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El adiós del 'amigo alemán' obliga a Draghi a maniobrar para no perder el control del BCE
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Jörg asmussen deja la institución monetaria

El adiós del 'amigo alemán' obliga a Draghi a maniobrar para no perder el control del BCE

Jörg Asmussen deja el BCE para enrolarse en el Gobierno de Angela Merkel. Mario Draghi pierde así al que ha sido su mayor aliado durante los últimos años

Foto: Jörg Asmussen (i) conversa con el presidente del BCE, Mario Draghi, en una reunión del Eurogrupo
Jörg Asmussen (i) conversa con el presidente del BCE, Mario Draghi, en una reunión del Eurogrupo

Se llevaban bien. Tal vez porque Jörg Asmussen cursó un Máster en Administración de Empresas (MBA) en la Universidad de Bocconi, en Milán, en 1992. Pero el caso es que congeniaba con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi. Era el amigo alemán. Más que eso, el aliado inesperado, porque cuando Asmussen desembarcó en el Comité Ejecutivo del BCE en enero de 2012, se presumía que iba a ser un guardián de la ortodoxia monetaria. Así lo presagiaba el hecho de que fuera una especie de emisario del ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

Estaba llamado, por tanto, a formar un tándem de halcones, el sobrenombre que reciben los banqueros centrales más duros,junto con el presidente del todopoderoso Bundesbank, Jens Weidmann. Debían ser los garantes de la esencia antiinflacionista de la institución monetaria. Su presencia física, dura e imponente, con un rostro afilado por el deporte, apuntalaban esa impresión.Pero no. El tiempo y, sobre todo, los hechos demostraron que Asmussen no iba a ser tan fiero como lo pintaban. Todo lo contrario. Enmás de una ocasión clave, dejó solo a su compatriota Weidmann para alinearse conlos postulados, más alejados de la ortodoxia germana, de Draghi. Formaban así un eje italo-alemán que permitía el gobierno del BCE.

Un apoyo clave

Esta alianza se mostró con toda claridad en los trascendentales hechos del verano de 2012. Sobre todo, a la hora de dar su consentimiento al lanzamiento de un nuevo programapara la compra de deuda pública soberana de los países que antes pidieran el rescate para someterse así a la disciplina europea. Esta iniciativa, que responde a las siglas OMT, era obra directa de Draghi. Pero si Asmussen se hubiera opuesto, como sí hizo Weidmann, no hubiera visto la luz como lo hizo en septiembre de 2012. Desde entonces, y aunque aún no ha entrado en vigor -es decir, no se ha gastado ni un euro para adquirir bonos-, la OMT se ha erigido en el dique que ha contenido la crisis periférica y que ha defendido el futuro del euro.

Asmussen fue el aliado clave para que Draghi sacara adelante la OMT; hasta la defendió ante el Tribunal Constitucional alemán

El paso del tiempo no endureció su posición. En junio de este año, defendió en el Tribunal Constitucional alemán que la OMT está "dentro del mandato" del BCE. En el extremo opuesto, alegando precisamente que ese programa excede las competencias de la institución monetaria, estaba Weidmann.

Por estos motivos, se le veía como un aliado clave para Draghi y ahora, con su retorno a la política alemana para formar parte del nuevo Gobierno de Angela Merkel, abre una notable dosis de incertidumbre en el seno de la entidad. "Asmussen se retirapara ocupar un nuevo puesto en el Gobierno alemán. Un importante aliado de Draghi frente aWeidmanncuya salida deja una cierta sensación negativa", valora José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.

Con esos precedentes, el respaldo de Asmussen se antojaba clave si el banquero italiano verdaderamente tenía pensado reducir más los tipos de interés oficiales -del 0,25%hasta el gratis total del 0%-, situar los intereses de la facilidad de depósito en terreno negativo-desde el 0% actual- o convocar una nueva operación de financiación bancaria a largo plazo -LTRO-. A partir de ahora, ya sin Asmussen, Draghi tendrá que mostrar una vez más sus habilidades negociadoraspara no perder capacidad de influencia en la lucha de poderes internaque siempre existe en el BCE.

Más aún si se tiene en cuenta que entre los candidatos para relevar a Asmussen en el Comité Ejecutivo, la verdadera sala de máquinas del BCE, sobresaleSabine Lautenschläger,actual vicepresidenta del Bundesbank. Es decir,la actual número 2 de Weidmann. La sombra de los halconesplanea de nuevo sobre la EuroTower de Fráncfort. Draghi la ha mantenido a raya en los últimos años. A ver cómo maniobra ahora.

Se llevaban bien. Tal vez porque Jörg Asmussen cursó un Máster en Administración de Empresas (MBA) en la Universidad de Bocconi, en Milán, en 1992. Pero el caso es que congeniaba con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi. Era el amigo alemán. Más que eso, el aliado inesperado, porque cuando Asmussen desembarcó en el Comité Ejecutivo del BCE en enero de 2012, se presumía que iba a ser un guardián de la ortodoxia monetaria. Así lo presagiaba el hecho de que fuera una especie de emisario del ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

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