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Santander y la sombra del dinero iraní: un mazazo de 3.000 M difícil de justificar (con lo que se sabe hasta ahora)
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Santander y la sombra del dinero iraní: un mazazo de 3.000 M difícil de justificar (con lo que se sabe hasta ahora)

El golpe recibido por la acción del banco español ante la sospecha de facilitar la financiación del régimen iraní rebasa con creces el importe de sanciones por este tipo de conductas

Foto: Sucursal de Banco Santander. (EFE/ Andy Rain)
Sucursal de Banco Santander. (EFE/ Andy Rain)
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En apenas unas horas, Santander ha visto desmoronarse buena parte del optimismo que había generado la semana anterior. Si hasta este viernes la entidad que preside Ana Botín exhibía una fortaleza renovada, a raíz de sus buenos resultados de 2023 –y de sus perspectivas para el ejercicio en curso–, este lunes el banco español ha saboreado el lado amargo del mercado, tras verse afectado por sospechas de haber contribuido a las maniobras del régimen de Irán para evadir las sanciones económicas internacionales que le afectan.

El derrumbe de más del 6% que llegaron a registrar los títulos de Santander en los peores momentos de la jornada e, incluso, la caída final del 5%, representan muestras suficientemente elocuentes del nerviosismo que se ha apoderado de los inversores al conocer la noticia.

La inquietud inversora se está centrando en la severidad con la que las autoridades estadounidenses han actuado históricamente a la hora de castigar a las entidades que han podido incurrir en fallos (conscientes o no) en la aplicación de las normativas de sanciones internacionales. En abril de 2019, fue el banco Standard Chartered el que recibió una multa superior a los 1.000 millones de dólares (931 millones de euros, al cambio actual) por operaciones con clientes iraníes (así como de Cuba, Myanmar, Sudán o Siria), afectados todos por las normas de bloqueo internacional dictadas por Estados Unidos.

Y pocos días después fue el italiano Unicredit el que recibió una sanción por valor de 1.300 millones de dólares (1.210 millones de euros), tras haber admitido haber procesado más de dos millones de operaciones de clientes (principalmente, iraníes) sometidos a sanciones por un valor total de 500 millones.

Foto: Canary Wharf, uno de los distritos financieros de Londres.

Las pérdidas de valoración sufridas este lunes por Banco Santander superan con creces esas cifras, ya que han supuesto una caída de la capitalización del banco español superior a los 3.139 millones de euros.

No es fácil imaginar un horizonte de sanciones para Santander de semejante magnitud. Sobre todo si se tiene en cuenta que, con la información conocida hasta el momento, la hipotética responsabilidad del banco español (a través de su filial británica) respondería a un caso puntual y no a un entramado de maniobras para facilitar, de forma consciente, las operaciones de un amplio número de clientes para esquivar las sanciones, como sí ocurrió en el caso de UniCredit.

Las multas más graves a bancos por estos casos han rondado los 1.000 millones de euros

Es por eso que analistas como Nuria Álvarez, de Renta 4, consideran que la caída registrada por Santander este lunes resulta difícilmente justificable. “Yo creo que el mercado está considerando que esto va a suponer para el banco una multa de cuantía elevada, y no tiene (a priori) visos de que vaya a ser así, y menos de manera inmediata”, apunta.

Pero lo cierto es que, a pesar de ello, una portada del Financial Times como la de hoy lunes ha puesto a cotizar el riesgo de esa hipotética sanción. Además, si las autoridades estadounidenses encontraran a Santander culpable, por acción u omisión, habría que calcular los costes de revisar a fondo los procedimientos de control y aplicación de la normativa de sanciones internacionales, además de los de imagen y reputación. Cuestión distinta es si la magnitud del riesgo que ha descontado el mercado es razonable o no.

Uno de los problemas que afronta el banco es que es la segunda vez en poco más de un año que la filial británica de Santander se sitúa en el foco de los reguladores. La FCA británica le impuso entonces una multa millonaria por deficiencias en sus controles de blanqueo de capitales.

Impacto temporal

Para alivio de dirigentes y accionistas del banco, son abundantes los casos de entidades que han incurrido en una sucesión de escándalos y sanciones por conductas semejantes sin que ello haya minado su capacidad para remontar el vuelo. Valga de ejemplo el caso de la propia UniCredit, que vive actualmente su momento más dulce en bolsa en más de una década.

Desde JPMorgan apuntan que, a priori, el impacto financiero debería ser manejable para la entidad, aunque podría suponer un incremento temporal de su coste del capital hasta que la situación se aclare.

Queda mucho por avanzar para determinar si los hechos desvelados por Financial Times son algo puntual o parte de una batería sistemática de errores y si, de serlo, son achacables a la mala praxis de Santander UK o, simplemente, un agujero en el sistema de aplicación de la normativa. De momento, desde el banco español insisten en su convencimiento de no haber incurrido en ningún fallo de vigilancia. Será solo la (probablemente larga) investigación de autoridades y reguladores la que pueda determinar lo contrario.

Pero en los mercados, a menudo, no prima la presunción de inocencia y, ante el riesgo de sobresaltos, se impone el instinto de protección. Sobre todo sí, como es el caso de Santander, existen importantes ganancias recientes que proteger (los títulos habían sumado un 8,6% en las cuatro sesiones anteriores). Que el británico Lloyds, implicado en idénticas sospechas que Santander, apenas haya restado un 1% este lunes puede verse como un indicativo de hasta qué punto pueden haber influido estas consideraciones.

En apenas unas horas, Santander ha visto desmoronarse buena parte del optimismo que había generado la semana anterior. Si hasta este viernes la entidad que preside Ana Botín exhibía una fortaleza renovada, a raíz de sus buenos resultados de 2023 –y de sus perspectivas para el ejercicio en curso–, este lunes el banco español ha saboreado el lado amargo del mercado, tras verse afectado por sospechas de haber contribuido a las maniobras del régimen de Irán para evadir las sanciones económicas internacionales que le afectan.

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