El conejo de monte: el gran protagonista de la fauna ibérica

Acaba de salir el sol mientras espero escondido a que aparezca un águila imperial. Estoy en Sierra Morena cerca de un posadero habitual de estas águilas que se encuentra sobre una encina junto a unos bloques de granito. No veo águilas por ninguna parte, pero sí conejos de monte.

El conejo ('Oryctolagus cuniculus') no tiene el 'glamour' de otras especies a las que he dedicado en exclusiva años de trabajo, pero es de vital importancia para muchas de ellas. Para animales como el águila imperial o el lince ibérico, y otras muchas especies de rapaces y mamíferos carnívoros, es la principal fuente de alimentación.

Este lagomorfo es sin duda alguna una pieza fundamental en el ecosistema ibérico. Los conejos son nativos de la península Ibérica y del norte de África. Habitan en zonas herbáceas, preferentemente con abundante matorral. También en el borde de bosques, junto a campos de cultivo y en formaciones arbóreas de todo tipo.

Se trata de un animal muy prolífico que se reproduce fácilmente, por lo que puede llegar a ser muy abundante. Las hembras son fértiles a los pocos meses de nacer. Crían varias veces al año, en madrigueras bajo tierra o bien ocultas entre la vegetación o en terrenos pedregosos.

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Carlos de Hita

Durante todos estos años la mayoría de veces que he estado esperando para fotografiar animales salvajes, ya sea linces o águilas, lo que más he visto han sido conejos. También perdices y urracas, pero sobre todo a nuestro protagonista. Observo cómo se alimenta un conejo. Lo hace de forma intermitente, nervioso. Está en alerta constante, consciente de la enorme cantidad de depredadores que tienen en él su presa principal.

Aunque parezca contradictorio, cuando están más relajados es cuando más se activan. Se ponen de pie y hasta realizan piruetas dignas de un acróbata. A veces, al fotografiarlos tengo la rara sensación de que saben que los observo y que incluso posan para la cámara.

Durante las últimas décadas del siglo XX enfermedades como la mixomatosis o la hemorragia vírica diezmaron la población de conejos en muchos lugares de España y Portugal, poniendo en peligro la cadena trófica del bosque mediterráneo.

Recuerdo que a comienzos de los noventa, mientras buscaba linces por Doñana, me encontraba a menudo con conejos muertos en cualquier lugar del campo, incluso en los caminos. Aquellas epidemias situaron a linces ibéricos y águilas imperiales al mismo borde de la extinción.

Afortunadamente, la situación ha mejorado bastante en los últimos años. La recuperación de las poblaciones de conejo está resultando fundamental para la de muchas especies amenazadas de la península ibérica, animales mucho más 'famosos' que este inquieto y común lagomorfo, pero del que dependen directamente para su existencia.