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Ford se escinde en dos compañías distintas: otro aviso para el sector del motor en España
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Ford se escinde en dos compañías distintas: otro aviso para el sector del motor en España

El plan de Ford para separar su negocio eléctrico del de combustión es visto como un anticipo de lo que deberán abordar los grandes fabricantes tradicionales

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Volver a ser una empresa verdaderamente grandiosa” fue la justificación ofrecida por el consejero delegado de Ford, Jim Farley, sobre sus planes para dividir el negocio de la compañía en dos empresas diferenciadas: una, centrada en el negocio tradicional de vehículos de motor de combustión; la otra, enfocada en el desarrollo de la movilidad eléctrica.

La buena acogida brindada por los inversores a este proyecto —con las acciones de Ford escalando en torno a un 7% a media sesión— parece indicar que la medida apunta en la dirección adecuada. Los mercados han asumido que el futuro de la industria del motor pasa por los vehículos eléctricos y esto hace tiempo que se viene reflejando en las valoraciones de las distintas compañías, con los inversores premiando a aquellas más avanzadas en este terreno, con Tesla como el alumno aventajado al que aspiran a parecerse (en términos de valoración bursátil, al menos) el resto de grupos del sector.

Foto: Planta de Ford en Almussafes. (EFE)

Las tendencias parecen indiscutibles. En 2021, las ventas globales de vehículos eléctricos se duplicaron respecto al año anterior y la expectativa es que estas cifras sigan creciendo exponencialmente, de modo que algunas proyecciones apuntan a que en Europa se venderán ya en 2030 alrededor de 40 millones de vehículos eléctricos, frente a los 1,3 millones que se vendían en 2019.

Con tales números sobre la mesa, el movimiento abordado por Ford es visto en cierto modo como un anticipo de lo que tendrán que efectuar el resto de los fabricantes tradicionales. Dividir de forma ostensible ambos negocios debería incrementar la visibilidad del área en que se proyecta la estrategia de futuro, permitiendo mayores valoraciones que facilitaran la obtención de los recursos necesarios para llevar a cabo las respectivas estrategias de crecimiento. Y todo esto debería llevar a una mejor asignación de los recursos y del capital humano de las compañías.

El paso de Ford evidencia la ruptura entre el futuro del sector y sus modos tradicionales

Este planteamiento tiene notables implicaciones para el futuro del que es uno de los sectores esenciales de la industria en España. Con su paso, Ford evidencia que, aunque partiendo de una misma raíz, el futuro de la industria del motor —encauzado por la senda del vehículo eléctrico— supone un paso tan disruptivo que, en última instancia, representará una ruptura con el pasado. Un antes y un después que justifica cortar lazos con la historia —en el caso de Ford, una historia centenaria— y emprender un nuevo rumbo, en el que los modos y los procesos de antaño resultan poco provechosos.

Un cambio de este calado, sin duda, conlleva una puesta en revisión de la práctica totalidad del negocio, inclusive, por supuesto, el futuro de los centros productivos. Y esto, tratándose de Ford, mantiene en vilo a la planta que la compañía estadounidense mantiene en la localidad valenciana de Almussafes, que sigue sin conocer cuáles son los planes para ella a largo plazo.

Foto: Foto: EFE/Everett Kennedy Brown.

En cualquier caso, sería erróneo observarlo como un problema único. España es a día de hoy uno de los principales mercados de producción de vehículos en Europa. Pero la oferta nacional sigue muy volcada en el vehículo de combustión (se estima que representa más del 90% de la producción) y la acogida de nuevos modelos eléctricos en las plantas españolas se produce a cuentagotas, mientras los fabricantes presentes en el país se inclinan mayoritariamente por localizarlos en sus países de origen.

Como observa Begoña Cristeto, socia responsable de Industria, Automoción y Química de KPMG en España, sin fabricantes que tengan sus sedes en el país, la única vía por la que la industria del motor española puede aspirar a atraer una parte significativa del negocio del vehículo eléctrico es garantizando una fuerte competitividad y ofreciendo un claro valor añadido en la elaboración de los vehículos.

Un informe reciente de McKinsey ponía en valor el desafío que la transformación del sector del motor representa para las compañías de componentes automotrices y la necesidad de que estas se adapten de forma rápida para conformar un ecosistema local capaz de dar respuesta eficiente a las nuevas necesidades de los fabricantes de vehículos.

El sector demanda mayor celeridad en la puesta en marcha del Perte del automóvil

En este sentido, resulta comprensible que una de las piezas fundamentales del proyecto (Perte) desarrollado por el Gobierno español para el impulso del vehículo eléctrico —con el apoyo de los fondos europeos Next Generation— contemple la puesta en marcha de una gigafactoría para el desarrollo de baterías, pieza clave de los nuevos vehículos eléctricos.

En general, Cristeto considera que España cuenta con un amplio número de compañías de componentes bien preparadas para hacer frente al desafío que supone la irrupción del vehículo eléctrico y espera que el Perte del sector suponga el impulso necesario para apuntalar el país como un lugar clave en el negocio del motor.

Sin embargo, desde el sector se lamenta que, pese a haberse planteado como uno de los proyectos prioritarios, su puesta en marcha siga demorándose, haciendo perder a la industria del motor en España un tiempo que puede ser crucial para reforzar sus capacidades y atractivos de cara a captar nuevos proyectos.

El país ha sido y aún hoy es un mercado clave para la industria del motor. Pero, como Ford ha evidenciado este miércoles, el futuro de la automoción apunta ahora por caminos muy distintos. Y los grandes fabricantes no van a dudar en cortar amarras con los restos de su pasado —y esto incluye sus plantas de producción— si estos no muestran antes estar preparados para los nuevos desafíos.

Volver a ser una empresa verdaderamente grandiosa” fue la justificación ofrecida por el consejero delegado de Ford, Jim Farley, sobre sus planes para dividir el negocio de la compañía en dos empresas diferenciadas: una, centrada en el negocio tradicional de vehículos de motor de combustión; la otra, enfocada en el desarrollo de la movilidad eléctrica.

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