tan masivo de reclamaciones. Las cifras son muy, muy altas", aseguró Stefano Scarpetta, director de empleo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Scarpetta dijo que los gobiernos de toda Europa están debatiendo sobre cuál sería la mejor forma de modificar los programas. El objetivo es evitar respaldar a empresas zombis que no tienen una posibilidad realista de reavivar su actividad. "La regla general es que deben dirigirse a aquellas empresas que tienen futuro, y hacerlo de forma temporal, o el coste sería inmenso", explica.

placeholder Una mujer pasa ante las sillas de un bar cerrado. (EFE)
Una mujer pasa ante las sillas de un bar cerrado. (EFE)

El desempleo alemán aumentó en unas 300.000 personas en abril; esto supone un 5,8%, según la agencia federal de empleo. Es un aumento modesto en comparación con la magnitud en pérdida de empleo en los Estados Unidos, pero a la vez un incremento mayor que el experimentado por Alemania durante la crisis financiera.

Lars Feld, presidente del Consejo de Expertos Económicos del Gobierno de Alemania, teme que si la crisis continúa hasta bien entrado el próximo año, el apoyo salarial del Gobierno mantendrá vivas empresas que no son viables.

El sector manufacturero de Alemania ya estaba en recesión el año pasado por la disminución en la demanda de sus automóviles. La economía de la nación, la principal de Europa, se enfrenta a profundos desafíos debido al auge de fabricantes de automóviles eléctricos como Tesla, así como a tendencias mundiales como la digitalización. Las empresas con modelos comerciales no viables en el futuro deberían desprenderse de trabajadores o abandonar el mercado, dijo Feld.

"El programa de trabajo a corto plazo no debe extenderse más allá de este año", añadió Feld.

Foto: Anela Merkel (Reuters)

Durante la crisis financiera, las empresas manufactureras alemanas fueron las que recurrieron a los subsidios salariales, lo que les permitió aumentar la producción rápidamente una vez se reanudó la demanda. Esta vez, son principalmente los negocios de hostelería como hoteles y restaurantes los que están aprovechando el programa, tras verse obligados a cerrar.

Eso debilita la lógica del programa, dijo Sebastian Link, un economista del grupo de expertos del 'think tank' Ifo, en Múnich. Los trabajadores en tiendas y restaurantes no suelen tener tal nivel de conocimientos específicos como para que resulte una costosa pérdida para la empresa, dijo.

Andrea Knebel, consultora comercial de Robert Bosch en el suroeste de Alemania, ha tenido permiso retribuido desde el 1 de abril, al igual que todo su departamento. La fábrica donde trabaja, en la región de la Selva Negra, normalmente produce motores eléctricos para fabricantes de automóviles como BMW. Pero la carga de trabajo se redujo después de que las fábricas de automóviles del país cerraran en marzo.

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Planta de producción de BMW en Alemania. (Reuters)

La agencia federal de empleo de Alemania paga a Knebel el 67% de sus salarios no percibidos, pero Bosch lo completa hasta el 90% gracias a un acuerdo negociado por el sindicato de trabajadores del sector del metal, IG Metall.

Knebel cree que podrá volver a trabajar, aunque no sabe cuándo. La última vez que estuvo en un programa de permisos retribuidos, durante la crisis financiera, trabajaba cuatro días a la semana y le pagaban cinco. Algunos de sus compañeros de la fábrica están preocupados por perder sus trabajos, dice.

Ella ha pasado su tiempo libre limpiando, cocinando, montando en bicicleta y haciendo compras para sus vecinos de avanzada edad. Sin embargo, debe estar preparada para volver al trabajo con un día de anticipación. "Por supuesto, no puedo navegar a Tahití", dijo.

La estrategia de Europa de otorgar permisos retribuidos a decenas de millones de trabajadores hasta ahora ha logrado frenar las pérdidas de empleo generalizadas que se han visto en los EEUU, pero ahora los gobiernos de todo el continente se enfrentan al reto de conseguir que empresas y trabajadores dejen de recurrir a este apoyo.

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