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Más poder para Xi Jinping y la impotencia del mercado: por qué el autócrata asusta a la bolsa
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Fuertes caídas en las bolsas

Más poder para Xi Jinping y la impotencia del mercado: por qué el autócrata asusta a la bolsa

Las fuertes caídas de los mercados chinos este lunes son una muestra de la preocupación con que se ve el creciente control de los resortes del poder que ha logrado el líder del país

Foto: Xi Jinping. (EC)
Xi Jinping. (EC)
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Con frecuencia, la continuidad suele ser un valor muy apreciado en los mercados, poco amigos de la incertidumbre. Pero el afianzamiento de Xi Jinping al frente de China ha sido acogido con muestras evidentes de inquietud, como solo las grandes amenazas suelen provocar.

El índice Hang Seng China Enterprises, de la bolsa de Hong Kong, encajó un descalabro superior al 7%, su peor resultado desde las turbulencias ocasionadas por la caída de Lehman Brothers en el otoño de 2008, la tormenta se extendió con fuerza a las compañías chinas cotizadas en Wall Street y, en paralelo, el yuan prolongó su declive hasta tocar sus niveles más bajos en los últimos 14 años.

El batacazo de las acciones chinas, que viene acompañado de datos que reflejan una salida récord de inversores internacionales, ha sido interpretado como el reflejo de la preocupación que genera entre los inversores el control total de los resortes del poder que parece haber logrado el mandatario chino. La renovación del politburó vio el ascenso de una camarilla de hombres considerados leales a Xi, azuzando la preocupación de que sus políticas no encontrarán ningún tipo de contrapeso en los máximos órganos de gobierno del régimen.

Foto: EC.

China siempre ha sido un elemento de difícil lectura para los inversores internacionales. El que ha sido durante varios lustros motor clave del crecimiento económico global se ha caracterizado con frecuencia por una falta de transparencia en sus intenciones que ha impregnado de dudas cada uno de sus pasos. Y con la nueva composición de sus órganos de Gobierno sucede un tanto de lo mismo.

Las voces más temerosas creen que, con un control total del poder político, Xi Jinping se encontrará el camino expedito para insistir en algunas de sus decisiones más controvertidas, especialmente la política de covid cero, a la que se achacan las más recientes dificultades de la economía china. No en vano, Li Qiang, que se espera que sea designado como nuevo primer ministro, ha sido artífice de los intensos confinamientos que han afectado a la ciudad de Shanghái.

Sin embargo, al poder sin cortapisas que parece haber reunido Xi Jinping también se le pueden extraer lecturas favorables. “El Comité Permanente recién formado se compone principalmente de los protegidos del presidente Xi, lo que puede conducir a una toma de decisiones más eficiente y reformas más audaces”, observan en Julius Baer, donde esperan que el mandatario chino ponga el foco en las medidas para reducir la desigualdad, que deberían beneficiar el consumo a medio y largo plazo.

Algunos expertos creen que el mayor dominio de Xi puede facilitar una política más eficiente

Lo cierto es que el Congreso del Partido Comunista de China ha dejado pocas pistas con las que desentrañar las líneas maestras de la política económica que se impondrá en el gigante asiático durante los próximos años. Pero, más allá de decisiones concretas, el temor de los inversores viene alimentado por la perspectiva de un líder casi omnipotente, capaz de imponer cualquiera de sus ideas sin encontrar voces discordantes en su camarilla más cercana.

Los peligros de un poder de estas características aparecen hoy subrayados por la situación generada por la Rusia de Vladímir Putin. Y, en el caso concreto de Xi Jinping, el mercado ha acumulado en los últimos años numerosos indicios de su inclinación por promover una agenda cada vez más ideológica, con señales de creciente desconfianza hacia el capital privado (lo que se ha traducido en una sucesión de regulaciones contrarias a los intereses de muy diversos sectores).

Foto: Xi Jinping. (Reuters/Jason Lee)
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Pero los inversores no necesitan mirar hacia un futuro incierto para alimentar sus recelos hacia China. A pesar de que este lunes se ha conocido un dato de crecimiento en el tercer trimestre (del 3,9%) mejor de lo esperado, la descomposición de este dato deja aún señales preocupantes desde el lado de la debilidad del consumo, al tiempo que repunta la tasa de paro.

El país apunta a un crecimiento en el ejercicio de poco más del 3%, en lo que supondría su tasa más baja en cuatro décadas (con la excepción de un 2020 condicionado por el surgimiento del coronavirus). Y, lo que es peor, las expectativas de que el Congreso sirviera para ofrecer soluciones a los problemas más acuciantes del país han quedado frustradas, al no percibirse intenciones de cambio en la gestión de la pandemia ni planes de impulso para revitalizar un sector inmobiliario que amenaza con convertirse en un lastre de larga duración para la economía nacional.

Los datos muestran que apostar por la China de Xi Jinping en la última década no ha sido un movimiento tan venturoso como cabría presumir. En ese periodo, el índice Hang Seng acumula unos retornos totales (medidos en dólares) ligeramente negativos, mientras que el rendimiento del Shanghai Composite y el CSI 300 supera por poco el 50%, frente al 122% de las bolsas mundiales o el 224% del S&P 500. No es fácil encontrar en el nuevo escenario surgido del XX congreso del Partido Comunista de China razones para creer que esa situación va a cambiar a mejor.

Con frecuencia, la continuidad suele ser un valor muy apreciado en los mercados, poco amigos de la incertidumbre. Pero el afianzamiento de Xi Jinping al frente de China ha sido acogido con muestras evidentes de inquietud, como solo las grandes amenazas suelen provocar.

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