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Procrastinación, ¿principal enemigo de los planes de pensiones?
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Procrastinación, ¿principal enemigo de los planes de pensiones?

¿Estás retrasando la contratación de tu plan de pensiones? Si empiezas a ahorrar ahora, las pequeñas aportaciones te ayudarán a disfrutar de una cómoda jubilación

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La procrastinación es el arte de postergar, de aplazar acciones o toma de decisiones y sustituirlas por otras más banales o con excusas baratas. Esto, aplicado al objeto de este artículo, es ir retrasando una y otra vez el momento de ponernos a ahorrar para la jubilación con argumentos triviales.

Con permiso de la inflación, señalada como el principal enemigo de cualquier producto financiero ya que hay que descontarla del rendimiento generado, la procrastinación es, en un estadio anterior a la contratación, el adversario número uno a la hora de plantearnos invertir en un plan de pensiones.

Bajo pretextos poco consistentes como “es algo a futuro, ya tendré tiempo”, “mañana me pongo”, “hay muchos planes, no entiendo”, muchos ciudadanos van atrasando esta importante decisión económica. "Algunos, incluso, solo se acuerdan diez años antes de llegar a la edad del retiro laboral", como suele comentar Beltrán de la Lastra, director de Inversiones de la gestora independiente Bestinver. Y ponerse a hacer estos deberes a los 55 es llegar tarde y mal.

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La economía o finanzas conductuales, que estudia el comportamiento psicológico de las personas a la hora de decidir sobre cuestiones que afectan al bolsillo, señala que existen sesgos que nos nublan la mente y nos hacen tomar decisiones erróneas. Esto es así, fundamentalmente, porque según teorizan dos premios Nobel de Economía, Daniel Kahneman (2002) y Richard Thaler (2017), considerados como el precursor y el padre de la mencionada disciplina, los ciudadanos sin educación financiera tienen una racionalidad limitada, se guían por atajos mentales para justificar su inacción y se caracterizan por una enorme miopía a largo plazo. Son, en consecuencia, más vulnerables a esas trampas de la psique, como son la falta de autocontrol, la aversión a las pérdidas o el estatus quo.

De este modo, el sesgo del presente hace que no se piense en el futuro y la jubilación sea algo que se ve muy lejano. Para más inri, los consumidores adolecen de autocontrol: les cuesta reprimir el consumo y ahorrar es visto como un gasto que quita capacidad de compra.

placeholder Ahorrar para el futuro puede ser visto como una forma de reducir la capacidad de compra.
Ahorrar para el futuro puede ser visto como una forma de reducir la capacidad de compra.

Por otra parte, por puro desconocimiento, da miedo invertir en activos de más riesgo, pese a ser más rentables. Los datos de Inverco demuestran que los pequeños ahorradores no piensan en el largo plazo a la hora de poner a trabajar su dinero, tienen una visión cortoplacista, por ello la mayor parte del ahorro financiero (40%) está en productos que son menos estresantes que la renta variable (acciones sometidas al albur de los mercados), como lo son los depósitos bancarios y la renta fija (deuda), y que en la actualidad apenas ofrecen rentabilidad. Incluso en algún caso, es negativa. Y si se invierte en bolsa, se tiende a vender cuando la cosa no acompaña. Esto ocurre porque las pérdidas pesan más que las ganancias.

Hay otra tendencia que es no hacer nada por cambiar. El sesgo del estatus quo hace que se dejen las cosas como están porque, por ejemplo, la complejidad de la información financiera provoca pereza en las personas, que optan por no enfrentarse a elegir un plan de pensiones. Misma parálisis por la mencionada falta de tolerancia al riesgo.

Así, entre unas cosas y otras, vamos posponiendo la decisión de suscribir un plan de pensiones. Pero, ¿cómo salir de este bucle? Siendo conscientes de que si se quiere disfrutar de una bien merecida jubilación hay que activar un plan B y ahorrar por nuestra cuenta. Asistimos a un cambio demográfico, en el que somos más longevos, habrá más jubilados en las próximas décadas con la llegada al retiro laboral de la generación del 'baby boom' y hay menos personas en edad de trabajar. Esta situación obliga a las autoridades a replantearse el sistema de pensiones público para garantizar la prestación en los actuales niveles de cobertura.

Si uno empieza a invertir con 30 años 50 euros al mes en renta variable con una rentabilidad media del 10% anual, acumulará más de 200.000 euros

Ante este panorama, en materia de inversiones hay que poner el tiempo a nuestro favor, ya que cuanto mayor sea el horizonte temporal de nuestro objetivo de inversión, como es la jubilación, más ahorro acumularemos y menos sacrificio económico nos conllevará.Por ejemplo, si uno empieza a invertir con 30 años 50 euros todos los meses en un producto financiero de renta variable con una rentabilidad media del 10% anual, acumulará más de 200.000 euros cuando alcance la edad de jubilación, según la calculadora de Bestinver. Este beneficio supone desembolsar 22.200 euros. Es decir, multiplicar por nueve las ganancias, gracias no solo a ese doble dígito de rendimiento, sino al ventajoso efecto del interés compuesto, por el que los rendimientos se van sumando al capital inicial, elevando de forma sustancial el ahorro a largo plazo.

La clave para alcanzar ese colchón financiero está en ser disciplinado y crear el hábito del ahorro, convirtiéndolo en un recibo más al mes. De esta forma uno irá aumentando su dinero sin casi darse cuenta. Pero no te engañes y dejes para final de mes ese ingreso con lo que te haya sobrado de tus gastos fijos y tu consumo. De lo contrario será muy fácil que caigas en otra trampa y encuentres excusas para no ir ahorrando para el futuro.

*El Confidencial, en colaboración con Bestinver, gestora independiente especializada en fondos de inversión y planes de pensiones, pone a disposición de sus lectores el espacio Ahorro e Inversión. Con 30 años de experiencia y 6.200 millones de euros de patrimonio bajo gestión, Bestinver trabaja con el objetivo de generar las mejores rentabilidades a largo plazo para sus inversores.

La procrastinación es el arte de postergar, de aplazar acciones o toma de decisiones y sustituirlas por otras más banales o con excusas baratas. Esto, aplicado al objeto de este artículo, es ir retrasando una y otra vez el momento de ponernos a ahorrar para la jubilación con argumentos triviales.

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