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Viraje histórico del BCE que apuntala la política de estímulos
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Viraje histórico del BCE que apuntala la política de estímulos

La nueva estrategia del BCE viene a afianzar las políticas adoptadas en los últimos años y ofrece un mayor margen para la implementación de estímulos

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Cambiarlo todo para que no cambie nada. Así podría resumirse el viraje anunciado este jueves por el Banco Central Europeo (BCE) en sus objetivos de inflación. A quien no siga de cerca los avatares de la política monetaria podría parecerle que el cambio de una meta "cercana, pero por debajo", del 2% a una meta estricta del 2% representa un paso de escasa entidad. Y en cierto sentido así es.

El BCE lleva prácticamente una década luchando infructuosamente por impulsar los precios de la eurozona a sus niveles objetivo y sus últimas proyecciones, que sitúan en el 1,4% la inflación estimada para 2023, representan la más clara evidencia de que este logro sigue lejos de su alcance. De este modo, ya cabía esperar que la institución tendría que mantenerse a corto y medio plazo en la senda de las políticas monetarias laxas para aproximarse a su meta.

Y, sin embargo, como observa José Manuel Amor, socio director del área de Análisis Económico de Afi, representa un hito que marca una obvia ruptura con los criterios que han guiado el rumbo del BCE prácticamente desde su nacimiento. "Cuando un banco central define su objetivo, te dice cuáles son sus motivaciones para llevar a cabo una política monetaria A o B. Y ahora el banco se va a tener que ajustar a ese objetivo", indica. El camino que Mario Draghi abrió de forma extraordinaria cobra ahora rango de norma para la institución.

Con un objetivo fijo del 2%, el BCE añade certidumbre a sus estrategias monetarias

Con la eliminación de las matizaciones que hasta ahora condicionaban su meta, la institución con sede en Fráncfort estaría renunciando a una tradición fundada a partir de los criterios del Bundesbank germano y que ponía un foco especial en los peligros de una inflación excesiva. "Excluir la construcción 'por debajo' en el objetivo del BCE eliminaría cualquier noción de asimetría, mientras que deshacerse de 'cerca de' elimina cualquier ambigüedad entre los miembros del Consejo de Gobierno sobre qué tan por debajo del 2% podría ser aceptable", apuntaban los analistas de Nomura en un informe publicado horas antes de que el banco central hiciera pública su decisión.

Esto significa dejar fuera de la mesa cualquier pretensión de que una inflación ligeramente por encima del 1,5% pudiera llegar a considerarse adecuada a los objetivos del BCE. Es por eso por lo que entre los expertos se impone la sensación de que "los cambios implementados después de la revisión implican un periodo aún más largo de política monetaria acomodaticia. Esto se debe a que la brecha entre donde el BCE quiere que esté la inflación a medio plazo y donde proyecta que estará ahora es mayor", como argumentan en ABN Amro.

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Sobre todo, porque, junto al establecimiento de un objetivo firme y simétrico, el BCE se ha expresado dispuesto a tolerar subidas transitorias de la inflación por encima del objetivo fijado en determinadas circunstancias ("cuando la economía opera próxima al límite inferior de los tipos de interés nominales") que describen a la perfección el escenario actual.

Y, para ello, afianza su disposición a hacer uso de cuantas herramientas extraordinarias ha desenfundado en los últimos años: "El texto sobre los instrumentos de política sugiere que el banco no tiene prisa por volver a la era anterior a la crisis de la zona euro, cuando se mostraba reacio a participar en la flexibilización cuantitativa. Las tasas de interés son la herramienta 'principal', pero otras herramientas, incluidas las compras de activos, se utilizarán 'según sea necesario", explican en Capital Economics.

Al contrario de la Fed, el BCE solo permitiría rebasar el objetivo en casos excepcionales

Es cierto que esta aproximación queda lejos de ajustarse al planteamiento aprobado el año pasado por la Reserva Federal (Fed), cuando decidió que, tras periodos de inflación por debajo del objetivo, podría ser deseable otros episodios en los que los precios superaran ese objetivo a modo de compensación. Para el BCE, en cambio, cualquier dato por encima o por debajo representará, en términos generales, una anomalía indeseable que habría que solventar a corto plazo, en lo que parece una fórmula destinada a aunar voluntades entre los miembros de la institución más propicios a las políticas de estímulos y los guardianes de las antiguas tradiciones.

Con un objetivo fijo, el organismo que preside Christine Lagarde se sacude parte de las incertidumbres que han rodeado habitualmente su actuación y se libera de una ambigüedad que firmas como Natixis consideran que "ha sido parcialmente responsable" de la baja inflación de los últimos años. Pero esto, obviamente, no puede verse como una solución mágica a los problemas que ha venido combatiendo el BCE en los últimos años para llevar la inflación hasta la meta deseada.

El ejemplo del Banco de Japón, que ya adoptó medidas similares en años anteriores, sin, por ello, hacer repuntar la inflación, es el ejemplo más evidente de que al BCE le quedan por delante duras batallas por librar por hacer posible el retorno a su objetivo, sin olvidar las incógnitas sobre sus planes a corto plazo. Pero, al menos, tener más claro cuál es ese objetivo debe ayudar a rodear de mayor certidumbre el rumbo a seguir.

Cambiarlo todo para que no cambie nada. Así podría resumirse el viraje anunciado este jueves por el Banco Central Europeo (BCE) en sus objetivos de inflación. A quien no siga de cerca los avatares de la política monetaria podría parecerle que el cambio de una meta "cercana, pero por debajo", del 2% a una meta estricta del 2% representa un paso de escasa entidad. Y en cierto sentido así es.

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