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¿Invertir en justicia social? La gran tendencia que viene en los fondos
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¿Invertir en justicia social? La gran tendencia que viene en los fondos

"Esta corriente se centra en las que ya están proporcionando soluciones a los principales problemas, mientras que el ESG está orientado a la exclusión negativa, a identificar riesgos y mitigarlos"

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Para algunos está siendo sólo una moda y para otros, un lavado de imagen del sector financiero, pero el boom de la inversión socialmente responsable ha sido espectacular en los últimos años. Sólo en Estados Unidos, a cierre de 2020, suponía ya el 33% de los activos gestionados, según datos del Forum for Sustainable and Responsible Investment. Sin embargo, la mayor parte del dinero se ha concentrado en un área concreta, la ‘verde’, y ha dejado atrás otra muy importante...

“En los últimos años, el 61% del dinero que ha entrado en fondos temáticos ha ido a los especializados en cambio climático, medio ambiente, etc. Pero la parte social ha sido la gran olvidada, cuando debería ser la tendencia más desarrollada de cara a Naciones Unidas y a los objetivos de los gobiernos”, explica Lorenzo González, Business Sales Director, de ‎Nordea Asset Management.

Un segundo plano que llama la atención, porque estos retos protagonizan los primeros lugares de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, en los que precisamente está basada la inversión socialmente responsable. 4 de los 5 primeros pertenece a este ámbito social: “Erradicar la pobreza en todas sus formas”; “poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición”; “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa”, o “alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”.

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La brecha podría empezar a cerrarse pronto, porque empieza a emerger con fuerza una nueva temática de fondos, la denominada inversión de impacto, entre la que la parte social va a tener más presencia. ¿En qué se distingue de la inversión sostenible que conocemos? “La principal diferencia es que se centra en las que ya están proporcionando soluciones a los principales problemas, mientras que el ESG está más orientado a la exclusión negativa, a identificar riesgos y mitigarlos”, explica John William Olsen, gestor del M&G Positive Impact.

Como ejemplo, Olsen cuenta que tras el estallido de la pandemia escribió una carta a todas las compañías que tiene en cartera. Quería saber si habían realizado acciones especiales, si habían ayudado en aquellos momentos tan complicados a la sociedad. La mayoría le respondieron con ideas “Por ejemplo, Safaricom ayudó para que sus empleados estuvieran bien y la economía siguiera funcionando”, explica.

¿En qué tipo de compañías invierten estos fondos? Lorenzo González pone tres ejemplos que están en la cartera de la estrategia Nordea Global Social Empowerment Strategy, cuyo gestor participará este martes 23 en Finect BIOS: Ecolab, que ayuda al menor gasto de agua en los procesos productivos y la higienización; Kahoot!, que “ya utilizan más de 800 millones de estudiantes a nivel mundial” y podría ayudar a reducir a hacer más accesible la educación de un modo ameno; o Ping An Good Doctor, que facilita el acceso a la atención médica vía vídeoconferencia.

¿Cómo se miden los resultados de estos fondos de impacto? Por un lado, como todos los demás, la pura rentabilidad financiera. Todavía es pronto para saber si superarán a los índices más generales, como sí está pasando los últimos años con los de inversión sostenible, porque estos fondos de impacto están prácticamente naciendo.

Entre los que ya existen, la estrategia de Nordea gana cerca de un 10% en 2021; el M&G Positive Impact, un 6,8%; y el Wellington Global Impact Fund, un avance del 7%. Pero los gestores inciden en que no sólo les importan los porcentajes, sino también la parte cualitativa de los avances que realizan las compañías.

“Aplicamos una metodología que muestra cómo estamos impactando positivamente, a través de las empresas en cartera, a cada uno de los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas”, explica Lorenzo González. En el caso de la gestora Wellington, en su página web publica un informe con las horas de educación que han ofrecido sus empresas en cartera, el número de casas accesibles que han edificado o la cantidad de agua contaminada que han higienizado sus empresas en cartera.

Lo cierto es que, creen los expertos, hay todavía un déficit enorme de inversión que antes o después se va a desarrollar y que supondrá mucho dinero entrando en este tipo de negocios con impacto social positivo. Y más tras el efecto negativo de la pandemia, que ha empeorado las condiciones de muchos países, especialmente los más pobres, y ha ampliado las brechas.

“Desde el punto de vista del impacto lo social es muy importante y lo será más en los próximos 10 o 15 años”, explica Olsen. Así lo ve también González: “Se necesitan entre 5 y 7 billones de dólares anualmente para acercarse a buen ritmo a estos objetivos de desarrollo sostenible, y la realidad nos dice que se está invirtiendo sólo 3 billones”. Y si llega el dinero, llegará la rentabilidad.

¿Cuánto puedo ganar invirtiendo a largo plazo?:

Para algunos está siendo sólo una moda y para otros, un lavado de imagen del sector financiero, pero el boom de la inversión socialmente responsable ha sido espectacular en los últimos años. Sólo en Estados Unidos, a cierre de 2020, suponía ya el 33% de los activos gestionados, según datos del Forum for Sustainable and Responsible Investment. Sin embargo, la mayor parte del dinero se ha concentrado en un área concreta, la ‘verde’, y ha dejado atrás otra muy importante...

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